Page 97 - lista_historica_magistrados

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tanOs y cóm¡:>añetós de bl'egM sobre la foima

en que Siznón úliiznamente cargaba y descar–

gaba las mulas; sus allegados cuando lo veían

de buen humor lo changoneieaban y los parli–

culares hacían chiles a costillas del mulero, pero a sus espaldas, pues el burrero no era

chiche ni chocho y adeITIás tenia el puño recio; al viajar de los meses cansados los unos y los

otros de chiliar al jincho imperlurbable. se

aburrieron de hacerlo y cuando enseguida lo miraban fransforrnarse ni juco elecían ya.

Mas en realidad de realidad, nadie había

oído de su boca conlar la causa por la cual

trabajaba en calzoneia adelantándose a los

bañistas de hoy unos cincuenta años, por 1(..1

menos, el famoso jalador de agua de los días idos y lejanos de su traslado a 13oaco.

La oportunidad para averiguarlo se pre–

sentó una vez que su patrón don Mariano lo

despachó a Granada a traer uoaa cuarenta car–

gas de rnercancía que el citado señor necesi–

taba para su tienda del pueblo. pues cuando

estuvo de regreso el cargalnenio fue apeado a presencia del señor Buitrago y en la mora ca–

sa de éste.

Cuando el trajín de la descargada iba a

comenzar Simón corrió al corralillo a mudar

de vesfimenia, al verlo su paÍrón transforma–

do na soportó la risa frenie a la figura que el

n'lulero hacía cubierto apenas con el enrioso iaparrabo de marras; pero fue lal la gracia

que la estrafalaria indumentaria le causó al

patrón que aunque le quiso dar cierlas órde– fles no pudo hacerlo y con un gesl0 ordenó al flelero que diera principio al descargue de las híbridas.

Simón no esperó más y haciendo que sus

compañeros metieran las bestias de una en

una al traspaHo para que en la calle no lo vie–

lan en la situación que andaba, dio principio al oficio sin vacilar y con el ahinco con que

procedía siempre en los menesteres que le fo– caba desempeñar.

Habían descargado ya unas cinco mulas cuando de repenfe llamó a Simón don Maria–

no para que le explicara ciertas cosas necesa– rias al deszurronarnienio de la mercadería; el mulero evadió con fado respefo preseniarse

dentro de la casa con el risible taparrabo Con que se cubría, pues además del pafrón se hallaba allí la patrona; entonces el señor Buitrago para no perder tiempo fue en perso– na a inauirir del flefero las explicaciones que

necesitaba, cuando se las dío y esfuvo claro

sobre lo que inquiría. el propietario lo quedó observando y después de requisarlo con una ojeada detenida le dijo sin ningún viso de bro– ma ni de burla:

-Hombré, Simón, lo grave de tu nuevo sistema para descargar es que el clia menos pensado un zurrÓn roto o una estaca mal pu–

lida fe va a sacar una coyunda del lomo y te va a. quedar la espalda en carne viva.

-Es verdá, señor, lo que me dice; pero

después de unos ocho días el lomo se zurce

solo y no se gasla, mientras que la cotona Una vez desguazada ya no Hene rernedio

~eOh s61b rémendarla ti'! sigue dando

servicio.

-No lo cre?a, patrón

-Claro que lo. creo, y lan lo creo de ver-dad que aquí en 1ni "asa la ropa que se rompe

se zurce.

-Es que Ud. es rico, pafrón, y tiene nui..:. cha ropa¡ y cuando ocupa la reznendada, és–

fa se defiende con el uso de la buena.

-Es decir que vos no tenés ropa huena.

que deÍienda a la mala

-Si tengo, patroncito, pero es tan poca

que sólo la saco para San Juan, Sanfiago o bien para Se:rnanasanfíar y de vez en cuando

pata dornínguear cuando oigo misa.

-y desde cuándo cambiasie fu propio pe– llejo por tu cofona?

--Verá Ud pairón; hace unos seis meses descargando en Osíocal me rompi6 un zurrón la mejor coiona de manía que tenía, me le sacó tres cintas de un solo ntecatazo¡ cuando TI"le la quité y la ví hecha trizas, pensé que era n'\ejor descargar sin coiona y procedí ay no tnasüo a hacerlo así; pero mas adelante, ya de regreso, co:rno el cargamento que traía era

de almnbre, un rollo condenado que se me res– baló l1'\e hizo tasajos por completo al pantalón_

-y entonces resolviste en pelota hacer to– <.lo descargue?

-Tanio COn1.0 eso, no, patrón, pero me

puse a cavilar y de mi cavilamiento resultó el invenia del faparrabo que tanto hace reir a

esos gurisapos

-En fin de cuentas corno el cuero se re–

pone solo y no le cuesta más que unos pocos

días de ardores y dolores, vos resolviste expo– ner siempre el pellejo, pero nO los trapos.

-Eso es, eso es, la cuenta exacla, mi

pafrón.

-Pues Sin.ón, es bueno que fengás siem– pre mucho cuidado, porque el agarrado o sebo

de riel como dicen en mi tierra. lT\uere siem–

pre estreñido.

-Piorrnentecito, señor, será pelar el ajo

desnudo y yo por lo dicho tendré siempre mientras mi patrono Santiago lo quiera, mi buena tigra para n1i tapesco.

-Dios te la deje gozar y ±e arranque el frío cuando con el lomo hecho tucos por el filo de algún zurrón llegués a cobijade con ella cualquier día de lantos.

-Nuestro Amo no lo permita, patrón. -Dios te ayude, hombre, y andá seguí descargando que te están haciendo tiempo los muchachos para bajarle el flete a La Ca– beceña.

-Pues si ya no me acordaba de ella; voy a llevar este cajón para que el compañero se pare en él y aS1 pueda rempujar parejo en la desensartada de las esiacas.

Sánchez agarró el cajón que había seña– lado y con él se enderezó para el punio del corralillo en que se enconfraba La Mulona fo– vía cargada.

Colocó el traste que podaba en el sitio

que le pareció adecuado, para que el arriero

que iba a ayudarle en el despegue de la car-

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