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Mateo éUando la caca10ta de los celos le tie– ne emponzofl.ado el corazón; mas cosa. curio– sa no se ,crea que Hernández se ±raslada al rancho de los muchachos, no, nada, de eso, son éstos ios que se pasan a la vivienda del padre a quien la Luz lo deja solo tan luego comienza a parar el rabo por cualquier macho de su agrado y esto precisamente, es el dolor de cabeza de Mateyito, que lo de más no le interesa, pues lo que su esposa hace apenas es dis±raerse con los amigos sin ningurta clase de malda,des, qué menos que de infidelidades

verdadera~, se molesta porque por irse de juerga y andar de arriba para abajo es que hablan de ella sus malquerientes y no porque ande cometiendo pecados indecentes con los juerguistas con que juergueya, por eso es que se molesta simplemente este raro ejemplar de esposo rural autoetono.

Su ptra hija llamada Ramona goza de plena soltería y al propagador futuro del ape– lativo del progenitor le pusieron en la pila Juan y en el rancho le nombran Juaricito, que para desgraCia del buen indio padrote le sa– lió rengueado por n:J.aldades de la luna a quien los indígenas y los que no son jinchos también le encaraman todas las degeneraciones de la prole calumniando así a la plácida ±roteadora celeste que según piensan los entendidos ja– más le ha hecho daño alguno al barro huma– no, por lo menos en eso de las rengueaduras, ñajuras, etc.

La LUz es una rodanta natucha que un día de tantos llegó desgaritada de los casca– jales mineros de La Liberfad, en busca de unos sus familiares que ya se los había engullido el endiablado Musún cuando ella ~os vino a sabanear, fue de una cañada a otra, recorrió las dos vertientes y después de vagár por to– dos los flanc:os vino a convencerse que de los Pl'irientes que buscaba sólamente el patrón a donde habían sentido sobrevivía y este era litar Diego Pérez quíen la recogió y le dio abri– go bajo su techo honrado, tornándola como hija de casa para mientras la "indigestita" re– solvía de sus encantos hipotecándolos a cual– quiera de los b\lenos ajusteros o fajineros mo– cetones con que 1'3"01" Diego cultivaba su campo.

La nueva hija de Pérez fue apodada por la jinchería con el curioso remoquete de La Rodanta, es decir, mujer que llegó rodando sin saber¡;e de que cañada veníal donde ñor Diego pasó La Luz el resto de sus años mOZOS, muele que muele maíz, pone que pone nista– vol, lava que lava nesquiza, por la madru– gada, al meridiano y en la tarde de todos los días de S1V permanertcia en aquella plácida

vivien~a Ae

su. protc::c~or desinteresado .quien la deshnoia tales OÍlC108 porque la mUJer no ha de ei¡Jtªr desocupada para que no tenga tiempo, d~' pensar mal decía el noble viejo,

hast~ qu~" un día la pidió Mateo Hernández para la prueba del noviazgo, a lo que :&01"

Diego por ser semi-ladino, aunque nacido y creado en las colinas, se opuso de principio rotundamente, mas accedió a Ja, petición re-

funíufiando después de ca.~i1ar y ba1ancéar lt\ cosa, porque aunque no le gus,taba la costum." bre qu~ la, conceptuaba asalvajada, temió ló– gicamente de que la llevara de contraban– do el pretendiente, por lo que, pronunéió el sí con tristeza y atormentado, a pesar de que comprendía que el fuhiro yerno pcilítico que se iba a echar era el mejor hijo que podía llegarle porque lo juzgaba. el natucho más honrado a quince leguas a la redonda de su predio, en lo cual le sobraba la razón.

Mateo con todo de ser natucho puro com– prendió a su manera de ver la cosa, la sana y buena pesadumbre de su patrón y para no molestarlo le pidió un cuadro de tierra pa,ra plantar un embijágua,do confortable. El andiá.~

no consiritió al momento y en menos de una

sem~ma ~n raného amplio y hermas?, cómodo y bIen dIspuesto se mostro a los OJos de los curiosos en el límite de la finca de 1'3"01" Diego con Los Encuen±ros, encierro de don Juan Ma– renco y el sábado de ramos de una cuaresma ya disíante la Rodanta se echó en los brazos de su prometido y fue a gozar el ancho ía:' pesco que el indino enamorado le había conS~

±ruido de cañas bravas partidas longitudinal– mente y luego de extendidas y bien abiertas las cilíndricas varas, la yacija la colocó y ar– mó a prueba de miradas indiscretas en un án– gulo de la vivienda, para mientras transcurría el curiosísimo jaleo.

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La jaleitcia rtafucha es algo sui generlS, curioso, sin paralelo. y atrabiliario para los ojos de los extraños al ambiente que ju¡¡;gan primitivo y hasta inmoral el método que si– guen y el oual consiste en lo siguiente:

Se presenta el novio ante los padrinos de la prefendida ~i estos se hallan a mano, o donde sus padres verdaderos o adoptivos o

J:jiEm al patrón a quien sirve la prometida si ésta no va a la casa de sus progenitores con frecuencia, lleva un pequeño presente de ver– duras, carne de monte 'o cangrejos gigantes que habitan las san,graderas montañeras y después que le han contestado aquel obsequio con uri guacal de pinol o pozal agrio o bien con cualquier merienda expone con naturali– dad inimaginable que ha pensado casarse con la fulanita y que para ello solo le hace falta la aceptación de quienes la gobiernan, pues ya está convenido con la muchacha la que 'Ya encontró caballo para correr San Juan, a lo cual él se ha prestado gu~tosísimo para que lo "barajusíeye" en su lomo y que lo uniquito ql,le le hace falta: es el conse:p.tirniento indis– pensable el cual vengo a suplicár13elo, ~e lo de, para señalar la época en que vamos a ca– sarnos la cual puede ser la semanasanta,b el día de Santiago o el siete que es el de la Vir– gen, se refieren al del mes de diciembre, con que dig,a lo que resuelve que a~bos esíamos desesperados. . . . , Si la solicitud es hecha ~n Casa de la pedida y ella está presente y los paCires acep~

tan, entonces, para comenzar el noviazgo el

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