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« Previous Page Table of Contents Next Page »pencazo se lo zampó en plena jupa y con la punta del cabres±o le alcanzó de lleno en un ojo y también el rabito del otro dejándolo me– dio choco o choco y medio me imagino yo, pues aquí apareció hasta el medio día que me lo lrajo ñor Chico Saavedra que veniya de allá Abajo, completamente hecho una bijagua de rancho viejo, pues ±raíya hecho tucos iodos los trapos que lo cubriyan.
-¡Caracoles! como dice Elutaro Acosta cuando se sorprende de algo; y qué le desem– buchó el pobrecito, cuando lo tuvo aquí, des– pués que se lo dejó ñor Chico'?
-y qué había de desembucharme el mu– chachito, si estaba hecho un alma de Dios y si ay no masita de la penquiada se le juyó la cabeza y desde entonces quedó juido por com– ple±o, y apenas medias palabras mastica de ±ardi±o en ±ardito.
-y cómo ha hecho entonces para cono– cer la pasada, ma LeoncHá'?
-Pues, por lo que de vez en cuando cuen– ia él, a cierias horas en que parece que se le limpia la mollera y 10 regresa la jupa medio clarol1iadHa, después yo he juntado los ca– bos y he sacado en claro fodo lo que fe he dicho.
-y la bruja quién sería, ma Leoncifá'? , -Allí esfá el secreto hijito, no Jo puedo echar de la boca, pues si lo zumbo no se cura mi peloncifo.
-Cuanto sienio ma Uoncitá, esa pasada que me acaba de contar; agora voy hablar con los muchachos para persogar los caballos, tragar un pinol y después que nos desocupe– m9s, ya iodos juntos, vamos a oyirle deteni– damente el cuento que tal vez en algo poda– mos ayudarle, pues entre los sabaneros hay uno que es muy listo, entiende brujerías y gusfa de curar hechizos cuando en sus manos esiá la posibilidad de desbaratarlos.
Narciso se levanió, se fue a buscar a sus campisios, ya con ellos los puso al corriente en dos manazas de la desgracia que sufría la po– bre anciana, luego les dio las órdenes pedi– nenies para que arreglaran las bestias, saqueó junto con los camaradas las alforjas de meca– fe henchidas de comestibles y cuando esfuvo fado listo y bien llena la barriga de cada uno, entró al rancho junio con los compañeros para seguir buchoneando el caso con la cenfenaria amiga.
An±es de dar principio a la farea de sol– tar la singüeso, el Mandador de Campo por un podillo de la pueda de la cocina que da al fondo del encierrifo trasero hizo esfuerzos por penetrar el seno de la obscurana que ya se había hecho completa y lanzó por esfo una mirada lenia e inquisidora a la profundidad de la tiniebla; en vano sus charolas recorrie– ron el falchocofe impenefrable que invadía in– diferente el corralillo del ranchejo, pues ape–
nRS una que aira quiebraplata errabunda cu– ya fosforescencia enchaquiraba la negrura captaron sus pilas al infentar iniernarse en el ±alchocotaje de la noche.
Con recelo y daBazón la vista del grupo de camaradas que con cierío femorcillo ha. bían seguido Jos pal30s de su mirada sobre el fondo sin fondo de la negrura felina; cuando enccmiró algo qun decir después del atisba. miento, el charoludo sabanero firó sobre 1&
nanifa la angustia de su pensamiento ZUmo bada en el rayo de su mirada de amigo rús. tico y sincero y se voloó así su pensar:
-Ma Lioncifá, yo inmagino que debiera de ir Abajo a buscar remedio para el mucha_ cho; esa suciedad de la noche me da mal es– pina y no se por qué creyo que es maldad de la misma burra que quiere hacerle algo ago. ra valiéndose desemejant~ oscuranidad; no te parece Carrneló?
El aludido estaba en el otro mundo com– ple±amen±e absfraído y no fue sino hasta qUe oyó su nombre repe#do por afro de la com– parsa, q'Ue esiaba a su costilla, para que con– testara, que logró volver en sí y masticó semi asustado:
-Qué es lo que decís hombre, Narcisó'? -Pues que ma Lioncifa debe de ir Aba-jo a buscar remedio, pues esta osc'Uranidad no es natural parece que es maleficiosa.
Lo mesmo me digo yo, y cuando me ha. blaron fenía pues±d el oydo iras un ruidito extraño que se siente venir entre las guayabas del Jada de Las Maderas y que parece que es de alguna mona qlie sa1±a de palo a palo y Se risoteya a veces.
-eSe riso±eya'?
-Si compañeró, se risofeya y quizás ven-ga derechiio a la guayaba coposa del patio donde llorará la bruta para meternos en juco.
-Debe ser así cuando lo decís.
Juan Paz que estaba vecino al fuego, di~
jo lentamente: .
-Oigan muchachós, la mica se jajayeya y parece que viene puesta en camino para aca.
Ma Leonza que no había hecho mas que escuchar, se incorporó y luego dijo:
-Esperen un ±anfi±o, voy a :traer agua bendita y una cruz para que nos defendamos.
Ma Leonza fue' a buscar los utensilios sa– grados y ya de vue1±a di.jo afligida:
-Sí, muchachós, es la bruja la que vie– ne, pues al agarrar la curz me la arrancaron de las manos y me cosió un mundo hallarla.
Mejía dijo al punía:
-Carmeló, a ver la daga de Cruz que voy a clavar mi sombrero en la fierra para que esía lépera no nos maleficeye.
y haciendo de lo dicho un hecho, se salió un poquito afuera y puso en mero paHo el sombrero y la cu±acha de cruz clavada sobre la teja cie palma para amarrar o detener a la mica según su pensamiento y la creencia ge– neral fueiana que lo confirma así.
Carmelo era el sabanero entendido en brujerías al cual se refirió Narciso anfes de irse a ver que la campis±ada arreglara laS caballerías para que estuviesen lisias para la mañaneada.
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