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to del cotral del I-1alllio, io h,zó tóger -para la playa y de tal modo cargaba sobre el antiguo juidor que no le daba ílenlpo de coger juelgo

y de que hiciera una defensa efectiva.

Cuando Fernández vio que la cosa iba a lo largo, pues reculando, que reculando ya

iban casi a la par de la ceiba del Subidero, gritó de pron10'

-Qué ±e pasa Jusio Culebra que ±e esiás

corriendo de este penclejiío¡ - y monologan– do sielTlpre confinuó:

-Jus±o Culebra qué ±e pasa? Jus10 Cu– lebra que estás peído de vieja o de la Veró–

nica? Qué ie pasa culebrarnica de ofro tiempo?

Más adelante agregó,

-Jus±o Culebra nunca ±e ha pasado ésto El lecheri±o cansado de oir iales pregunlas pujó, nlas que dijo, por lo bajo,

-y más fe va a pasar rependejo, por andar queriendo IYteier el mono con el finado

Justo que ya vive con el Diablo desde hace ±ienlpo.

-Quién diga :lal cosa, rrliente! para que

lo sepás, Jus±o Culebra soy yo y ie lo vaya

probar ya, panz6n guanaco.

y el pobre Culebra que ya no podía nlás

hizo el último impulso, tirá a fondo un cula-

thazo de punia '1 por castiaHdad le h1t16 la

barba al muchacho

Lo salvó la contingencia de haber termi–

nado su carrera corno un pobre gaznápiro chuchón, porque en ese momento iba a em– prender la esian\pida, mas el Lechero, al verSe herido, se llenó de horror y pensó, dominado

por la pavura que trasnlilia el renlOqueie m–

.r.ernal, que de verdad se las veía con Culebra

y a pese.r de ser el vencedor, pues Justo ienía lnás de veinfe puntazos en el pecho, salió a fa–

do fuI pidiendo anlparo a los compañeros de la hacienda.

Justo ya no gozó el placer de haber ga– nado la reyeria solo al influjo de su nombre pues no había pepenado la pueda de El HaH: 1Jo el nlozalbe±e acobardado, cuando el alma se le escapó bifurcada por los veinte hoyos

de los puntazos que el lechero le propinó.

Hay que reconocer que el pánico que in–

fundía era vasto, pues feniendo una pata den–

tro del hoyo, ganó a pesar de iodo la úliima

puntiadera, en la cual sólo un refilón afor±u– nado logró dar, fuerie confinnacién esío de

aquello de que, el gallo viejo con sólo el ala

mala.

II

DANDO el Nisi.aYolero despuntó so– , bre la 10nla de Rora Trinidad Bar–

quero en la nladrugada del día de

San Juan, ya encontró a Sarnuel Or–

lega atusando y maiceando al in–

quieto y brioso Melado, que ian±a fanla había adquirido en el dilatado ánlbito canlpis±o, desde las yernladas planicies de

Teoyaca hasta las ubérrimas e incomparables

de Olam.a.

DespuÉS que aquel columbró la hernlosa

estrella, como asombrado de verla, lanzó una mirada escrutadora al espacio, echó a ver lu– ceros, encen.dió U11 puro para guiarse con pre– cisión siguiendo con la. vista el rumbo que iba a coger el humo y saber, una vez averiguado para donde cogía, si soplaba vendaval o ha– bía tranquilidad en la atmósfera, quién sabe qué le revelaron sus observaciol"les, pues al concluir con ellas, dialogó con su penco en es~

íos términos, palmo±eándole las ancas:

-Conle±e todo el nláiz, hoy será el día de pura mecha y remecha para vos, y para ±u desgracia y la mía, la tarde será de pUla

agua, conque estás entendido; mieniras ama– nece, voy a bañarme para no lnorinne en es– íe año.

y sin agregar palabra alrave[:á el corral

de piedra de La Trinidad, nidero de conejos, y le dio para La Quebrada a prolongarse la vi–

da, pues el indígena Cree que si 110 se baña

en la madrugada del día de la Nalividad de

San Juan Bau±ista estira la paia en el reslo del año.

Principiaba a descender para el vado de La Uva cuando oyó voces distintas proceden– fes de ese lado que avanzaban sobre el sen– dero en que él marchaba Cozno fuerano astu–

±o y bellaco, se agazapó iras de un nla±ón de

Inozote y esper6 a que los que venían con– versando, pasasen para reconocerlos y darse a conocer de ellos, si le convenía, o conservar la incógnita, si ésto le iba bien a su capote

Por el eco dual de la plalicadera dedujo,

l11.as que reconoci6 en los dialogadores, a Ju–

lián Caniillano y a Abrahanl Pérez, que eran ayudantes de la quesera y campistas en em– brión que estaban haciendo su pasaniía bajo la dh ección del Mandador de Canlpo, Eugenio }iIayorquín¡ cuando éstos pasaban frente al mogote en que Sanluel se escondía, Canlilla–

no dijo a Pére2:

-Es±e brujo de Sanluel, está dispuesio a levantar para que nos embista hoy por la no–

che el caeasle de la vaca vieja que murió en

La Chingastosa.

-Compañeró, y dicen que ya son varios los hombres que este caraje a hecho correl con sus brujerías.

-Cuentan nluchas pasadas suyas, Y lo

piar del caso es que agora quiere que nosotros

lo viamos parar la jediondaza carroña de El Pochoie

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