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« Previous Page Table of Contents Next Page »estas emfermedades persistan en tín alto grado; no es utópía, ya otros países lo hicieron desde hace muchos años.
4 _ Que hay un irra:z:onable o desproporc.ionado temor por dertas enfermedades (tuberculosis y ,parálisis infantil), mientras que hay una irrazcinabll't y despro. pOfQjonada despreocupaci6n por otras, los verdade. ros azotes de la salud pública nicaragüense (gastro. enféritis, fiebres tíficas, paratifieas, salmonelosis y parasitismo' intestinal). .
5 _ Nótese ¡;I cuadro de las princ\ipales capsas de defunci6n en la sociedad moderna o desarrollada. Ya desaparecieron como causas importantes de muerte las enfermedades ambientales, es decir, las prácticamente evitables; persisten únicamente aqueo Ilas que, hoy por hoy, son de muy difícil o descono· cido control, así como las degenerativas, resultantes del desgaste natural o envejecimíento orgánico. Duele la comparación.
Como una ~bservación adicional presentaré los si· guientes datos, los que me parece ayudarán a formarse una idea mejor de nuestra verdadera situación sanitaria, léase grado de sub.desarrollo, a saber: En Nicaragua ac– tualmente el 57% de las defunciones son de niños meno. res de 5 aiíos, es dedir, de cada 100 cadáveres que llegan a los cementerios, 57 son de niños menores de 5
años; el promedio de vida en Nicaragua, como consecuen– cia de la terrible ",ortalidad de la niñez, oscila alrededor de los 25 años, en comparaci6n con los 70 años que es. peran vivir las personas que viven en países desarrolla. dos. Para acabarnos de formar una idea clara, ofreceré datos sobre la situaci6n sanitaria de Inglaterra hace más de 100 años, en 1843, cuando aún no se había descubier. to la importancia 'del agua como vehículo trasmisor de enfermedades, ni Pasteur había aún demostrado la falacia de la teoría de la (leneración espontánea y ni siquiera se conocía aún ,,1 origen de las enfermedades. La mortali– dad en menores de 5 años era solamente de 39.1 %, es decir, mucho más baja que la actual nuestra (2/3) y el ,promedio de vida era de cerca de 30 años. Pues bien, esos datos, que son mejores que los nuestros, causaron verdadera alarma a la ciudadanía inglesa y dieron vida a verdaderas campaiías de protecci6n social a base de saneamiento; a nosotros no parecen alarmarnos. Creo oportuno mencionar aquí el hecho axiomático en salubri– dád pública y que dice: la mortalidad de la lirñez es un indicador de las condiciones sanitarias ambientales: eli. minación de excrementos y disponibr.1idad de agua po. table.
• El saneamiento del ambiente es, ha sido y será la piedra angular de todo programa de salubridad. En Ni. caragua no queda más alternativa que detener nuestra des,orientada marcha y volver la vista hacia atrás para 8!,hc.r_medidas correctivas que debieron aplicarse hace
c'~n anos: las ciencias Silnitarias lo enseílan, la historia misma lo confirma.
No puede uno menos que reflexionar y meditar al Ver elOS datos. Me da la impresi6n de que actuamos co. mo esos pueblos pril1lÍtivos, que a pesar d. su enorme
atraso, van adornados sin embargo de objetos fabricados en el extranjero, productos de una civilización adelanta. da. No puedo evitar esa comparación al ver que IlIS dia· rreas constituyen todavía un 12% de la mortalidad gene. -al, que el parasitismo intes1ínal infecta a más del 90%
de los nicaragüenses y que más del 80% de las casas tarecen de excusados. En realidad sabemos lo que signi. fica un país altamente diarreico y parasitado? Pues sigo .nifica que no hemos logrado todavía romper el ciclo boca-ano, es decir, no hemos logrado evitar que las pero sanas sanas coman excrementos de personas enfermas. Es sencillo y llanamente vergonzoso, deprimente. Y pensar qua a pesar de és';:: y de otras muchas cosas, estamos levantando suntuosos rascacielos, disponemos de modero nos aviones jets supersónicos y estamos planeando cons– truir hoteles de turismo y casinos internacionales de juego. Es el contraste que presenta el indígena de tapa. rrabos bailando al ritmo de un radio trans~stor.
Los datos y observaciones presentados pueden muy bien servir de base para la planificación del p.'ograma do salubridad. La planificación, antitesis de la improvisa. ción, es requisito indispensable para el éxito y bastante difícil de aceptar por nuestra idilosincracia, fundamental– mente improvisadora. Esta, desde luego, debe ser como plementada con selección y adiestramiento de ¡personal, con el establecimiento de normas administrativas de tra– bajo, con la adopción de una razonable asignacton de recursos econ6micos, con la firme voluntad de llevarla a cabo y no dejarla en estado teórico·ret6rico y con una buena reserva de perseverancia, Aplicando esos il19re· dientes debemos ser capaces de lograr progresos reales, de lograr que el blanco corcel de la salubridad avance COn trote brioso y firme, en su interminable marcha de progreso.
La forma anteli:ormente expuesta representa el mé· todo ortodoxo a usarse en esta clase de trabajos. En Nicaragua, sin embargo, creo que hay que aplicar algunas modificaciones a estos sistemas standard de análisis y programación, dadas las condiciones sui géneris locales Creo que el primer paso que habría que dar, sr se quiere hacer obra sincera y permanente, es organizar siquiera un núcleo de personas especializadas en ciencias sanita· rias y que reunan las características mínimas de idonei. dad para esta clase de trabajadores: preparación técnica, honestidad, experiencia, alto espíritu cívico y sobretodo, plena conciencia de la importancia social de su trabajo. Es decir; hay que organizar algo así como un cuerpo de Sanitaristas íntegros, con una autonom!a nacida de sus
'conVljc~iones y protegida, no por un decreto gubernamen· tal, sino por el prestigio de sus actuaciones. En otras pa· labras, hay que arrojar a los mercaderes que trafican con la salud pública del templo de Higia y constituir un ver· dadero apostolado seglar.
~e tratado de presentar el problema sanitario de Ni– caragua en forma compacta y global, haciendo hincaplj'é
~n lo fundamental y soslayando los detalles; quizás todo resultó algo utópico, algunos pueden opinar. No lo creo: s610 se necesita buena voluntad y mucha honradez. Ter· minaré parodiando a Bolívar, diciendo que Nicaragua necesita en verdad de luces, pero que ciertamente tamo bi';n y en mayor grado, necesita moral. '
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