This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »raza. Lo haera, desde luego, mejor que su sobrino don Lorenzo MontÚfar. La verdad es que aquellos hombres de finales del siglo XVIII y principios del XIX, aunque principalmente fueron ensayistas, memorialistas e histo– riadores, escribieron en general más y mejor que los tri-
o
bunos, jurisconsultos y periodistas posteriores hasta la aparición del modernismo con su concepto de la literatura como arte puro. Por lo demás los dos mayares ex– ponentes de la literatura centroamericana, o si se quiere guatemalteca, de ese período intermediario entre la ge– neración de la indep.ndencia y la de Darío, Pepe Batres y José Milla (Salomé Gil), en realidad proceden directa· mente del movimiento iniciado en Guatemala por los discipulos de Liendo y Goicoechea a fines de la coloniá. Batres y Milla representan, precisamente, una tardía ma· durez literaria de aquel movimiento. Antes de ellos, el tema casi exclusivo de la literatura lo constituran los problemas del estado y las luchas del ciudadano. El ver· dadero poeta del movimiento fue por eso Bergaño y Vi· llegas, cuyo poema de más empuje se titulaba "DISCURSO DE ECONOMIA POLlTlCA". .
No es ,posible servir al mismo tiempo a I,a política y
a las musas. Lo que salvó el prestigio literarIo del siglo XVIII fue únicamente la "RUSTICATlO MEXICANA", que en realidad es el poema de la colonia. En Cenfro Améri· ca, sin embargo, no ha vuelto a producirse un conjunto de intelectuales más variado y robusto que el de los hom· bres de la Independencia y sus inmediatos precursores. Pero no hay que olvidar que estos hombres fueron ante todo el producto de sus propios antecedentes. Aunque ellos iniciaron la nueva época y difundieron las ideas de la Europa moderna, eran más hondamente de, lo que pa· rece, hombres de la colonia. Lo mismo su inteligencia que su carácter se habían nutrido en las esencias tradicio· nales y populares de lo criollo centroamericano. Eran la flor de la cultura colonial, por más que algunos 'de ellos hayan tratado de minar sus fundamentos, pensando su· perarla. Mas adelante procuraremos entender su actitud. Por el momento es necesario, para cerrar este perfil, vol· ver a la cultura colonial como hecho colectivo.
el folklore y las piedras. Los estudios folklóricos entre nosotros son bastante recientes, y por supuesto se reali· zan en drcunstancias desfavorables. Por lo demás, lo po· co que han rendido no ha despertado el interés de los historiadores. Las piedras, por lo menos, se han mencio· nado alguna vez.
La no pequeña, aunque incipiente capacidad creado. ra del pueblo centroamericano en la colonia, puede a,pre. ciarse, desde luego, en cierfos monumentos objetos de arte que han quedado de ella, pero tal vez de un modo más signifl~ativo en las adaptaciooes de la arquitectura y la artesania a la vida doméstica y comunal. Mucho han destruído los terremotos y las guerras civiles -sólo en León fueron quemadas o derribadas 900 casas en 1824, y
Granada quedó cui toda reducida a cenizas en el 56– como también la subsecuente disgregación social y cultu· ral que di6 por result"do la anarquia del gusto o su me· diocridad. La indiferencia y el abandono han dejado perder, por eso mismo, gran parte del patrimonio artistico nacional.
Pero de todos modos, lo conservado da testimonio de una cultura en que las artl;!s aún respondían a necesi· dades vitales de la sociedad. Dentro de los limites de la economia no capitalistá, sino más bien agraria y corpora· tiva de la colonia, floredan comunalmente las artes popu– lares con una lozanía y autenticidad inconfundibles, que por desgracia desaparecieron en las guerras civiles poste. riores a la independencia, y se olvidaron hasta el extremo de ser ya sólo comprendidas por una minoría. Ni el au· mento de poblaci6n, ni el crecimiento de las ciudades, han producido nada semejante al florecimiento del barro. co en la arquitectura centroamericana. Falta el espíritu que animaba las construcciones coloniales.
La recia gravedad de la catedral leonesa revela au· téntico sentido de majestad religiosl, y las conmovedoras iglesias del humilde barroco franciscano que suelen en· contrarse no sólo en las ciudades sino hasta en pueblos Insignificantes, tienen el sello de una sincera piedad mestiza o simplemente indigena cristiana, que ya no se refleja en los templos modernos como los de Managua, carentes por completo de distinción y sinceridad. Ricos
FOLKLORE y PIEDRA altares platerescos de sorprendente frondosidad se con·
b vida literaria que florecía en Guatemala, era casi servaron hasta hace poco en algunas de aquellas iglesias, exclusivamente un fenómeno capitalino. la existencia ru· y con ellos valiosos ejemplares de su magnífica imagine– ral de las provincias ;IIpena' permitía otra Iite~atura que ria, tanto la ingenua y deliciosa de santeros anónimos, la fol\dórica. Como ésta se trasmite por la boca del pue· como la magistr.l de la famosa escuela de imagineros de blo, la mayor parte de ella se ha venido perdiendo, junto Guatemala, filial puede decirse de la de Sevilla, y mano con la cultura popular que se encuentra en próceso de tenida a lo largo del tiempo en la gran tradición de liI es· desintegraci6n. Afortunadamente, en Nicaragua, se ha tatuaria religiosa de España.
salvado "EL GOEGOENSE". Brinton le dió cabidA a finales Lo más interesante sin embargo era seguramente la del siglo pasado en una colección de literatura americana subordinación, más o menos deliberada de la arquitectura aborigen que publicaba en filadelfia. Se supone que da· religiosa y civil, tanto como doméstica, al urbanismo. La ta de finales del siglo XVI, esta primera muestra de planta da las ciudades y villas coloniales edificadas gene· teatro callejero nicaragüense, que todavía suele represen- ralmente según las ordenanzas de Felipe 11 para la cons· tarse en las fiestas pafronales de algunas poblaciones. 'rucción de ciudades, se orientaba en el mismo sentido Igual sucede con otras piezas del teatro colonial. Solo por urbanístico de comunidad que hoy despierta la admira· eso se han conservado sus copias manuscritas en ciertas ción de los más avanzados urbanistas por la ciudad o villa cofradías que aun tienen a su cargo su representación. Lo medieval europea. Las principales diferencias se origina· puramente oral, como la poesía y la música populares, ha ban de los intentos de adaptaci6n al clima tropical. En la desaparecido casi por completo, generalmente sustituido ciudad o villa colonial centroamericana, distribuida o lo· por las im,portaciones Iírico·musicales de la radio y la ro· tificada de acuerdo a las funciones colectiváS de las di· conola. versas clases sociales, tanto las casas reales O municipales De la cultura criolla colonial puede decirse, sin y religiosas como las casas particulares de las familias embargo. que en un cierlo sentido, sólo dan testimonio terratenientes y las viviendas comunales de las comuni·
-10-
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »