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« Previous Page Table of Contents Next Page »VISTO POR UN PRESIDENTE MEXICANO
EMILIO PORTES GIL
Las circunstancias que prevaleclilll en la República centroamericana de Nicaragua' a fines dol año de 1928, en que me hice cargo del Poder Ejecutivo de mi pais, eran por demás aflictivas. El doctor don Pedro José Zepeda, que hizo sus estudios unive,~~itarios en México, dis,in– guiéndose en todos los cursos de nuestra .Facultad de Me· dicina, venia fungiondo desde hacia algún tiempo como i'e,presenl'ante elel general Augusto César Sandino, quien -desde el año de 1927- se hallaba levantado en armas combatiendo a las fuerzas norteamericanas que invadie– ron Nicaragua, con autorización del Gobierno de aquel pais hermano. La situación la resumia el doctor Zepeda, en carta que me dirigió, en los siguientes tér",inos: "El año de 1925, siendo Presidente de la República el señor don Carlos Sol6rzanó' y Vicepresidente el d/?cfor Juan Bautista Sacasa, dieron 'un grupo de militares enca– bezados por el general Emili,lIIno Chamorro un cuarlelazo . y obligaron al PresidelJte SolQrzano a r!!nunchu ant!! el Congreso, al mismo tiempo .:que fuerzas militares perse– gulan encarnizadamente al doctor Sacaia, quien se vio obligado a salir del pals, dirigiéndose a Washington con el propósito de gestionar al\h~ el Gobierno americano que hiciese respetar los pactos centroamericanos, en los cua– les se establece que ninguno ele 105 G,llbiernos signata– rios de ese convenio pueden reconocer a Gobi'!lrno alguno surgido de cuartelazos y del' cual convenio fanto el Go– bierno estadounidense como el de México hablíln firma– do también como garantes. Ante esta situaCión, México rompió sus relaCiones diplomáticas con el Gobierno "dé facto" que se había establecido en Managua, correspon– diendo al licenciado Anto.nío Mediz Bolio cumplir con es– te encargo por encontrars!! como Jefe de la Misión Diplomática de este país. "
"El doctor Sacasa hizo ,un viaje a México y, después de varias conversaciones en las que se puso de manifies– to él profundo desinterés, y altruismo de México, que nada pidió, ni siquiera promésas de orientación polltica en el nuevo orden dé cosas que fuese a establecerse en Nicaragua; Salió Sacasa para Guatemala con el propósito de ir a encabezar el movimiento que ya se había iniciado en Nicaragua. .
"Aqul principió a destacarse la figura del general Sandino. Cuando él su,po que se había iniciado un movi– miento revolucionario en contra del grupo que en gran parte era responsable de la intervención extranjera ,en nuestro país, salió de Cerro Azul, donde trabajaba, se dirigió a Tampico, se emba~có en el vapor "México" que lo llevó a Veracruz y de alll, en ferrocarril, cruzó Guate-
mala y El Salvador, desembarcando finalmente en el puerto de Tempisque en Nicaragua, para darse cuenta de las condiciones sociales y polítiCas de Nicaragua. Sandinfi se puso a trabajar en las minas de San AlbillO, en donde pudo llpreciar las condiciones lamentables del trabajador nicaragüense, 01 que todavia en estos momentos está su· jeto a trabajar de lOa 12 horas diarias y a recfibir, en pago de sus jornales, cupones que sólo son canjeados en las tiendas de raya de las mismas empresas. En esos mi· nerales de San Albino conquistó Sandino a sus primeros compañeros de lucha, seguido de los cuales cruzó las montañas casi inaccesibles hasta llegar a la costa oriental de Nicaragua, en donde se habia establecido el Gobierno del doctor Sacasa. El mismo diJ de la llegada del general Sandino a Puerto Caberas (24 de diciembre de 1926) pre– senció la intimación que los capitaneS d.e 105 barcos de guerra americanos anclados en la bahla le hacían al Pre· sidente Sacan, tratando de obligarlo por la fuerza a eva– cuar e/ puerto, el cual habían declarado zoria neutral; es es decir, trataban de desembarcar fUllrzas armadas too mando ,posesión de toda la región a JOO' millas a la redon– da ~e la capital provisional del Gobierno "de Sacasa. "Ante aquel atentado, sin precedente eh los anales de la hi,dC),~ia éOi1tinental, el general San~ino, ayudado por un grup!» de Mujeres del pueblo, sacq unos cuantos rifles de la lIá'mada "zona neutral", regresó sobre sus mismos pasos hacia el interior de la República, y, con un puñado de hombres pobremente pertrechados inició su campaña en contra de don Adolfo Día:z, ya en esa época descaradamente impuesto por el GobIerno de 105 Estados Unidos.
"El doctor Sacasa había cometido el error, entre otros muchQs, de designar como Ministro de la Guerra al ge– neral José Ml'lrra Mancada que, desde el principio de la Revo!uc;íón, se, hizo sospechoso de estar en inteligencia con las fuerzas de ocupación en Nicaragua, pues con fre– cuencia celebraba conferencias misteriosas con el con– tralmirante lafjmer, jefe del escuadrón naval en aguas del Atlántico.
"Un día de tanfos, recibí un cable cifrado del gene– ral Luis Beltrán Sandoval, general en jefe de nuestro ejército, quien me hacía saber las actividades antipatrióti– cas del general Moneada, al mismo tiempo que me pedra instrucciones para capturarlo, someterlo a un consejo de guerra y hacerlo fusilar en vista de que teníanse pruebas concluyentes de que se estaba tramando alguna traición contra nuestras fuerzas. Yo no quise proceder con festi. nación y, después de hondas reflexiones sobre las ins-
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