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« Previous Page Table of Contents Next Page »trucciones que se me ,pedran, contesté al general Beltrán Sandoval se subordinue al general Moneada y procediese con la mayor cordura, a fin de evitar una división en nuestros elementos, que sería grandemente perjudicial para nvilstra causa por la libertad, ya de suyo seriamente comprometida".
En el mes de abril de 1929, el señor Dwight W. Morrow, Embajador de los Estados Unidos de Norteamé. rica, solicitó una entrevis'a con el que, es.o escribe, y, en mi presencia, con la finura y exquisito, trato que acostum· braba siempre, se expresó así: .
"Señor Presidente: He venido con el objeto de sao ludar a usted y, a la vez, a tratarle un asunto un poco espinoso que me ha encomendado mi Gobierno. Es el del reconocimiento, ,por parte de México, del Gobierno de Nicaragua que preside el general Moncada. Todos 105
Gobiernos ,uropeos americanos, han reconocido el orden de cosas existente en aquella República y todos ellos tie– nen instaladas sus legaciones y Consulados. Mi Gobier· no desea conocer el sentir de México a este respecto y, de no haber inconveniente grave, se permitiria invitar al Go· birno que us'ed preside para que otorgue ese reconoci· miento".
Mi respuesta al señor Morrow fue la siguiente:
"Señor Embajador: Agradezco a usted mucho la invi– faclón que se sirve hacerme, por instrucciones de su Gobierno, para que México entable relaciones amistosas con el Gobierno de Nicaragua que preside el señor ge·
neral Moncada. A esté propósito siento positivamente manifestar a usted la imposibilidad en que se halla mi Gobierno para reanudar tales relaciones, en virtud de que ha sido norma invariable de nuestra Cancillería, a través de muchos años, no reconocer a' ninguna administración en aquellos países en que exista un orden de c;osas con· trario a la or~anÍ2:aci6n Ipolitica de los mismos y mien– tras -violando su soberania- se encuentren en sus territ9rios fuerzas armadas de otro pais. . "Es és.ta, señor Embajador, la causa por la que Méxi– co no reconocerá al Gobierno del señor Moncada, mien– tras subsistan tales circunstancias; pues no quiero sE1r yo el primer Presidente que rompa con esa norma, que me parece patriótica y digna por fodos conceptos".
Como el señor Morrow insistiera, siempre en tono afectuoso y cortés, en aquella petición, me vi precisado a fundar más aún mi negativa. Y le dije: "Quiero supo· ner por un momento que los papeles fuesen otros y que, en 'lugar de Nicaragua, el ,país 'invadido, fueran los Estados Unidos. Qué sentiría usted, señor Morrow? Se· guramente estará usted en el fondo conmigo, en mi modo de pensar. y tengo la seguridad de ello porque usted no es persona que trate de defender a todo trance, lo mismo que la justicia, la injusticia, Usted es un hombre de coraz6n y siente en el fondo de su alma esta situación, que está' costando a los Estados Unidos tanta sangre, tan. to dinero, y lo que es más sensible, tanto prestigio con. tinental";
Como había logrado interesar positivamente al señor Morrow en aquella plática -que él había iniciado- de. seoso yo de préstar un servicio a la Nicaragua mártir de aquellos días, me aventuré a hacerle la sugesti6n que
resumiré enseguida. Al efecto; le manifesté": "Usted, se· ñor Embajador, puéde hacer un Siran servicio a su Patria si acepta el proyetto que aéabo de concebir en estos momentos. Pienso dirigirme en forma confidencial y amistosa al Presiderlt6 de Nicaragua, general Moneada, haciéfldole la 5ugesti¿n de qué pida al Gobierno ameri· cano el retiro dé los marinos que se encuentran en su territorio, a condición de que yo me comprometo a que el general Augusto César Sandino depondrá inmediata· mente las armas y se pondrá a sus órdeneg. A la vez, usted, si está de ac:uerdo con",lgo, se dirigirá a su Go· blerno pidiendo qué la solicitud del Presidente Moncada sea lltendida. Sí Ii.sted me secunda en este ,plan y logra. mo,s 'consumirlo, ce,arán ios $/Icrlfici05 de vidas y de di. neto que segurame~t" estará su país gastando en tan grande escala; des.pare,ce"á el recejo que el poderíq im· perialista hií suscitado en todo$ los pueblos latinoameri· canos y habrá un mejor entendimiento entre ustedes y • nosotros".
La seguridad que di al Embajador Morrow de que el general Sandino se sometería' al Gobierno de Nicara· gua y le prestarla todo su apoyo. tan pronto c;omo sali~sen
del territorio invadido los marinos americanos, fue des– pués de una entrevista que -en presencia del Subsecre– tario de Relaciones Exteriores, señor General Estrada"--"–
~elebré con el doctor Zepe'da, representant!' ele Sandino, quien de antemano había sido autorindo pOf ésto para
hac~rme presente tal determinación. Es más, el doctor .• Zepeda, que en toda su actuación como representante del' ' general Sandino obró con lealtad, abnegación y ,patrio. tismo más encomiables, me expresó que, a fin de evitar malas interpretaciones, quedaba yo desde luClCJo autori– zado para hacer saber al Gobierno de Washinl;llon, que los patriotas nicaragüenses depondrían las ármas con SÓ'
lo rocibir la promesa formal del Departamento de Estado en el sentido de que las fUl;Irzas de oupadó¡\ serbn reli– radas posteriormenté.
Lo dicho por mí logró impresion~r al señor Morrow. Acordamos, desde luego, que él se dil'Ígitía a su Gobier– no en el sentido Elxpuesto y yo daria instrucciones al f41inistro de México en Costa Rica, licenciado Meclix Bolio, a fin de que, con carácter particular y en calidad do tu– rista (ya que ho teníamos relaciones con el Gobierno ele Nicaragua) comisionara a uno de 105 Secrotarios do 11,1 Le· gación para qua trasladara a Managua y procurara apero sonarse con el Presidente Moncada, o con el Secretario de Relaciones y les hiciera conocer el plan de acción pro· puesto al señor Morrow, se!juro de que tendríamos de parte dlr éste todo su apoyo ante el Gobierno americano. El licenciad9' Mediz Bollo comisionó al Secretario Francisc;o Navarr~ para que fuera a Managua a entrevistar al Presidente Moncada; y, en informe confidencial que rindió, hizo saber al Gobierno de México que el de Ni. caragua no podía aceptar dirigirse al de los Estados Uni. dos pidiendo el retiro de los marinos americanos," porque aquello equivaldría a la caída de su administración, pues no tenía confiann en el general Sandi no.
Como no me fue posible ~ecabar en .Ia Secretaría de Relaciones el oriRinal del informe que rindió el entonces Sel;retario de nu~stra Legaci6n en Costa Rica, me vi pre.
ci$~do a rogar at, señor. Navarro ,me enviara una relación ,del, mismo. Dicha relación, fechada en la ciudad de Oillo, NorUega, dice así:
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