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!I economía
La salue! de un pueblo es probablemente el ractor más decisivo de su economía, por lo cual el estudio de las condiciones s<lnitarias de una naciól\ es una tarea fun– damental paril quienes planean el progreso de cualquier comunidad. Por eso nos ha !parecido oportuna la idea de los editores ele "REVISTA CONSERVADORA" de presentar una sede de monografías sobre los aspectos más funda– mentales de la realidad nicaragüense en materia de salud. Cada tema ha sido escrito por especialistas en sus respec· tivos 1 amos y recoge experiencias d9 primera mano, indispensables para un enfoque de conjunto del país. Se puede decir que economía y salud influyen inde– finida y simultáneamente el uno sobre el otro, de tal manera que en situaciones desfavorables pueden produ– cirse en verdaderos círculos viciosos que bloquean el pro– greso. As! por ejemplo, una economía pobre se refleja en las bajas condiciones de vida de los habitllntes. A su vez, la ,pobreza fisiológica y el alraso cultural repercute en 105 bajos índices de producción, lo que a su vez se poryecta en la salud y así en un interminable mecanismo circular.
La situación de Ñicaragua es típicll al respecto. El producto .1acional bruto es de un mil millones de c6rdo– bas y el ingreso promedio -por habitllnte no llega a los ciento cincuenta dólares anuales. Esta precari'l situación produce un bajísimo standard de vida expresado en desnutrición, analfabetismo del 75%; fallecimientos sin lltención médica en el 50% de 105 casos, etc. De aquí arranca el poce;¡ rendimiento de nuestros obreros y Cllm– pesinos en su mayoría plagados de parásitos, desnutridos, tuberculosos asintomáticos, etc, alcoholismo (56 consu– men 5 millones de litros anuales), etc.
Sin embargo, cualquier solución que se intente debe cubrir simultáneamente a los dos extremos de la cadena: el económico y el de la salud Nada obtendría– mos por ejemplo promo"iendo exclusivamente el desarro– llo económico si abandonamos el as,pecto de la salud (preventiva y curativa) de los habitantes, pOlque ello se– ría inhumano y además alargaría demasiado el período de espera. 19u1llmente, dedicarse a promover la salud y bienestar, sin que /11 mismo tiempo estimulemos el pro– greso económico, nos costalia ingentes sumas de dinero y a la postre nos encontral'Íamos con una población teó– ricllmente saludable, pero sin oportunidades de trabajo. Este equilibrio entre la producción y la distribución, es el gran dilema de América Latil'la, porque es indudable que 105 fondos que estimulan el desarrollo económico y los que atienden a la salud, provienen del ahorro nacional y éste no es ciertamente inagotable. Lo que resulta incon– gruente es que se invertían enormes sumas de dinero en cuestiones que no son, ni promoci6n de riqueza, ni pro- , tección humana, sino dilapidación abusiva. En el caso de
EMILIO AI.VAREZ MONTALVAN
Nicaragua ,por el caso, se invierten a través del Ministerio de Salubridad 17 millones de c6rdobas que representan el 6.9% del presupuesto nacional; en cambio en el Minis– terio de Guerra, Marina y Aviación se gastan 45 millones de córdobas, o sea, el 18% de 105 egresos, vale decir casi tres veces más que en salubridad pública.
Pero no queda allí la complejidad del problema de la salud. Es conocida la división de las labores entre me– dicina preventiva y medicina curativa y es preciso que exista una clara 01 denación de prioridades, que varía pa. ra cada Ipaís en particular. Así por ejemplo en países co– mo Nicaragua en donde las más altas cifras de morbilidad
y morlalidad se deben a deficiencias sanitarias del am– biente, es preciso admitir que es al nivel de la Ingeniería Sanitaria en donde deberla gastarse la mayor cantidad de dinero. De nada valdría por el caso un presupuesto hi. pertrofiado en hospitales, medicinas, clínicas, etc., si la gente sigue enfermándose a millares de paludismo, por– que existen pantanos insalubreS. y de tifoidea POr.que no hay un adecuado tratamiento de las excretas, o porque el agua no es potable. Esto no significa que debamos desa– tender 105 programas de ensanchamiento de nuestras faci– lidades hospitalarias, aunque sr debe hacerse en una manera diferente de como se ataca este asunto en la ac. tualidad. Así ,por ejemplo, se da demasiado énfasis a las facilidades hospitalarias de las :lonas urbanas y más con. cretamente a la capital de la República, mientras se abandonan las :lonas rurales en donde la morbilidad y mortalidad es más alta y en donde las facilidades de transporte se encuentran disminuídas.
Como si todo lo anterior fuese poco, el estableci. miento del Seguro Social ha venido a agravar el problema de la disponibilidad de fondos. Todos aceptamos que la seguridad social es una idea progresista, a tono con las ideas de la época. Sin embargo, en nuestro pars por ra. :lones políticas, se ha hipertrofiado su importancia, ya que Nicaragua no es un país industrial de grandes con. centracionós ,de obreros desamparados y hacinados, sino la de una población diseminada y rural, que carece de lo mínimo. Veamos el caso de los servicios médicos del Se. guro Social en la ciudad de Managua. La capital de la Republica dispone de numerosas facilidades para la aten. ción médica para enfermos de toda. clase de ingresos: desde 105 servicios médicos gratuitos de Hospital General, hasta 105 consultorios privados donde los médicos ofrecen atenciones al alcance de todos los· bolsillos. las personas de altos ingresos pueden pagar no s610 a los profesiona– les del país, sino que incluso viajan con frecuencia al extranjero, a las más exclusivas clínicas. Pues bien, al Estado lo cuestan los servicos médicos del INSS, destina. dos a un grupo privilegiado del país (38 mil asegurados) varios ,millones de pesos ¡jI año que pudieran haber all-
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