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« Previous Page Table of Contents Next Page »la mañana, nos presuadimos Rocha, Casco y yo de que los emigrados son imporlantes, de que no habrá tal invasión y de que todo el alarm.a del Gobierno obedece a los fantasmas que nuestros amigos están viendo. Aunque hacía frío no nos entrarnos al rancho hasta las 8 y allí nos estuviInos conversando corno dos horas Inás. Preocupábanos mucho el pensar que el viernes en la tarde se irán de aquí para Nandaizne y Diriomo la maYOl parle de los mozos que saben donde nos hallarnos escondidos, de seguro se emborracharán y no sería extraño que com.efiesen indiscreciones. Re– solvernos irnos de aquí el 31 a cualquier parle. Amanece haciendo mucho frío. A las 8 a.In. viene Norberlo. Cornelio Casiro escribe a Perfecto, diciéndo– le que es tan grande el alarma en Nandaime que ano– che no dunnió la guarnición, y todos los soldados estuvieron hasta el amanecer con arm.a en mano, que se dice que Paiz está en la Campana y algunos afir– man que ya llegó a San Juan del Sur. No le darnos mucha importancia a estas alegrea nuevas, porque ya sabernos de que fábrícan salen. Norberlo se vuelve a Nandaime Y. ofrece volver el sábado. Hablarnos de nuestro próximó viaje, el cual hemos fijado sin apla– zamiento para el 3 de enero, por la noche, así se lo digo a la Bela a quien escribo hoy por medio de Sevi– lla que vuelve al Cañón.
DICU:~BRJ) 31
~~p~ntoso viento huracanado sop1ó toda la nóche.
Hace frío, pero el viento ha calmado algo. Ninguna es peranza tenemos, es cosa bien resuelta que el 3 d~
enero nos ireInos, De algunos días a esta parle 16s monos como que se han fl'1-miliarizado con nuesh-a
pr~senc~a.. Se pasean franquila=ente por los ál'bol es mas proxunos el nueslros ranchos, y en esl e mismo luomento acaban de pasar por los dos palos de uva en que tengo col,gada la hamaquita de cabuya. A eso de las 4 p.m. viene Juan José a nuestro r¡;¡noho. Nos cuenta que casi todos los mozos se acaban de ir: esl0 nos contraría y nos pone inquietos. Luego nos dioe que Sevilla le dio un mensaje para mi, pero que no me lo trasmite porque voy a querer irme en Séguida. Después de algunas instancias desembucha ,Juan Jo. sé. Me envía ¡;¡ decir Sevilla que ya no habrá nada el
3 de enero y qué el cree que nunca habrá tal inva. sión/ que Octaviano y Nichüo que estaban escondidos salieron ya a la calle, en fin que todo ha concluido En el acto resolvernos con gran satisfacción de Rocha' irnos mañana El las 11 p.m, Ya cesó el viento. Termi~
na el funesl0 año de 1897, dejándome mil ingratos recuerdos. Se han cumplido las trisies predicciones que hice al Dr. Chamarra, predicciones por las cuales se fue él enojado de aquí. Solo faIfa que se realice la úUima. Le dije que quizás vendrían los emigrados en números insignificantes a fines de enero, para que presenciáramos un Saloca trágico. ¡Quiera Días que no se cumpla este siniestro pronóstico!
1898
ENERq ~.
Nos acostamos ayer
El las 8 p.!U. Le dije a Rocha q¡.¡e si esiában\os separados el 31 de diciembre de
1898 se acordara de mí y de la tristísima noche que estamos pasando. Me contestó que de cualquier lugar donde se hallare me escribiría el l' de enero de 1899.
roro hubo viei:lto anoche, pero sí bastante fria. Am.ane· ce el día nuplado y cae él las 8 y media a.m. ligera garúa. Envió a Enrique Guliérrez a la hacienda de Goyifo para que me traiga lo que de mi case me ):1an de haber mandado, vuelve muy temprano porque encontró al mandador de Goyilo en eJ camino: Paso todo el día leyendo los periódicos que me vinieron de Granada. Esteban y Enrique se van a las 6 p.m. a traer lres bestias que le han comprado a Cándido Vélez. Les esperamos en el rancho hasta las 9, pues pensa– lnos irnos ahora, pero a esa hora resolvemos ir a es· perarlos a la casa de la hacienda. Juan José que vino a las 7 de Diriomo, trae de aquel pueblo de las "gua– yabas", unas enormes que le suministr6 don Tallo 'i'ifer, A las 10 nos ofrece un ponche caliente la Ra· mona, y a l¡¡.s cansados de esperar a Esteban y Enri. que, volvemos al rancho con mucho frío.
ENERO 2
A la una menos cuario volvieron Esteban y Enri· que de su comisión, sólo dos bestias trajeron. Como eS ya tan tarde, aplazamos el viaje para mañana. Amanece haciendo más frío que nunca, me parece que el termómetro centígrado no marcaría más de 16 grados. Siento más luiedo que nunca de que venga una e30011a a perseguirnos. Todo lo anterior Jo escribí a las 8 y media de la mañana, luego guardé este dia– rio para continuarlo, como de costumbre, en las últi– mas horas de la tarde. Media hora haría que había guardado mi manuscrito en las alforjas y leía yo en la hamaquita de cabuya un número de "La República", de Guatemala, cuando Rocha que andaba haciendo no se qué en la casa de la hacienda llegó corriendo. "La escolta está en las casas", nos dijo. En el acto fa· me' mis alforjas, mi frazada y las cueras (no tuve tiempo de ponerme éstas J y torné el conocido camino de la tienda de campaña. Rocha y Casco se quedaron recogiendo sus cosas y escondiendo tras de las rocas
y entre la maleza lo que no podían llevar. Cargado con tanío peso caminaba con bastante deficultad, pe– ro para cruzar el río de Oro y en su margen izquierda deposité mi equipaje para descansar. Haciendo esto lne hallaba cuando de la vía opuesta oí la voz de Caso ca que me decía, "Don Enrique, vuélvase, vuélvase". Así lo hice: al juntarme con él me quitó una parie de la carga que nevaba yo y me explicó que todo había sido una equivocación de Catarino, que no era es– calfa la que había llegado. sino dos individuos mono íados, probablemente de la hacienda de Argüello: así era en efeclo. Celebramos fados que la cosa no hu– biera pasado a Inás, y InUY alegremente nos pusimos a qui±arnos las garrapatas de que estábamos cubier– 10s.
ENERO 4
Desde el 2 del cOl,'rieníe a las 4 p.m. no escribo una línea en. esle diario. Vaya apuntar ahora, aun· que sea a la ligera, 10 acontecido desde la fecha y ho– ra citada hasta hoy. Comenzaré diciendo que trazo estas líneas senfado' en una hamaca, en un tnónte que se halla frente a un potrero que pertenece al dueño de Las Enramadas, pósesión situada casi a la margen del río Ochomogo. El 2 a las 4 de la tarde escribí a la Be– la mi carta de despedida, la que envolví junto con la segunda parle de mi diario y entregué a Juan José para que la Heve cuando pueda a Granada, después hice mis preparativos de viaje y enseguida me fui a la casa de la hacienda donde comí. ligeramente a las 6. Las 7 en punto eran cuat1,do salirnos del Cráfer, Ro.– cha, P. Casco, Esteban Gar~y. E. Gufiérrez y yo: Casco es muy vaql1Íano. Vamos impresionados de vernos ell un camino después de 3 meses y medio de rigurosO encierro. A poco de haber salido el viento le lleva el sombrero a Esteban y no puede hallarlo, con la ca–
beza al aire ha seguido. A las 8 pasatnos por la Agua Agria. Cerca de las 9 serían cuando en un recodo del laberinto de caminos por donde andábamos, dejamoS esperándonos (por disposición de Casco! a Enrique Y Esteban, mientras los demás seguíamos a la huerla de CorneHo Castro, donde Casco debía recoger una yegua muy ~uena que tiene y su equipaje. Me monté en la yegua de C:asco y él tomó mi mula. Tan luego sal~JiOoS
8e puso mi cabalgadura a dar corcovos y romplO la
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