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« Previous Page Table of Contents Next Page »gada :l:e embruie!> en Los denizár6~ y hoy ±enés quince días de andarjuido del todo.
_Pues aSl lo será; porque yo no tengo memoria de nada ni de naide. ' -Dejé de hablar chocheras, -dijo Car– m elo al puntb-.-, que esfás sobre la bandidí– sima que te desmambichó y es gueno que le volvás a echar las espuelas y nosotros a da.rle palo, hasta que nos de tu completa cura y ver después que hacernos con este diablo.
-Pues adeniro Carrníto, -dijo el mal~fi
ciado Y se tiró de la burra para que obraran
con libertad sus liberadores. -¡Adentro! -dijeron todos.
y siete garrotes junio con el de la nanita cayeron sobre la borrica.
La castigada sólo con pugidos y correhfa– das de cuescos contestaba al garroieo; por fin rendido Mejía de apalear a la asnilla aban– donó el punto en que estaba situado para irse a colocar frente a frente de la cara de la tara– gotuda hechicera, y esten±óreamente le dijo: -Estás bien clara que te vamos a matar, pero antes de tuquiarte quiero que me digás
y si me lo decís no fe apaliamos más, c6mo es que ±e llamás.
-Bueno, Nardsíto, si somos amigos, yo soy la Dominga.
-La Dorninga'? La Dominga Pérez'? -La Dorninga Pérez, tu vieja conocida desde que éramos pichones, '
-'Alabado sea el Santísimo! Y cómo has hecho para yolverte tan mala, niñá'?
-Las gavillas, las gavillas y la cambiade– ra de hombres esa es la purísima verdad. -Ajá, no hablemos más, dame la cura""del ñeio de ma Lioncüa y por mí :tengamos la fiesia en paz, oís bien, en paz; pero; cuidado con volver hacer otra igual a ésta que has hecho.
-Pues, lo digo de una vez; echá el rabo que me arrancaron en remojo por l,1na noche entera en agua de hojas de guayaba y ,e,rl ,la mañanita que se beba Gus±avo el agua, con eso quedará aliviado para siempre. para siem– pre y para siempre.
Cesó al instante la apaleadera, regaron mostaza en rededor completo de la alimaña para que ésta ni por piensos se meneara, y fatigados, pero contentos entraron a la coba– cha a buchoniar sobre lo acontecido.
A poquito; ólaroneando ya completamen– te, llegó la mujer de Gustavo y la hechice– rante que lo curaba; después de enterarse de iodo y de resolver lo que iban a hacer se fue– ron dos sabaneros y la curalotodo a la casa de la Dominga Pérez en donde encontraron su cuerpo desnudo y tendido en pleno suelo;
inmédiaiamen:l:e encendieron dos candeias de cera de abejas benditas y regaron de lágrimas cerunas el cuerpo de la embrujadora; hecho el trabajo y aspergeada la casuca de agua bendita emprendieron el regreso a El Panteón.
Tres campiS±os se fueron a llenar la comi– sión que llevaba a la concierfería de Río Ne– gro y los demás Se quedaron haciendo com– pañía a la Nanita y los suyos.
La regada de lágriInas de candelas de cera de jicote benditas sobre el cuerpo de la bruja era la sentencia de muerte de ésta, pues ya no podía su alma aunque le quitaran la mostaza regada a su vera volver a coger su vehículo terreno; y enterada de lo que habían hecho con su pobre cuerpo que a pesar de la vida que le había dado todavía era apetitoso, pidió perdón a todos y suplicó pepenaran las semillas para irse a morir junto a su cuerpo a su rancho. .
-Nada, condenada, le dijo la nuera nieta de la I'l'orita, te dejarnos con vida hecha burra para que pagués todos los males que has he– chos ¡ y agorifa mismo vamos a ir a darle fue– go a tu embijaguado para que se queme tu pellejo, que quemado el bruto, el Malo no puede quitarte la vida, y entonces te morirás hasta que Nuestro Señor Padre Jesús se com– padezca de tus penas y te llame a rendir cuentas Irebandida!
Tres días y tres noches estuvo la borrica presa y a la media negrura del tercer oculta– miento del sol le dieron fuego al rancho de la cautiva con todo y el cacaste supino que guar.,. daba, luego le quitaron la mostaza a la ma– leficiosa, la jalaron hasta las pavesas negrus– cas de sus restos y en presencia del montón de sus cenizas, soliándole una jáquima ben– dita que le habían puesto, le dijeron:
-Andá malq,i±a a comer zacate y padecer de hambre hasta 'que Nuestramo lo quiera.
Luego la liberaron y cuentan hoy los ve– cinos de El Panteón que todavía vaga en las llanerías de Tierra Azul y Los Molejemes una asna flaca, pellejoaa, garrapatosa y guirocha esperando la llamada del Divino Jesús para rendirle la cuenta de sus pecados; y que si no fuera que ña Luisa Alonso tiene piedad de la pobre borrica ésta sufriría. doble suplicio, pues la Alonso le da posol agrio todas las mañanitas para que se alimente la infeliz ya que no siendo burra real no sabe ni puede ni habría de aprender nunca a comer la felpa encantadora de los gramales que visten de eterno verdor a los llanetes y llanadas de los contornos de aquellos lugares paradisíaca– mente bellos.
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