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« Previous Page Table of Contents Next Page »mente que el Banco fuera totalmente de Ñicaragua le ha– ríamos un préstamo al Gobierno para reponer ese fondo de lnstrucdón Pública. El Subsecretario, señor Pedro Joaquín Cuadra Chamorro también estaba ausente esa noche en Granada, y él, sin duda alguna, hubiera apro– bado gustoso la transacción.
Al siguiente día, cuando se abrieron las puertas del Banco, ya estaba yo es,perando con todos los documentos necesarios y una carla de los dueños del 51 % de las ac– dones del Banco y ele la Compañía Mercantil de Ultram~r,
ordenando al señor Caley que contra la entrega del mon– to convenido, desde ese momento considerara al Gobier– no de Nicaragua como dueño de la totalidad de ambas entidades y, por consiguiente, obedeciera las instruccio– nes del Ministerio de Hacienda.
El señor Caley se sorprendió mucho y me dijo que unos minutos antes él habría apostado todo su capital a que el Banco nunca pasaría a ser del Gobierno y ensegui– da llamó al doctor Zepeda, abogado del Banco, para ha– cer la entrega. El doctor Zepeda, más sorprendido aún, dijo que él no firmaría nada si antes el Gobierno no daba una constancia de que no haría ningún reclamo a los banqueros Seligmait & Cía. por el manejo del Fondo de Cambio. Aunque los mencionados señores ya no eran dueños de nada en el Banco, y al traspasar sus acciones traspasaban activo y pasivo, comprendí que lo que el doclor Zepeda deseaba era poder salir ,para hacer bulla, como se verá más adelante. El reclamo era baladí, te– niendo en cuenta que el Gobierno jamás fiscalizó las cuentas del Banco y que tendríamos que ir a pedir justicia a los tribunales de New York. Lo importante no era un millar más o menos de córdobas sino la satisfacción de libertarse de la fatídica Concesión Bancaria que nos ataba por 90 años. Asi es que accedí y el traspaso se l1evó a
~~ , .
Pedí al señor Caley su continuación en la Gerencia mientras organizábamos la Directiva en ·New York y se emitían las leyes correspondientes. Le rogué también que equipara dos ventanillas más para pagar inmediatamente todos los cheques y retiros de fondos que· el público so– licitara. El Banco tenía amplios fondos en lós depósitos del Gobierno para pagar hasta el. último centavo. Sabía que los funcionarios americanos que: en provecho propio nos venían explotando, validos ·de sus puestos directivos en el Gobierno y en estrecha combinación con los misera– bles nicaragüenses que vivían de recoger las migajas del festín, hablarían de descalabro del córdoba y que pronto tendrían que regresar a sus tierras como simples ciuda– danos y no como amos y señores de nuestras desgracia– das tolderías. Y así fue.
.. Salí del Banco, sin embargo, con la risueña sensa– Clon del gato que se comió el canario, y fuí a la Casa Presidencial.
Ya los americanos que veían perder sus canongías y sus aliados nicaragüenses corrían por las calles sem. brando la alarma, anunciando que el córdoba se iría al suelo y a los que tenían bonos que los estaban compran. do al 305%. Al pasar por casa de uno de 105 principales . exportadores de café, amigo mío, me llamó y me dijo de la desconfianza de los depositantes. Por respuesta le mostré el Balance Básico del Banco a la fecha y le dije
~I? ya habían tres ventanillas '11ás para Ipagar hasta el limo depósito particular y que nos sobraría creo que
más de un millón en Caja, pues· bajo presión mía, haera menos de un año, el Banco hubo de abrir la venta de gi.
rosi que la moneda tenía un respaldo del 60% en oro físico y que pronto, con el producto de la venta de giros, y los intereses por 105 fondos depositados, a la vuelta de un año el respaldo subiría automáticamente al 80%. los depositantes asustados retiraron merios de 60
mil córdobas, y, ya en calma, nadie siguió retirando fon~
dos.
En Casa Presidencial supe que Mr. Roscoe HiII había estado donde don Carlos 50lórzano, fuerle tenedor de bonós internos. le aconsejé al Presidente que llamara á
don Carlos y a Mr. HiII y les dijera que el10s habían como prado sus bonos al 30% y que el Gobierno se los compra· ría ahora al 40%. El Presidente lo hizo, hubo balbuceos de parte de esos señores, más no quisieron vender sus bonos con tan SJl9ura ganancia.
Mas fue désconsoiadór recibir dos días después co– pias de sendos cablegramas enviados a las oficinas del Cable en San Juan del Sur y suscritos, uno, por directivos liberales encabezados por el doctor Julián Irías, y otro, por directivos conservadores encabezados por el General Emiliano Chamorro, dirigidos ambos al Departamento de Estado pidiendo que no aprobara el traspaso al Gobierno de Nicaragua del Banco Nacional.
Confieso que no se me ocurrió entonces palabra pal– ra calificar la conducta de tamaña monstruosidad. No sÓlo la falta de dignidad, sino también, lo monstruosamente tonta. ·EI Plan Lansing que permit.ió la liberación del Fe– rrocarril del Pacífico, fue el principio de la decisión del Gobierno Americano de liquidar la Política del Dólar en sus más groseras manifestaciones y ahora había da~o su cordial aprobación al traspaso del Barico porque encajaba en sus nuevos :procedimientos.
Don Diego f)abía preparado un programa de conci– liación de los Partidos, un plan común de liberación de la Patria que cumpliría cualquiera que fuera el Partido que estuviera en el Poder. Había base en aquellos dias para presagiar esa postura y fue arruinada la perspectiva cuan– do el propio Partido Conservador atacó al G(lbierno de don Diego, con más saña que si hubiera sido liberal, y por supuesto, nada podía hacerse ~i el propia partido en el Gobierno había adoptado una c:onducta de deslealtad y oposición al Gobierno de don Diego. Y ahora esos mis· mos Partidos, en caminos p"ralelos, pedían que les vol· vieran a poner los grilletes de la esclavitud. Ya se verá más adelante cómo el Ministro Román y Reyes cumplió esos postulados esclavistas.
Obsesionado yo con el propósito de aprovechar to– da oportunidad dEÍ seguir liquidando la situación creada por los entreguistas de 1912, dí P9ca importancia, por razón de mis afanes, a los enredos políticos de aquellos días.
En uno dI! mis viajes a Managua encontr~ ya arreglada la candidatura de don Carlos 50lórzano con el apoyo liberal. El Presidente Martínez me refirió las cir· cunstancias que lo habían llevado ~ esa solución y me dijo que privadamente don Carlos le ha1?ia ofreéido que si para llegar a un arreglo con los conservadores del Ge· neral Chamorro, era necesario su renuncia a la candida– tura, con gusto lo haría. Por su parte, los liberales tanibién habían convenido en aceptar cualquiera ofra candidatura conservadora, a excepción de la del General
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