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tan graves y notorios, tuvo un acier;o en su discurso quo

viene a constituir un homenaje, sin duda sin proponérselo, para 1:1 política financiera y social del Paltido Conselv¡J– doro Cuando explicando su política monetaria de 110

permitir nuev~s devaluaciones de la moneda para com~

pensar en esa forma, las pérdidas de los expol tadores debidas a la baja de los predos, y refiriéndose a la si– tuaci6n cre,:¡da por la f"lt.n de experiencia y de astucia pala hacer frente a esa situación por los mismos intele– sacios y porque querían que el gobierno asumiera tod.] h ca 'ga e hiciera pagar las consecuencias al pueblo cle Nicaragua, dijo:

"Esos pecados a clue me re~iero, que so clueríll que

el pueblo pagcHa, son las glandes példidas en 105 algQ–

donalcs

l

cafetales y distint~s empl esas V la forma que se pedía para pa~al' esos pacados, era la devaluación de nuestrJi moneda Y alta fue mi primordial plan de ataque: defender la solide. del córdoba.

JlMuchos de vosotros tal vez podáis decir: Qué inte– rés puede tener la devaluación de la moneda? Y yo respondo: mucho, señores! POlque aquí los errores del capital siempre se han pagado con una devaluación de

1", moneda Y quienes son los que pa9an la devaluación de la moneda? Pues la paga el !pueblol POlque el pue– blo tiene que sudar, con un salario ínfimo, COn una mo..

nada devaluada".

CONVERSION MONETARIA

Como dije, esos conccp~o'i tcm acertados del PI esi– dente constituyen Uil homenaje, sin duda sin proponórse–

lo n la política financiera, con mitas fundamentalmente sociales, del Partido Conservarlor, ya que fue la mente

de esa polítir.a defender e1 salen 10 de' trabt,jador median–

te h elevación del valor adquisitivo de la moneda Esa fue la fin:;;lidad primordial de la Conversión Monetaria

fme CI el Córdoba a la par del Dól,u, lue~o vuelta a

devaluar por el retorno del liberalismo al podar, hacien–

do pagar así c:1 pueblo asalal'iado los errores del capita–

lismo como antes hllbínn pagado los desaciertos finan– cieros y económicos de la dictadUl a de Zelaya, de los que lo

I escató lo que hasta no hace mucho el ,pueblo llamaba

el c6rdoba conservador, es decir la moneda que con su valor adquisitivo les aseguraba la estabilidad de su sa–

lario.

y no se crea que esto lo estamos viendo ahora, que

hasta ahora se nos ocurre sostener eso No. Fue dicho y

sostel,iclo en el momento mismo en que se operaba esa

política Fue expresado en el debate que se ocasioll6 en que los intereses capitalistas se opusieron con todo su po– elel a dicha revaluaci6n de la moneda. Los mismos capi. talistas a que alude el Presidente Somoza que querían hacel pCl~ai al pueblo con la devaluación de la moneda sus pérdidas, en ese atisbo de buen gobierno de tipo eminentemente conservadol' que lo impulsó a defender el salario popular impidiendo la devaluación de la mo~

neda.

En efecto, en l~ sesión celel:ullda el 19 de Marzo de 1912 sobre la Ley de Conversión Monetaria, defendiendo la I'0litica del gobierno, don Diego Manuel Chamorro,

entonces Ministro de Relllciones Exteriores después de explicar su participación en el debüte expresando que lo hacía haciendo uso del derecho que la Constitudón lo otargaba como Secretario de Estado par a defender en unión del Ministro de Hacienda, la política del Gobierno

y para computir la responsabilidad histórica de esa polí–

~ica, dijo lo siguiente:

UMe dhiio a 105 trabaiadores conservadores y libera– les, Cuando veo a un obrero liberal altarse contra noso– has siento una lástima piofunda¡ veo que hay necesidüd

de educarlo, de ¡l1stl uírlo; de esa manera no se levanta–

rítl nunca cOl1fra los mismos que de~ienden sus inteleses Examinemos su m:tu.al situación económica. Que es lo

que ganil un o~icial de sastrería, UI1 albañil, un zapatero? Ocho o diez; pesos al día ("ritan de la barra: seis, seis) que equiv&len al 2,000% a CUllrenta o cincuenta centR'vC'!> oro El soldado g¡}nilha CUClrenta centavos oro, o sean al 2,000 de c¡.Jmbio, ocho pesos; hoy gana dos, tres pesos. Esas huelgas que hemos estado presenciando y que son manifestaciones nuevas en nuestra vida económica, son reveladoras de un malestar profundo; los obreros se le~

vantan contra los patronos, y sin embalt:t0 los patronos también están perdiendo Todo es obra de la mala mu~

neda. El pueblo necesita comprarse una prenda, un sombrero por ejemplo, y Jo tiene que pagal en 01'0, y

más que en 01'0, pOlque el comercio compra en oro, tiene que ,pagar en oro

l

y teme pel der si hay una bnja todavía mayor del biUete Todos pierden o cs1án expues'os n perder con este sistema monetario. Lo repito: todo es

obra de la mala moneda; este es el tt iste legado que no;. ID dejado el liberalismo; él cayó ya clel poder, pero toda· vía pugna p~ra rnantensl su o!:-)I'.i) , Es necesario demolarla

en sus cimientos, y el úniC"o modo de resolver el ploblema es volver resueltC'mente a la moneda limpia y sana de 105

heinta años

l

en cuya época los seivicios se pagaban equi– tf.:1tivamente y bajo la cual varias generClciones vivieron felices De ofrE! maner,", nos 1'1 ccipitaremos en el desol'den

y la anarquía. No lo olvidéis, señol es: todo gobierno debe

fundarse en la iustici.~·.; sin ella no es posible la Iiberf.ad

y el orden Yo soy cacaoteto, cafetalero, oigo voces quo

me dicen: Ud. va a perder En buena hora, pera no, no

sllcedel'á eso; porque ya está escdto: ¡estableced la jus–

ticia y lo demás se os dalá por añadidUlal l1

Esos conceptos demuestran inequívocamente dos co– sas: l~-Que la conversión monetaria se hila con men~

tafidad de justicia social, que la paridad se

I ealizó para que el asalariado recibiera un salario iusto en la misma

moneda en que tenía que hacer sus erogaciones vitales;

y 2 9 -Que los qu'e se o,}3ol1ían eran los intereses econó– micos que vendían sus productos en dólar y quelían pa~

gar los salarios en moneda depreciada en vez de pagar– las en la misma moneda en que vendían sus procfudos como era de justicia. Eso naturalmente hacía subir el costo de la recolección, pero ¿por qué han de ser los tra~

bajadores los que tengan que pagar la diferencia? Eran sin duda esos intereses los que decían a don Diego Ma– nuel Chamorro, en aquella ocasión, que iba a perder porque él era cacaotero y cafetalero al tener que pagar salarios con la misma moneda en que vendían sus pro– ductos en vez de hacerlo con una moneda de mucho me– nor valor. Sin embargo en aquellos hombres del gtlbier

n

no conservador prevaleció el sentido de la iusticia social

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