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tlo los sofim'es delegados en ulla hora tnn aV(ln~
:tOlda, <::uanuo fod6S están ansiosos de que se tel"
mine la sésiól1¡ pelo habiéndose referido el Ex~
celelltfsimo seña, I'residente de la Delegaci6n de los Estados Unidos, en su brillaatte uiscurso, on especial, al caso de Nicaragua, en mi c~lidad de Ministro de R.elaciones ExterÍol es de esta nación satisfaré su llamada, dando una explicación sus·
cinta del caso sobre el cual'", descilnsiido, en
estos tiempos, la mirada de todo el continente y
que dUtante esta Conferencia ha motivado la (u– ridsidad latente de cuantos llegan a ptesencial'
sus debates.
"El caso de Nicaraguti, señores, no tiene las COln..
(>lieaciones con que se le ha circulado en la pren..
Sil toda del mundo; el caso de Nicaragua, para expresarlo mejor, necesita buscar sus raíces, en la historia de nuestra República.
"La situación geográfica del Continente americano está deterlninada IJor el hecho de ser un conti– nento con sus costas a los dos océanos, y esa
situación ge091 áfica viene a culminar en aquella estrechez de nuesho istmo, en donde pugnan por
besarse, a travós de nuestro territol io, ete. na– mente, las olas del Atlántico con las olas del Pa– cifico
NU9Sho país descansa en un tenitoiÍo accidental, en uno de esos territorios que, como el de In an– tigua l)alestina, son territorios de tránsito, e"pues– to
Q los accidentes de una complicada vida inter– nacional Nosotros así despertamos a rafz de las conquistas
"Señol es: cuando todos los países de América, tal vez vivían descansados, entre nosotros se Iihr6 una gran lucha entre Inglaterra y España y mi ciu~
dad natal, la ciudael de Granada, fue once veces destruida y tomada por los ¡piratas ingleses. Cuan~
do llegó la hora de la independencia, Nicaragua, por las példidas de España, quadó nlUtilada en su territorio, quedó sin su tel ritorio en la Costa Atlántica, y desde entonces fue nuestra tlaciente labor, desconocida tal vez del continente ame rica· no, el conseguir la in'legridad de nuestro tOI rito– rio. Por eso Nicaragua, en los momentos cuando se discute cualquier asunto que le atañe, declara ante todo el mundo valientemente, que dehe a la cooperaciól'l de los Estados Unidos, el reintegro de
su 1erritorio.
"Señores: Nosotros vivimos en ese territol io, co– mo un pueblo amante de nuestra independencia, cualquiera que sean las dudas que se quiellm po– ner sobre nosotros; somos un pueblo acostumbra– do a la lucha, y más que acostumbrados a la lucha a desperdiciar, como niños, la san918 de "uestlas venas en contiendas civiles; no tememos i'1 la
muerte, y si alguna vez algo nos falta, es 01 ¡uicio
para no malgastar nuestr2 sangre como lo he di· cito
"Todo lo tenemos para nuestri1 vida: un ,pueblo enérgico y deseoso de vivir, todo, hi}sta el poeta insigne, cantor de América, qua vino a proclamal' en sus estrofas btillantes, todo el sentimionto de
la r.~n hlopaMáMéricGna: nuonlró tlráil llub&11
D.rlo.
"Seitm es: N<l so puede, puos, calcula.' quo uoso.. tros hayamos venido aquí con otro ospíritu que el de toda Hispanoamérica; hemos estado en to– das las t)artes de la Conferencia al 'lado de nues– tros hermanos, dispuestos a sentar los derechos de la igualdad de 105 Estados, de la igualdad y de la independencia, y ros hemos acompañado COI'
nuestros votos, porqUG 'ambién l1uel emos la eter–
na fraternidad del Continente Americano. "Se habla del caso de Nicaragua En una de esas discordias civiles, últimamente, los dos partidos ¡políticos de mi país, que Ison demasiado equili.. btados en sus fuerzas, han librado una lucha por un año; los dos, señores, cuando se vieron cansa– dos, cuando vieron que la arteria de la Patria san... graba en demO)sía, pidieron la mediación de los Estada;s Unidos para terminar su conflicto.
"En virtud de eso, están en Nicaragua, y yo, seño. res, en nombre de mi país, declal'o, que ellos nos han asegurado permanentemente, que no van a vulnerar nuestra independencia, y que se van a ¡¡–
mañana, dejándola intacta cual la encontraion. "Señores: Ni los liberales, ni los con~ervadores,
que forman la integridad de mi país, tenemos en estos momentos desconfianza en los Estados Uni. dos. Se van a ir ele Nicaragua; pero sÍ! vanos tam. bién para solidificar esta confianza, la declara– ción que frente a América hizo el Presidente Coa..
Iidge en La Habana, y la que acaba de hacer Mister Mughes en nombre de su pafs. Yo las recojo, y
las ablo en una inmensa segutidad: de nuestra SOD
beranía para mañana".
Hermosas palabras en verdad las del Dr. Cuadra Pa..
SOS, (fue explicaban en forma suave el doloroso C¿¡SO de
NicaraguCl: su tragedia interna y lO) intervención armada. Pero volvamos al pi incipio. Quién de aquellos hom~
bres tenía la .'azón? Víctor MaúrtuQ o Gustavo Guel rero, s(mbolos de encontradas opiniones?
la reflexión y el tiempo vinieron a dar la raz611 a Gustavo Guerrero, pues en la VII Confelencia Panameli. cana reunida en 1933 en Montevideo, se aprob6 el il'lte. resante Cllpítulo ne los derechos y deberes de los estados,
y allí se consignó en forma lotunda el principio de no intervención consagrado en los siguientes términos:
"Ningún Estado tiene derecho de intervenir on los asuntos internos ni en los externos de otro".
Veste principio fue confirmado y ampliado años después en el ar.tículo 15 de la Carta de la Organización de Estados Americanos, que dice así:
"Ningún Estado o grUllO de Estados tiene derecho de intervenil', directa o indirectamente, y sea cual fuere el tnotivo, en los asuntos internos o externos de cualquier oflo F.I principio anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra formll de ingerencia o de tendencia atentatoria de la pelsonalidad del Estado, de los elementos polítiGos, económicos y culturales que lo constituyen".
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