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4UeJid6n :mfu; ttspeto que el prin'l~ro saH6 del medio pegue de l!;ls cruces, me jesusié diez veces y rayé al Pico Blanco de los ijares !;l la panza y el pobre con tal ayuda que no espe– raba partió en panera g\.tindo al plan; cuando iba bajo las fres cruces los quejidones se hi– cieron seguidos y fuedes como fruenos leja– noS, alcé los ojos al Calvario y ví en la cruz de en medio un bulio enorme con los brazos abierios; a yo por lo menos así me pareció, que se quejab~ _y gemía confi;nuame~ie cam? lernero amurnnado". despues cruce el cr1– que, comencé a subir al airo lado y fodavía allí me p!;lrecía oyil' los quejidazos; pero no esloy seguro si era el miedo el que habiéndo– melos clavado en los oydos me hacía oyirlos lodavía.

Tal era la pasada que Carmelo narraba a lodo conocido suyo y parecida a ésta eran las olras pasadifas que contaban los demás que la voz pública señalaba como vícfimas de la asus·· ladera de Los Maderos.

La mayoría de los que seguían de cerca el embrujamiei1±o del lugar estaban de acuer– do en que muchas veces se p!1saba,n varias se– Inanas y de farde en iarde hasfa meses com– plelos sin que la visión apareciElra y como desde que la cosa se había pues±o color de hormiga los viajeros caminaban en manadas, por lal causa és±os eran los q"Ue hacían de ga~

cela poniendo a los fueranos y cifadinos, al lanto de la sifuación del fan±asma getnidol\ En febrero de mil novecien±os catorce pa– recía que ya el cuen±o había terminado, pues hacía unos cuairo meses que no habían noti– cias del espantajo; mas teniendo Edu~iges Ló· pez que ir a Los Limones a traer una, parida que había comprado su patrón, madrugó este mesero lo que mas pudo de La Trinidad; pero con ±an mala suerie que habiéndose entumido la cría le cogió la noche en el regreso y le to– có pasar la. pemdiente como a las ocho de la noche.

López caminaba lenfamente esforzándo– se por hacer que el ternerifo resistiera' hasfa llegar a El Recibo finca en la que había pen"'– sado dejar la vaca empofreradB; para cumplir BU resolución se había desmontado para arrear con seguridad las reses en la obscurana y ja"'–

~a,ba su cab,illo ciel cabres±o de la jáquima; lna cerca de la muad de la cuesia cuando oyó un jajay largo y tendido que lo hizo 01–

vldar los rumiantes, pegar mate para afrás,

Balt~r sobre su penco y una vez enjorquefado

y blen cogidos los estribos hacerse iodo oídos para captar cualqUier ruido diabólico que den– iro de la obscuridad 'se expandiera.

,Recuperado un poco, pero sin desmon±ar– Be volvió a ±o±ear ala parida y en ±al me'"

n,e~ier se hallaba cuando un nuevo jajay his–

t~~lCO y misterioso corrió por la tiniebla; Edu-

I)~S perdió la serenidad y olvidándose de los aFales le metó al penco las chocoyas el cual a .senfirse apercollado de tal manera salió

rlln~o abajo ,a fado escape casi pues±o en es-arn,plda, paso cerca a las 'cruces como una

bala, 'péró :por ligero que iuera los ±hnpanos de López iban libres para recibir los ruidos de los lados y así es que percibió al dejar El Calvario que una voz se quejaba e imploraba y en medio del pavor que lo aherrojaba es– cuchó que el eco repe±ía su nombre lúgubre– mente, así:

-Edubijés...Edubijés...soy una alma en pena parate un momenti±o...±ené piedad de yo .

y después de tal súplica varios jajayes va– garon siniestros sobre el ámbifo de la cañada.

El jineie puesto en panera barajusfó in– cesantemente, insensiblemen±e, inconscienfe-' mente...y en fal estado afravesó Boaco, dejó El Pochote, subió por El Copel y cuando se dio cuen±a saliendo ±urula±o de una real y plena catalepsia hija pu±afiva del vasto paniquín, el noble bruto se paraba bo±ándolq en la casa que había mandado a consfruir en El Cuero su difunto pafrón don Mariano, que era la posa– da donde López vivía con ±oda su familia.

Era :al ~l r;>~ Val' de que iba poseído ~ue

no hablo nI dl)O nada a su consorte; esta viendo que no podía apearse se fue junio con los afros habitaníes de la casa a desmonfarlo y casi chineado lo llevaron a su yacija, luego lo cobijaron sin desvestirlo y después de soltar la cabalgadura en San Rafael se echaron fo~

dos a dormir.

Cuando a las nueve de la mañana se pre~

sentó el pafrón a saber de la parida Eduviges no había despertado, le confó el cuento de su

lleg~~a su m2-1jer y j:-rzga!1do ~aro todo lo que le dIJO, el senor paso al lnfenor de la vivien– da a ver el esfado de su sirviente.

El pobre ±enía fiebre alfa, comenzaba a:

delirar cuando el propietario en±ró; a es±a ho~

r~ se le princ~piaron a hacer cierías dilie-en-' Clas, ~e mando a bl;1sc~r a un, curandero y no fue SIno hasta el slgulen±e día y después de ingerir varios brebajes que pudo, fodavía en– fermo, aclarar el misferio de su regreso y la causa que le había producido la ine'sperada gravedad. '

Algunos días después y ya comple±amen– le recuperado fue a buscar la vaca que dejara en el camino en compañía de su parien±e

Ele~±erio López; en la bús~ueda pasó por la lemlda cues±a y la ±raveSla por ella le des– pedó la memoria, prinCipió a hacer recuer– dos y una vez pues±o sobre la pisfa, de los

aconfecin:i~n±os suc¡edidos,' las deducciones y'

las SUposlclones le brollaron' de la cabeza.

Tres días después fue a paríiciparle al pa– frón que ya había llevado la parida, la que encontró vagando en el cállejón que forma el camino real en los bajos de Quebrada de Agua. '

Después de cierías bromas que le dio su superior, Edubijes dijo al propie±ario:

-.-Vea, paironci.fp; en mi vida me ha pasado lo que me sucedlo esa noche, y dejo de ser Eduviges López si no doy yo con ese chocho fantasma.

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