This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »tarrón y a la cual llama;1 del Muerto por un~
que se ogó en ella al quererla pasar repleta a fines del siglo pasado.
-Ajá, conozco el cuento a medias, pero agora la interesante es que apre.tés las posa– deras, pues si te descuidáil, vas a apestar el ambiente. ' -Dejá de bromas. -Cómo de bromas'?
Entraron al vado del riatillo, lo pasaron y cuando iban en la mediación de la leve in– clinación que foima el llano en ese punto·y que muere en la mera piedra donde apare– cía el fantasma, Chico Paz dio un grifq en– sordecedor y despavorido con el cual presu– miblemente quiso decir:
-Allá está el muería, -mas no dijo na– da y fue tan grande el alarido y tan de sor– presa que hasta el muchacho se ah-agantó en el, momento al recibir sin esperarlo el fluido del estridor lanzado a los vientos de la pampa.. Con todo le pasó rápida la impresión y el rapazuelo ±iró la vista a la peña y con sorpre– sa suya al lado de ella se veía un buIfo de forma humana, con un fusil en el hombro y sobre la chatura del granito un tereque que bien podía ser la cantimplora del cuento. El Pizote volvió atrás la vista y vio que Chico Paz escapaba barajustando, mas notó satisfecho al :J:~rar la vista hacia atrás que el cielo se tachonaba de luceros desguasando el semiclaro tierllO de la penumbra apañadora, desde luego se claroriiaba la noche mas de lo necesario, pemsó después de la observación que lo mejor era imi±ar a Chico, pero antes de poner en práctica el pensamiento se dijo in– terionnente que para que no le hiGieran bur– la debía por lo menos dispararle unos dos ±i–
roa a la sombra de ultratumba que se colum– braba y pensarlo y hacerlo fue una sola imp– presión, que convirtió en hecho jalando el ga– tillo incontinente I salió corriendo la bala y después de la detonación sintió que le brotaba la serenidad en todo el cuerpo, luego más tranquilo disparó el segundo ±ira avanzando algunos pasos lo que le permitió comprobar
que el fantasma se amparaba agazapándose tras de la piedra; con semejante aC±o que des– cubría que era ser vivo quien lo cometía, el miedo Se le acabó como por encanto y prosi– guió resueltamente paso a paso hacia el bulto que se ocultaba; cuando estuvo a unas veinte varas del faniasma con el pulso más sereno volvió a jalar el gato y el plomo dio en la pie– dra arrancándole un débil canto que chingue–
±eó sobre el Musuneño penante, entonces, tras del mediano promontorio emergió una figura humana y oyó una voz chillona muy conoci– da. para él que le decía:
-¡Ay, está pues el niño! Ya no me co– nocés'? qué te estoy haciendo yo, mi mucha– chito?
-¡Diablo, Guadalupe, por Dios? ¿Qué ha.cés allí? por nada te mando al otro barrio
y qué pena hubiera sido para míl
-Bueno, bueno, y por qué fe vas :tan nO– che, querés \in pedacito de maduro?
-Vamos a ver, demonio!
En este momento el rapaz arrimaba a la piedra, echó pie a tierra, lanzó la mirada a la llanura. y dijo corno monologando, sintién– dose muy remeca±udo:
-y pensar qué esta pobre Guadalupe lo– ca, era el revolucionario que metió entre u~
juco a las cañadas; corno van a sufrir los bra– bucones, los rnetelascabras y los matasiete cuando queden claros .
. El muchacho gritó ... y gritó en vano a su acompaña;nte,el que no paró sino hasta que llegó a donde Tijerino; corno Andráica no vie– ra regresar al Mozalbete se desguindó por el atajo que llevaba al camino de La Rinconada de Sácal después de prestar una lámpara y
una vez encendida enrumbó para Cerrocuape con la tubular en la mano que le facilitó su conocido Tijerino; cuando el muchacho divi– só la luz en la garganta de Cerrocuape reven– tó un tiro, pegó un grito y luego dijo, a todo pulmón:
-Espérame, pendejo!, -·-convencido ple– namen.l:e de que quien iba con la linterna era Chico Paz porque en aquellos andurriales de Dios ni en la mas hondé). :tiniebla se carnina con lárnparas de querosine.
Ya seren.izado el irnberbe le dio un vista– zo escrutador a la loca y vio que una larga tranca que la Guadalupe andaba y que se la colocaba sobre el hombre era el fusil del cuen– terete, la cantimplora un jarrita que la vesá– ni.ca colocaba en la cha.l:ura de la piedra y el revolucionario la pobre dernen:te que por Bgregado andaba cornpletamente en cueros.
La invitó a mudarse, la saludó, montó en la Parda Negra noble híbrida que gastaba un paso delicioso y ya se disponía a despedirse cuando la Guadalupe le dijo:
-Yo voy acompañarte hasta La Trinidad; no vaya a ser que algún maldoso te quiera bruñir en el can1Íno.
y como le dijo lo hizo, poniéndose en pleno trote tras de la briosa acémila.
En Cerrocuape Chico Paz esperaba, casta– tañeteando, medroso, con los ojos desorbita– dos, las paiulecas temblo±eantes corno nidos de oropéndolas mecidos por la rabia de los alisios de rioviembre, desmontado y a la vera de una laguna de traica que no parecía ali– rnentada por un hombre sino que por una co–
lumna de tropa corno la que tuvo Téllez en el mismo lugar para cortarle el paso a Cha– marra.
-Andráica, -dijo el Abajeño, señalan– do a la demenfe-, aquí tenés el alma en pena del musuneño fugado. -Ah! Oh! Eh! Uh! ...
y no pudo hablar nada ni hilvanar cual– quier sonsera, la urgencia de seguir pupu– seando lo hizo ponerse de clucas y allí se hu– biera pasado el resto de la noche, si el rnu– chacha no lo hubiera amenazado con dejar-
-.43-,
This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »