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varas feniendo con vara y rnedí/3..
-lIJo, patrón, no lo creya Ud. así; no sé por qué Se rne ha metido en el chípote que esa visión no es mas que el alma en pena de Chocoyo Tuerto.
-De Chocoyo Tuerto? Y cuándo murió semejante trepador?
-No, no es que se haya muedo; pero sí es del caso referirle que Chocoyo, que andaba en Santa Inés, me alcanzó de regreso y des– pués de acompañarme un largo trecho me dejó en la desernbocadura del camino de Mombachito al de San Lencho y rne dijo pi– cando la bestia que no rne esperaba porque yo iba muy despacio y que él tenía que pa– sar ternprano Las Cruces porque allí asus– .taban.
-Pero bien, eso que te dijo no prueba nada, hombré.
-Claro que sí, patrón¡ él sabía que yo iba a pasar allí de noche y no sé por qué...
- -Se te ha metido eso en el magín. -ExaC±o¡ pero mi mayor sospecha es que la visión mentó mi nombre y el eco de la voz, de la voz de esa noche, por más que haya re~
carnbiado el tono, tengo para yo como en un sueño que era el eco de la voz de Chocoyo
T~do. •
. -Bien; demos por sentado que es Cho-cayo Tuerto; qué pensás hacer para averi– guarlo?
-Pedirle permiso a Ud. para salir de la finca el día o días que creya convenientes pa– ra mis planes y con la chachagua de cornpa– ñera, ir ciedas noches a Las Cruces a ver si me vuelve a pasar lo mesrno y si rne sale algo y quedo frente a frente de la visión no me queda rnÉis salida ni desecho que: o yo rne zurnbo a Chocoyo Tuerto o al Demonio mes– mo si el Malo es el que asusta o la brujería me deja cuajadiado y cuHpateo en mero frillo llenando de triaca los pantalones como el otro día.
-Conté con el permiso y si das en el cla– vo o te enferrnás de nuevo me avisás en su tiempo.
-Le cojo la palabra patroncito, y el sá– bado, que es día que Chocoyo llega a Boaco, voy a ir a la primera excursión.
-Dios fe ayude y que te lleVE¡! con bien. -Gracias, patroncito.
El superior dio la vuelta para atender otros asuntos y Eduviges se fue para su posa– da a revisar y preparar la chachagua, pues cuando hablaban esto, era nada menos que un jueves del mes de mayo de mil novecien–
los catorce; es decir a dos días del proyecto del indio. ;
Otro motivo que inducía a creer a López que Chocoyo era el que lo había asustado ra– dicaba en el hecho para él curioso de que la visión se ausentaba muchas veces hasta por uno o dos meses y como Chocoyo vivía en la hacienda de su señor padre, cuando fenía que hacer en ella pasaba largos períodos de tiem-
po sin llegar a 1:30a,00, de donde el naiucho deducía que estando ocupado el que hacía de fantasrna no podía por tal causa salir a rebru.. ñir en la trepada y por esta idea metida en la cabeza fue que escogió el sábado para ir a incursionar a las temidas Cruces.
El rernoquete de Chocoyo Tuedo lo gas– taba en Boaco encararnado en su persona por su propia iniciativa el inteligente caballero masayata don FeI'nando Rarnírez Mairena, ti. po sui géneris y 'guasón que desperdició su vida bajo el influjo de la cususa en una eterna carnaradería con Baca.
Chispeante, oportuno, chilero, posesiona_ do de una profunda filosofía cínica imitó has–
ta donde le dio su real gana a Diógenes de Sinope en todo rnenos en lo del tonel, pUes susfituyó éste por un caballo salpicado qUe lo cargó y nevó a cuestas por todos los rumbos de la cornpresión boaqueña y sobre cuyo lomo dormía cabalgando cuando la guarapeteada llegaba hasta el exfremo.
Hecha esta divagación irnprescindible pa– ra claridad de esta pasada, se sale a trote lar– go tras de las huellas de Eduviges.
Temiendo el propietario que su mucamo fuera con el chopo cuape a rnalferír a alguien por los varios perdigones que le echan a cada carga, pues suponía que en realidad de rea– lidades, la tal asustadera podía ser maldad de vagos, rnandó a llamar a López para ofrecerle su pistola y que usara ésta en lugar de la cha– chagua¡ éste aceptó gustoso el ofrecimiento y
el pafrón con la aceptación quedó satisfecho, pues imaginaba que por valiente que fuera Eduviges y por consumado tirador que fuese en un france corno el que buscaba era difícil que con un balazo de un solo perdigón y co– giendo punlería sólo por el eco de un quejido o un jajay diese en mero blanco en pleno se– no de la noche¡ y en verdad, de verdad, qu.e el fal señor tenía una razón y una lógica su– mamente sobradas.
El sábado nochandito salió el rnero de San Rafael, antes El Cuero, para la cuesta de Las Cruces; pasó ya obscuro por Boaeo, se diri– gió a El Bajo y en la cususería de las Monte– rrey esperó un rato rnieniras daban las nue– ve y en el interín le compró a la dueña de la casa dos sendos cususazos que le reanimaron el espíritu y lo pusieron con ánirno de vérselas con el mismo Malo.
Cuando sonó la última campanada de la novena· hora en la parroquia del lugar, López salió sobre su peruano, le pegó un par de dan– tazas, le soltó la rienda y viendo la cabalga– dura que el asunto era serio y no juguete arrancó en un perfecto pasitrote picado yen– rumbó sobre la senda que la rnano rnaestra del jinete le señalaba.
Llegado a la vasta Ye que forma la tro– cha al bifucarse para ir por un lado a Ma_– nagua y por el afro a Granada el caminante encendió un chilcagre de primera, le dio tres chupetazos, se santiguó dos veces, dijo JesÚS me valga otras tanías, se focó la pistola Y
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