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« Previous Page Table of Contents Next Page »grupera; felizn:¡ente ,no caí. Así segutmos hasta la osesión de Onofre Miranda, donde Casco dispuso
~¡¡.e noS quedásemos esperándole mientras él iba a la casa de Cornelio a buscar una grupera para.rnisilla. Serían las 10 ' /. p.m.; la luna estaba muy brIllante, y corno la posesió~ de Miranda esiá a 1';\ vera d~ un can.ino n.uy traileado, Rocha y yo tenlamos mIedo, en la casa todos dormían. Corno Inedia hora después volvió Casco con la grupera y seguirnos nuestro viaje. A poco anda¡' nos j'llnlalnOs con Garay y Gu;!iérrez, que ya esfaban fas;!idiados de esperarnos. Caminamos por ¡¡fajos corno media legua hasta llegar a un punto don– de teníam?s que ~>ntrar al c8;mino real de Rivas len
J~sús Mana). Alh ponen caSI todos las noches un re– tén d~ la gua.rnici<?n de Nandaitne. Era un paso peTi– grosíSImo. DlspuSJrnos que Gsray fuera a caballo y CasCo a pie a ver si se podía atTavesar sin serio riesgo de que nos agarrasen. Fue tanto el mi,edo que, Ilenti– mos duranl~, el rato que. esperarnos el resultado de esfa inspoCClon, que elltuvlmos tentados a volvernos al Cl'áfer. Regresaron los exploradores y dijo Casco que él creía que se podía pasar. Con el credo en la boca salirnos al cam.ino real; no fue pequeño mi asombro al adverlir que es:l:ábamos en la abra misma de Jesús María; pero subió de punto nuestro terror cuando Cas– co' nos declaró que por el camino real seguiríamos hasta llegar a las Enramadas, pues de noche no se po– día andar por veredas. Mil veces nos arrepentirnos de haber salido d", nuestro escondite con un vaquiano que se guiaba, por los alaznbres, ~,el telégrafo y cuya audacia excedm a tOda ponderaClon. ~ eso de la 1 1
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p'e la ml.ldrúga.da encontramos al correo del Gobierno, lo' que 8.um",ntó nuestro pánico, y poco después nos dieron bueil sus10 unas carretas que esíaban paradas en medio del camino. Las 3 a.m, serían cuando 11ega– fI10s a las Enran'ladas. El dueño de esía posesión (Vi– cente Pedrozal 10=ó un farol rústico y nos gui,ó 'por Ull sendero endiablado a un poírero suyo que se halla en la margan derecha de Ochomogo. Hasía entonces nos sentimos lranquilos. En el potrero dormimos has– ta las 7 de la mañana; a esa hora fuilnos a bañarnos al río, cuya agua estaba friísúna, y luego, porque en el poirero no había sombra ninguna, nos instalarnos co– mo una padida de gitanos, en el nlOnte que se en– cuentra al occidente. Resolvhnos pasar allí todo el día
3 porqúe nos seniimos desvelados y rendidos.. Un hijo de Pedroza, niño de .lO años noS trae la con¡Lida, De pronto se nos presentó a caballo un individuo de Nan– daime llamado Cirilo Vega, que se mantiene en las f,nramadas y, se halla en conf;ltantecomunicación con
~Jamuel Tu]a....era. y nos dijo que ya. vienen los eITligra– dos que éste ISamuel.l lo sabe bien. Propúsele que me le llevara un papellio mañana, si podía volver con la contestación .antes de la una de la tarde, hora en que yo debía salir para Belén, y aceptó. Es±o me cau– 'sa gmn complacencia, pues me horripila el viaje a Li– beria en las condiciones en que voy, porque si bien es verdad que Pedroza ofrece llevarnos hasta Belén sin que 1engamos que dar un solo paso ¡;:Jor el camino real, no puedo esiar seguro de hallar 'un buen guía que nos lleve de Belén a la frontera. A campo raso dormí anoche en una hamaca, pero Icon qué profun– do sueño! Después que tornamos café y cuando hube ,despachado a Ciri¡o con =i esquela para SaITl'l.\el, fuimos a bañarnos en las limpias y frescas aguas del Ochomogo. Si la contestación que me traiga nü men– sajero no es satisfactoria, saldré. de este monte maña– na, pues Pedroza no puede ponerse aníes en camino.
IlNERO B
E
· Por tres días no he p.odido escrib~r. en este diario. 1 marles 4 cuando yo esperaba a Clnlo Vega en el monte que se halla al oeste del potrero de Las Enra– mé!das, Se me presentaron a caballo Samuel y José
~~~:>n Talavera hijo. Con acento de gran seguridad me lJeron que rn.on±ase il;lmediatamente y Ine fueae con ollas a su escondite del Volcán, me manifestaron que
~b6 debí~ verifi~ars~ la invasión, y José León agrega ',,_?n
E~nq1ie, .Sl ,el Jueves no hay nada nos vamos a
~sta RIca, -yo lo saco".
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}iÍuy contentos ~ontamos y después de haber ~a-
lido de aquel Inonte caminamos media milla por el camino real (serían la una y ITledia p,m. l hasta llegar muy cerca del Paso Real. Los Talaveras fuéronse a almorzar a la casa de la hacienda de Faus±ino Arella– no; pero antes nos pusieron a nosotros entre el ITlOnte corno 200 varas a la izquierda del camino real. Se me ha puesto, tal vez me equivoque, que Cel'lco ....iene contrariado. Después de una hora de espera llegaron los Ta.laveras Y. junto con ellos Dionisio Monterrey. uno de los más perseguidos por las autoridades. Por veredas, y en ocasiones rompiendo monte, nos dirigi c lnos al Volcán. Estaba aquello tan cerrado que alboro– tarnos a±ropeyándole un avispero corre coyote que nos acribilló a pinchazos; yo salí con sole;> un piquetazo en la oreja derecha. pero ¡cómo me dolíal
En un lugar que llaman Nagarotito dejamos a Garay y Gutiérrez quienes formarán desde ahora parte de un cantón que tiene aquí Samuel Talavera. Noso– tros seguirnos para la casa de la hacienda y de alli al escondite cuya entrada Ine pareció, aunque menos agreste, más entroncada y dificuliosa que la del que teníamos en el Cráier. Encontrarnos en el dicho escon– dite al Dr. Macario Aragón de Nandaime, que como nosotros, anda hu-yendo desde el 18 de septieITlbre dél año pasado.
Me agrada esíe campamento; paréceme más inaccesible a las escolias del gobierno que los ranchos donde antes he estado; la temperatura aquí es. algo menos ardiente que la de Granada y la comida es baslante mejor que la que nos daban eil la montaña de Aguirre y en el Cráter. Lo malo es que hay en la noche buena cantidad de zancudos, y yo duermo en una hamaca a cielo abierto.
Antes de salir del monte de Las EnraITladas escri– bí a la Bela una carta que 'llevó Pedroza en la que le digo que me he detenido en mi camino' porque 'me han hecho concebir ciertas esperanzas, que Se vea con doña Cannela Chamarra y trate de averiguar que hay de nuevo.
Pasarnos el día 5 sin novedad ninguna haciendo suposiciones sobre lo que me contestará la Bel!;!. En la ITlañana fuí con Rocha y José León a .baña~e al Ochomogo. En la mañana del 6 vino Pedroza con la contestación de la Bela que es por extremo desalenta– dora. Nos sentimos todos tan tristes que dispusimos enviar a Casco a: Liberia, yen el aeto ponernos esfo' en ejecución, Lleva una caria que Samuel y yo firmarnos para don José Chamarra, Nemesio Marlínez, Panocho Castillo y otros en la que le rogarnos que nos digan la verdad acerca de la situación. Con Casco Se van hasta Rivas, para hablar allí COn Manuel Antonio Carazo, Dionisio Monterrey y León Talavera.
El 7 poco después de Inediodía, regresaron los dos aInigos "'.ntes citados: traen excelentes noticias y vienen tan satisfechos de lo que Carazo les contó, que resolvieron que Casco no siguiese para Liberia. Dicen en resoluc:ión, que de sábado a lunes empezará la ma– rimorena. Por ellos sabernos también que don Eduar– do Beecha acaba de llegar a Cosia Rica, habiéndolo sacado de Nicaragua el guía Juan Obando.
En la tarde viene la n\Bla no±ic:ia de que van a cambiar al cOmandante de Nandaime -y que se h,a recibido orden po:¡- telégrafo de aquel pueblo de per– seguir diarian,ente a Semuel Talavera y Dionisia Mon-terrey. '
A eso de las 7 p.ITl. se nos presenfa un mozo de confianza a decirnos que en la caSa de la hacienda están Julián Navarro y el dueño de la Zapatera; Lean– dI'O Zelaya los que traían buenas noticias. Van en el acto a hablar con ellos MOnterrey y José León, los qti.e vuelven al cabo de hora y media con la fresca de que los recién venidos vienen a saber que hay de nU!3– vo. Lo único de alguna imporlancia que traen es la noticia de que los emigrados les pidieron variQs botes los que ya fueron enviados, los cuales botes, suponen ellos, servirán para llevar armas 'a Chontales.
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