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tura'mente, haría caer 'a fruta madura en su regazo. Era, pues, mi tarea preparar el último pago para libertar el Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, no dejar un solo bono sin pagar y cancelar todas las obligaciones de Nita· ragua con los banqueros de Nueva York, es decir, dejar 11

Nicaragua libre de todo compromiso y en posición de es– tructurar una nueva economía.

El trabajo era de ,paciencia y el día del vencimiento, sin estridencia ni bullanguería, cumplimos nuestra obliga· ción a cabalidad. Me dí el gran placer de quemar con mis propias manos los últimos bonos de Nicaragua y red· bir la certificación de que Nicaragua había cumplido exac· tamente todas sus obligaciones y que quedaba absolula· mente libre de todos sus compromisos con los banqueros, de todos los onerosos compromisos desde la Presidencia de don Adolfo Díaz hasta 'a fecha y que costaron a Nica· ragua tantas vergüenza:;, sudores y sangre.

Fui a Nicaragua para dar cuenta de mi gestión yen· contrar una fuerte corriente de opinión que quería que el Ferrocarril del Pacífico pasara a ser manejado por el Go. bierno y un funcionario hasta tenía preparada la lista de las personas que se harían cllrgo de los puestos claves. En el Consejo de Ministro,S me opuse a semejante proyec·

to, ,porque el Ferrocarril que había estado manejado por una compañía americana y fiscalizada por contadores pú– blicos tenía un valor reconocido en el mercado bursiÍtil ele New York, y por consiguiente, en caso de necesidad o para propósito del desarrollo de los ferrocarriles en Ni. caragua, sin necesidad de contratos especiales e hipote. cas, sus acciones serían recibidas c9mo colaterales en cual. quier Banco, y porque su manejo di.recto por el Gobierno causaría un demérito en su valor y la politiquería restaría fuerza a su buen manejo. Estando en período electoral este paso sería aún más peligroso. Preferible era dejal'– lo como estaba y nombrar la nueva Directiva con nicara. güenses de bue'1a ,posición moral residentes en Estados Unidos y que la nueva administración dictara las leyes neo cesarias para clejarlo siempre como una Corporación autó. noma, aunque el Gobierno no pudiera nunca en¡¡jel\ar más del 40% de sus acciones.

Mi prop,osición fue bien aco~ida por el señor Presi. aente Martínez y el Gabinete, y la Directiva fue integrada con dCls nicaragüenses más de filiación liberal, los docto– tores Timoteo Vaca Seydel y Aníbal Zelaya, ambos profe. sionales, de buena posición y patriotas. No obstante, sin embargo, dé que el doctor Román y Reyes concurrió co– mo Ministro que era, al llegar al Ministerio de Hacienda con el Presidente Solórzano, insistió en deshacer la Direc– tiva y la forma de Corporación. Hubo larga y tenaz lu. cha pero al final triunfó la tesis liberal del manejo direc· to del Ferrocarril, cuando los liberales llegaron al Poder. Claro está que el Ferrocarril ahora es un mamill'racho que apenas da para mantenerlo en precaria situación. El Presidente Martínez, como sucesor de don Diego Manuel Chamorro, había cumplido con el seguncb postu· lado señalado por éste como metas a alcanzar en su ad· ministración, y esta vez, Dios Todopoderoso, que protege a los desvalidos, nos dio 111 oportunidad para completar la obra, pues el Banco Nacional que, manejado por los ban– queros, s!n ninguna vigilancia del Gobierno, ni más ley que la concesión otorgada en el amanecer del gobierno de don Adolfo Díaz, era una espina clavada en el corazón de nuestra economía y acaparaba toda la vida económica de

Nicaragua, fue puesto en liquidación junto con los otros Bancos que ellos controlaban en otros países suramerica. nos. En cuanto me informé de ello, fui a v,er a los Iiqui. dadores que también se encontraban en la dificultad de venderlo por el hecho de que la Concesión· establecía que el Departamento de ,Estado nombrara un DirllctoT del Ban· ca con el propósito, se decía, de salvagu~rdar los intere– ses minorit~rios de Nicaragua. Por supuesto qu~ los mil. yoritarios se agenciaron para que el nombrado por el De– partamento, aunque reconocido economista y Profesor, fuera siempre escogido por ellos.

Ya la liquidación estaba hecha numéricamente sobre la misma base que rigió para los otros Bancos, o sea por el monto de los créditos y haberes efectivos y sanos, y un arreglo por mitades de I:ls cuentas malas o dudosas. Pro. puse a los liquidadores, encabezados por MI'. R. F. loree, del Guaranty Trust, -que ni siquiera sabí¡¡ el lugar geo. gráfico doncle esl·aba ubicada Nicaragua-, me eliera una opción de 90 días, que por las circunstancias yo pedí que fuera absolutamente secreta. Mr. Caley que estaba en Bluefields en camino p:lra New York, recibió instrucciones de regresar a Managua y esperar allí instrucciones, pero sin decirle ni media palabra del negocio.

Con la opción en el bolsillo fui al siguiente día al Departamento ele Estaelo para ver si no había objeción de su parte, ya que elles participaban en el manejo y habían sido parle de gran influencia en la obtención de la leo· nina Concesión. Las pocas veces que por mi cargo hube de ir al Departamento de Estado, siempre me las ingenié para hablar con el Secretario mismo. Esta vez presenté el caso al señor Hughes y le mostré la opción. El solamente me preguntó si Nicaragua haría la compra al contado y al contestarle que sí, me dijo: "Señor Tijei'ino, no solamente le cloy mi aprobación sillo que lo felicito cordialmente y le deseo completo éxito".

Como de costumbre, estaba ,presente el Oficial Mayor para asuntos centroamericanos, por lo que me ,permití in– sinuar al señor Secretario que, siendo la opción absoluta– mente secreta, para evitar que 'a operación se convirtiera, dada la situación política electoral, en bola de balompié, le rogaba dar sus instrucciones al Oficial Mayor allí pre· sente para que no se colara la noticia a ninguna parte, menos a Nicaragua. El Secretario dio inmediatamente sus órdenes y así fue cómo en Nicar;laua nadie sabía na– da, excepto el Presidente y el Ministro de Hacienda, que lo era mi hermano Perfecto, quien debía preparar los fondos para hlleer uso de la opción al lIesar yo a Ni– caragua.

La noche de mi llegada a Man1igua, tuve una confe– rencia privada Con don Bartolomé ,para mostrarle todos los Balllnces del Banco y demás documentos pertinentes. El Ministro de Hacienda presentó la lista de los fondos disponibles y faltaban para hacer la operación, muy tem– prano elel siguiente día, cosa de 200 mil córdobas. Pero el Gobierno tenía un fondo especial de Instrucción públi· ca ele cerca ele 300 mil, mas des~raciadamente no estaba en la Capital el Ministro, don Pablo Hurtado, que tanto respeto y consideración nos merecía, y fue con gran re– luctancia que el Presidente autorizó el uso de ese fondo. Ante mi ilrgumento de que estaba seguro que don Pablo, un patriota, no vacilaría en autorizarlo tllmbi6n si estuvie– ra presente, además de que el uso de ese fondo sería solamente de unas dos o tres horas, ya que inmediata-

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