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« Previous Page Table of Contents Next Page »juventud q~e se verla asr desenralndi,.de su tradición, al romper con el propio pasado ¡por ."edlo de una solu– ci6n de continuidad sin tener en cuenta el concepto de un gran escritor francés, Etiene Rey, cuando dijo que lila llegada de los jóvenes nunca es tan bien venida como cuando significa el retorno triunfal de los muerlos", re– torno, habría que agregar, con todas sus virtudes y de– fectos.
E" la expresada ocasión manifesté con franqueza que si bien era cierto que el factor humano en la historia del conservatismo nicaragüense algunas veces había su– friClo desviaciones y cometido yerros y algunos de 10s miembros del Partido habían aun cometido crímenes en
él fragor de las pasiones desatadas, jamás estos habían sido exaltados como virtudes y sí más bien habían mere– cido la excecración del Partido mismo, si" rehuir y. dejar de cargar por ello con la responsabilidad correspondiente, el balance final no podía menos que reconocerse como inmensamente favorable si se estudiaba con honrada ob· jetlvidad la actuación pública del Partido.
El balance, tal cómo lo resumí entonces en grandes lineas es el siguiente:
La obra del Partido Conservador ha sido eminente– temente civilizadora, constructiva y patriótica, digan lo que digan sus difamadores de antaño y de hogaño. Fun· . dador de la República sobre las bases inmutables de la alternabilidad en el poder del Presidente y del predomi– nio del poder civil y del orden juridico sobre la dictadura mili.ar, jamás ha traicionado esas esencias de nuestro sistema r~publicano.
Por el contrario ha luchado constantemente por ellas recurriendo haste al derecho de insurrección cuando la dictadura ha cerrado toda otra puerta a la defensa de las libertades públicas y. de los derechos humanos; y si en elas ocasionel se han mostrado enérgico en la lucha y ha puesto pasión en el fragor del combate, siempre se ha mostrado moderado en el poder en tiempos de paz, renunciando a la venganza y respetando escrupulosamen–
t~ los derechos humanos y las garantlas constitucionales. . Limpias de sangre y de peculado han estado siem– pre las manos de sus gobernantes. Perdidas sus fortunas en la llicha contra la dictadura del General Zelaya, empo–
br~cidos a fuerza de contribuciones, multas exhorbitan· tes, saqueos de sus establecimientos comerciales y
negocios y destrucción deliberada de sus propiedades por la persecución política, no aprovecharon jamás el ejerci. cio del poder, no digamos para adquirir una fortuna que nunca habían tenido, sino que ni siquieran lo a,provecha– ron para resarcirse de lo que el poder arbitrario les habia arrebatado.
La pureza administrativa, la austeridad en los gastos públicos, permitió a los gobiernos conservadores, en me· dio de grandes sacrificios, reconstruir la economía nacio– nal, valorizar y estabilizar la moneda, como medida de justicia soc!al más que como puramente económica, crear el Banco Nacional, renovar completamente la via férrea del F~rrocarril nacional y todo su material rodante, todo ello valiéndose de empréstitos negociados en honestas condiciónes, digase lo que se diga por los difamadores del Partido, y administrados con escrupulosa honradez de manera que la obra realizada mediante ellos, estaba en pie y en condiciones florecientes cua~do el Partido entre– gó el poder a su adversario histórico si", léuarle un solo centavo de deuda I trtulo de eSQs empréstitos.
y ahora que .e est' contemplando la solución del angustioso problema de la tilma" vale la pena record.r la recuperación que hizo el Partido Conservador de enormes extensiones de nuestras mejores tierras dadas en conce· siones ,por el régimen liberal a compañías extranjeras, todas ellas an",ladas, la mayoría sin pago de indemniza– ciones y. algunas con indemnizaciones muy moderadas, por medio de la Comisión Mixta de Reclamaciones.
y la mayor obra civilizadora del Partido Conservador fue devolver a la Iglesia Católica sus derecho.s espiritua– les y sus libertades en forma tal que esa obra civilizado– ra ha tenido que ser respetada por los gobiernos liberales que le sucedieron.
En el campo de la cultura allí están como monumen– tos de imperecedero testimonio, los colegios fundados para la formación de maestros como el Instituto Pedagó– gico de Managua que está por celebrar su cincuentenario y en donde se educaban con beca, que inelula no solo educación sino alimentación en el in~ernado y libros, be– cas que eran distr,buldas sin discriminación polltica. To– do ese fl~recimiento de Colegios p~ivados religiosos, la mayoria de ellos fundados durante el ejercicio del poder de los gobiernos conservadores es obra de la política educacional del Partido Conservador de apoyo a la ini– ciativa privada, sistema que se han visto obligados a conservar los gobiernos liberales que les sucedieron no obstante su dogmática laicista. Otra ,prueba de la influen– cia civilizadora del Partido Conservador.
Por lo que hace a la política internacional, campo en que la difamaci6n ha contribuido más que nada 8 crear el compleio de culpa en algunos elementos de la juven– tud conservadora, el Partido Conservador no trajo la in– tervención, sino que se vió precisada a sufirla desde su iniciaci6n al tener que someterse a los términos que siem· pre se imponen al vencido al negociarse la reanudación de relaciones después de su ruptura, como lo ha demos– trado, con apoyo en documentos de la época, el Dr. Caro los Cuadra Pasos en su notable disertación sobre la intervención en el seno de la Academia Nicaragüense d. l. Lengu", publicada en un número interior de esta mis– ma revista cuya lectura seria muy provechosa para 101
jóvenes conservadores que no lo hayan leido.
De lo que el Partido Conservador debe gloriarse, más bien es de haber contribuido a convertir esa dura intervención, en polltica amistosa y de benéficos resulta· dos para el pais, gracias a la habilidad politica y diplo– mática de sus estadistas y a su gran visión que los hizo comprender que ante la realidad del poderio incontrasta· ble de 10,$ Estados Unidos, en vez de antagonizarlos y provocar por medio de una política de hostilidad estéril, una intensificación de los resortes de la intervención en mayor detrimento de nuestra soberania, habla que mos– trarse amistosos con el gran poder y dispuestos a coope– rar con él en todo aquello que significara la defensa de los intereses comunes, para lograr así el respeto de su soberania al sembrar en su ánimo la semilla de la con– fianza. Ese concepto de la confianza que se consideraba como compromiso de 101 Estados Unidos para respetar nuestra soberanla fue ex,puesto poi' el Presidente don Adolfo Diez en el discurso que pronunció el 6 de Marzo de 1912 en un banquete ofrecido al Secretario de Estado Knox en los siguientel térmJnos:
"Esa amistad sincera entre el poderoso y el débil es en ambos meritoria. En el unO por el altruismo, e~ el
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