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« Previous Page Table of Contents Next Page »10 si no le ponía coto a la ponedera in±er– minable.
La amenaza fue una llave, amainó el co– lerin su fiero desbordamiento y por fin pudo estirar un pie y colocl;lrlo en el estribo, el mu~
chacha le ayudó a enjorquetarsé, fue apaga– da la tubular por la Guadalupe y la marcha emprendida luego en urt mufismo de asalto. . Por Las Cañas ya Chico Paz iba notoria– mente mejorando, prinoipiaba a hacerse chic les, a chiHomear a Eleuterio y a agigantar a Tijerino que no creía en iales aparecidos.
El silencio, hijo del cansancio, tomó po– sesi6n de iodos menos de La Guadalupe que iba monologando sin saberse lo que deCía por lo distante que caiteaba irás los montados galopadores.
En La Coyotera el Matacán se paró a es– perar a la Loca y cortvencerla que debía de quedarse a dormir en La Trirtida,d¡ mas cuan– do la Lupe lo distinguió en la garganta del pasol anies de que le hab¡ar/il le 'dijo:
-Niñ6, Niñó, que s~rá qUé nunca he po– dido ver yo al muedQ que sale en Cerrocua– pe, por más que me pongo a espiarlo.
-'-y c6mo lo vas a ver si vos BOS el muerto. _·-Yo'? .. Yo'? .. Yo el muedo'? .. -Vos, ni más ni menos.
-;Rso había' de faliar agora, que yo fue-ra el muedo, yo voy a la laja a ver por don– de sale, pero por más que vigeyo, qué Judas vaya verl
-Pues no lo sigás espiand ol que $1 muer– to de Cerrocuape vos sos, Gtiadillupita.
-Yo ... '? Dejá de bromas, niñó, y menos de chuscadas como esa.
-No son bromas, es la clarísima verdad
que, Eim la quebrada del Muerto, hacés veces' de alma en pena.
-'Yo el muerlo'? Eso había de faHar. Yo el Alma en pena'?
-y cabeceando para un lado y para el otro, dijo ciomo si viniera de muy lejos y hu– biera recibido de pronto una sorpresa, que del susto no le permitiera hablar de corrido.
-Con que yo soy el muerlo¡ éso ... ha-bía de pasarme agora tal vez ... tengan ... su razoncita ... Su r.azoncita ... yo soy el muer_ to! ... qué tal'? yo soy el muedol Y principió
él. reir frenéticamente sin poder ganarle el jo. cico a los jajaYes.. ,
Por fin, viendo el muchacho, que seme– jartte jajayadEilnl le podía producir fuerte co– lapso, l~ gritó éstentóreamenfe:
-Gtiadalupé, dejá de estarie riendo que te va a coger uIi patatús.
y como si tales palabras hubieran sido un breque a la carcajiadera, paró en redondo la risotada y dijo de golpe:
-Niñó, ya te acompañé, por aquí acor– to yo mi caminada, ay fe dejo, por aquí me voy, niñ6.
y sin volver la jupa tan siquiera .la loca tomó sin decir mas por el senderita' que del camine;> real lleva para la lomita en que se levantaba la casa de la seña Trinidad Bar– quero.
Cuando los jinetes concluían de pasar los laniyales de La Coyotera el alisio errabundo les llevó como una despedida final el eco des– vaído de unas pocas palabras de la loca que deCían precisas:
-Qué barbaridad, Ni ñ ó, yo soy el muedo!
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