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« Previous Page Table of Contents Next Page »blemente; que todos esos señores sabían el No que les esperaba y que s610 estaban ganando tiempo para sus viejas intrigas. Que su misi6n era en ese año cumplir las obligaciones aún pendientes y dejar libre a Nicaragua de teidas las ob.ligaciones que aún la tenían atada a la tiranía económica de nuestros explotadores, Aproveché el viaje de pilrsona de mi confianxa para enviar la carta al Presi– dente Martínez, quien me llam6 para que le informara personalmente de todo; además de que los banqueros, antes de venirse el General Chamarra, hablan presentado la propuesta de un empréstito, haciendo uso de su c{ere· cho de prelaciót:l que tenían conforme a los compromisos del Plan Lansing, gestiones que el General Chamorro ha– bla trasladado al Consulado a mi cargo. Y, como de cos– tumbre, los plazos Se vencían al mismo tiempo de la elecci6n ...
. Uegué a Managua rápidamente y conferencié con el Presidente desde las 7 a las 11 p.m. Don Bartolomé, con muy buen luicio y patriotismo, decidi6 convocar una Jun– ta de los diferentes jefes de grupos del Partido, que lo habían estado alucinando con la reelección, tesis contra· ria al sentir del Partido y que daría pie para futuras ae· tiones; tales como una acusación en el Congreso que lo declarari con lugar a formación de causa, etc.
Don Bartolomé convocó a los "capitostes" del Parti· do, los que se reunieron en la Casa Presidencial: Chamo· rro, Cuadra Pasos, doctor Zepeda, General Masis, Viquez,
etc~, y este humilde servidor. El Presidente nos dijo: "He hablado largamente con Tijerino y he llegado a la conclu· si6n de que renuncio a toda pretensión y los liberto de sus compromisos de propiciar mi reelección, propuesta por ustedes y que no acepto. Mi Gobierno dará apoyo decidido en las elecciones al Candidato del Partido, pero sin llegar a la violencia, persecuciones, etc. Así que, pón· ganse de acuerdo respecto al Candidato y si es posible lleguemos a un acuerdo también con el Liberalismo para establecer una convivencia pacífica y patriótica.
Dos o tres de los concurrentes quisieron hacerme caro gos por no haber cumplido ton su pedido de ir a recabar la opinión del Departamento de EstaJo. Les repliqué que yo tenia litl derecho de aceptar o no el encargo y ninguna obligación de obedecerles ciegamente. El General Chama– rra le dijo il Presidente Martrnez que lo usual en el Par– tido era que el Presidente decidiera la pugna entre los pretendientes y que él estaba dispuesto a aceptar el que el Presidente indicara. Pero los Qtros, especialmente el doclor lepeda, protestaron y no aceptaron.la tesis de don Emiliano porque creyeron que don Bartolomé, con mi lle– gada, estaba resuelto a designar al .General y propusie– ron mandar al Congreso en consulta la legalidad de la re– elecci6n.
Al salir de la reunieSn, el doctor Zepeda se junte) en el Parque Central con su amigo el Diputado César Pasos y le aconsejó no a-probar la reelección al llegar ese asunto a las C'maras. Mi hermano el doctor Antonio Tijerino es. taba sentado en un banco al otro lado del seto, y oy6 la conversación.
En la reuni6n dé la tarde, yo narré lo ocurrido y pu– se al desnudo la intriga lo que afianzó más a don Barto– lomé en su determinación de ser Presidente de verdad y seguir la polltica de redención de la Patria. Y se form6 .ese grupo de pollticos quijotes que erelan en la sobera-nla y dignidad· nacional. '
Los barbilindos y los Canosos viejos acostumbrados a solucionar en el Club de Granada los problemas pollticos con cínicas burlas o indecentes epigramas, ya no hablaban del Presidente, ni de don Bartolomé Martínez, el viejo je– fe conservador de las Segovi<ls, sino sólo del "indito de Matiguás". las antenas del General Chamarra se cola– ban en la guarnición presidencial averiguando con quié. nes se podía contar en caso de que hubiera necesidad de salvar al Partido y entregar al país a la explotación extran, jera. Mas don Bartolomé, calladamente, fue trayendo su gente, fiel y humilde, a servir en I<ls guarniciones mi– litares.
La pugna estalló abiertamente en el Congreso, en donde los conservadores "genuinos" se negaron a satis– facer los deseos del Presidente de tener como Designado a la Presidencia a un amigo de su confianza. Se tenia el plan de dominar fatalmente el Congr"o para en su oportunidad.
Fui a habiar con el General Chamarra para evitar mayor ruptura del Partido. Le ,propuse que nombrara el Designado al gusto del Presidente, como habia sido cos– tumbre para evitar cavilaciones y ambiciones disimuladas. Que se quedaran ellos con la Directiva del Senado y de· jaran a los conservadores del grupo de don Bartolomé, la Cámara de Diputados, estableciendo asl un armonioso con· trol. No se habla podido elegir Designado a la Presiden· cia por estar empatados los votos. Fui con el General al Senado y el doctor Martinex se negó a aceptar la propues– ta. Hizo dar una declaración tonta en que manifesta~a.
que el anterior Designado quedaba como tal y clausuró la sesi6n que 'fa la última.
En casa del General le rogué arreglar el asunto de la Presidencia de la Cámara dé Diputados, eJigiendo a mi hermano Antonio, 'en quien don Bartolomé confiaba. le dije que había un Diputado en su grupo que se les deser– 'aría. El señor Castillo, que dirigía la política en la Cá· mara le dijo al General que no había tal, que esas eran. cosas mlas, y ·enseguida me hizo la ingenua pregunta de que si podía darle el nombre del traidor.
En la sesión de la tarde el Diputado doctor José Ma– ría Borgen se pasó y fUe electo Presidente de la Cámara. Era, según Castillo; un leal conservador, diputado por don Alberto Chamarra, cuyos numerosos juicios atendía en los Juzgados.
Insté nuevamente al General para un arreglo ~el Par· tido y le dije que el Presidente sabía de los varios planes en marcha para destituirlo y que hasta al9unos hablaban de asesinarlo y que esto darla por resultado qué para mayor seguridad el doctor Segundo Albino Román y Re– yes, liberal zelaylsta, seria nombrado Ministro de Gober· nación, para que en él recayera la Presidencia en caso de perecer don Bartolomé. Y así sucedi6. El Partido Con– servador prefería suicidarse, creyendo; lo mismo que el Partido Liberal, que era preferible llegar al poder con la ayuda del extranjero, sin medir el precio y las consecuen– cias de ~al proceder.
Urgea atender al cum,plimlento de la última fase de los compromisos del Plan Lansin!J, y el Presidente me nombró Agente Financiero en Nueva York para esa tarea. Sin sueldo y como un cargo anexo al del Consulado de. sempeñarla mis gestiones. Los banqueros, litstando aún en Washington el General Chamarra, hablan hecho uso de su d~recho y propuesto uri nuevo empréstito que, na·
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