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« Previous Page Table of Contents Next Page »échando Un jofazo frémehundo y'sin mlls va– cilaciones picó para San Lencho.
Veinte minutos después el caballero arri– ¡naba a la quebrada que besa los costados de la cuesta embrujada, desenfundó la pisto– la se persignó, volvió a jesusearse otra vez, rayó débilmente a la cabalgadura, cruzó el crique cobijado con una densa sábana de ti–
niebla plena, comenzó a ascender sin hacer bulla y cuando había cam.inado unos cincuen– ta metros un quejido prolongado y pavoroso tableteó lánguidamente en la obscurana. . A Eduviges se le pararon los pelos' a tal extremo que si le hubieran tirado una porción de chaquiras sobre la jupa hubieran caído en– sadadas s9bre ~as hebras del cabello, con to– do hizo, el esfuerzo de bolar un grito y logró conseguirlo, envalentonado al oirse vociferó diez jotazos que el eco devolvió acompañados con varios jaja,yes desquiciantes y algunas pa– labras ininieligibles.
L6pez par6 en redondo la bestia, jaló el gatillo del cilindro en dirección a las risotadas
y gemidos y un relámpago cruzó el abismo de la oscuridad y una detonación hizo andra– jos el silencio de la oquedad fantástica y ±e– merosa del negror nocturno, luego el jinete gritó:
-Con el masmo Diablo me mancuerna; pues para yo no hay círculos madroños. El eco repitió la bravuconada y un silen– cio letal cundió después por el contorno del lugarl el caminante no avanzaba ni retroce– díal co;n el ánimo en vilo esperaba oir algo o captar en la negrura la vaga precisión de algú;n fantasma; el tiempo transcurría y la viSión na daba' señales de manifestarse de nuevo.
De pron±o...suave, lento, indeciso, casi im– perceptible dejó oirse en el rastrojo del lado derecho un gemido prolongado y tras de uno, salió otro y luego otro...y cuando parecía que el gimoteo no ipa a detenerse vibró un jajay terrible sobre 1$ meras cruces.
Se llenó de tal pavor el hombrecito que sin darse cuenta le apretó las. chocoyas al ro– cinante y éste al verse requerido de tan ruda manera siguió cuesta arriba sin hacer caso a la temblazón del caballero; cuando medio recu– peró López ya el rocín lo había llevado a unas treinta varas de las Cruces; por c.hiripa y no por intención tiró la visual hacia El Calvario y su horror no tuvo límites al descubrir a pesar del talchocote de la noche un bul±o blanco en forma humana y con los brazos abiertos sobre el madero del centro 1 Eduviges en lugar de dis– parar la pistola iba a zumbársela sin darse cuenta al fantasma descubierto, pero como
d~sde el principio de la trepada su dedo ín– dlC 7 había permanecido sobre la palanca del yafillo íll verificar el esfuerzo de aventarla dio
~ego el revólver y el tiro por mera coniingen- fa
B fue a pegar en plena vera del árbol reden– .or ocupado en ese instante por un bímano llnpreciso y fu~ra de identificación.
El estallido hizo volver en si al dispara-
dQr 1r).consei~n±e y por e8.suaHdad ó quizás
por las súplicas ~ Sl,1s devotos, el chiripero dis–
patante cogió ánimo y haciendo de tripas co– razones vociferó tembloteando:
-De ésta o de la otra? -De la otra, hermano.
Eduviges se acordó de que la creencia po– pular sostiene que los muertos se corren al de– cir malas palabras y tomando el cuenterete por un hecho, musitó a pesar de tener una ho– rrible tabaquera;
-Hijuepuía, banc:;hdo, sinvergüenza, pen– dejo, mil veces rejodido y yo que soy de vos para que me salgás a rebruñir no habiéndote ni siquiera conocido cuando vos, como yo, te desguindabas en esta loma para ganaríe los frijoles'?
y tras de la expresión apuntó hacia las cruces y martilló un semillazo que rozó la ori– lla de la blancura de la visión; entonces el alma en pena, dijo al tirador;
-No tenés lástima de yo, rezame freintp, padrenuestros y dejame en paz; hermano ... hermano mio ...
El tono de la voz convenció a +.ópez que el faniasma no era un muerto l aún en medio del tabardillo que tenía y aliviándose como por encanto del paniquín que lo atragantaba se acordó que iba en búsqueda de Chocoyo Tuerto y que aquel eco era exacto o muy pa– recido al eco de Choc;:oyo, por lo que contestó de inmediato:
-Ve, Chocoyo Tuerto, bandido t caI;'ia±e recondenado, corredor de cobardes, porque es·· ta eS la úl±ima que hacés en este mundo, re– pendejísimo ... y tras de la ame;x).éJza; dejó ir airo pencazo.
El fantasma comprendió inm.ediatamente que el as'+Uto no era broma y sin vacil~r ni perder tiempo convencido por el plomo que
10 había puesto a raya en un minuto, avanzó hacia. el caballero con una rapidez tal que por nada le cae encima al contrincante, pues per– dió pie al llegar a la vera del borde del pare– dón que forma la curvatura del camino en ese punto, y dándose a reconocer y pidiéndole no le disparara más le gritó de carrera:
-Si, hermano, hermano el más güevón que ha pasado por aquí desde hace más de dos años, yo soy Chocoyo Tuertot pero no me matés, no me matés, no me matés, n9 te hagás de esíe camarón que es un camarón muy qa– ro, pues yo soy muy maldoso y además el dia– blo te llevará en cuerpo y alma pues tendrás que rendir cuenta a Dios por mis maldades el día que fe murás si me despachás al Otro Barrio.
Eduviges repuesto como por electricidad díjole al punto: '. , -Dale gracias a Dios, grandísimo pert– dejo, que el ferror que tenía no me permitió apuntarte, si no ya estuvieras abombado des– de el primer güevazo y con seguro te es±a~ías
acercando al Musún.
Luego los hombres se reconocieron, se abrazaron y después de unas cuantas risota'-
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