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'rodo hu sido ttrrebutado, nada quedcj ya con qué escondei'se. Ya no le queda ningunCl defellsu, El está desnudo como un gUStillO,

loIa sido descubierto y entregado a todos los hombres.

Sí, ese es vuestl'O Jesús. liace reÍl'. Está lleno de golpes y de inmundicias. Pone el\ movimiento

ti alienistas y policías.

l'auri pingues obsederunt me. Libera me, Domine, de ore c(lnis. Ese no es el Cristo. No es el Hijo del Hombre. No es Dios. Su Evangelio es mentiroso, y Su Padre no está en los cielos. lEs un loeo! Es un impostor! Que hable! Que se calle! El criado de Ana lo abofetea y Rencín lo besa.

Todo se lo han arrebatado. iPero aún le queda la sangre escarlatCl! 'fodo se lo han arrebatado. iPero aún le quedan las llagas que estallan! Dios está escondido, pero queda el la vista el hombre de dolores. Olos estó escondido, quedg mi hermano que 1101'(1.

Por vuestra humillación, Señor, por vuest/'{j vergüen:<CI, Tened piedad de los vencidos, del débi I abatido por el fuerh~!

Por el horror de ese úhimo vestido que se os cluita, 'fened piedad de todos los que son desh'o:<CIdos! Del niño operado tres veces a quien el médico da valor,

y del pobre herido {\ quien se remueven los vendajes,

Del esposo humillado, del hijo que se halla junto al lecho de su madre moribunda,

y de este I'errible !lmor que tenemos que j:trranwl'I1os del corcnón!

UND!:CIMA ~S'fACION

!'le aquí que Dios ya no está con nosotros. Está en tierra. La jauría en montón lo ha tomado por la garganta como

f.I un ciervo. Habéis, py(~s, venido! Verdademmente estáis con nosotros, Señor!

Alguien se sienta endma de Vos, alguien os pone la rodilla sobre el cora:<ón. !:sa Mano que el verdugo taladra, es la Diestra del Todopoderoso.

El Cordero ha sido atado por los pies, ha sido amarrado el OmnioPresente. Se señala con tiza sobre la Cruz su altura y la longitud de Sus Bra:<os.

y cuando va a saber lo c¡ue son nuestros clavos, velillOS a ver SU rostro. Hijo Eterno, cuyo límite es vuestra sola Infinidad,

¡Ved aquí, pues, entre nosotros, este lugCli' estrecho que Vos habéis codiciado. He aquí al Elías inmortal que se acuesta a lo largo! ¡He aquí al trono de David y la gloria de Salomón!

iHe aquí el lecho de nuestros amores con Vos, fuerte y duro! Es difícil paru un Dios hacerse a nuestra medida. Se echa, y el cuerpo medio dislocado Ci'uje y gime,

Es puesto en tensión como una prensa, se le despedaza horriblemente. Parc;l que sean justificadas las palabras del Profeta que lo ha predicho: "Han taladrado mis manos y mis pies, Han contado todos mis huesos". Estáis preso, Señor, y no podéis escapell os. I:stáis clavado sobre la Cru:<, de manos y pies.

Ya no tengo nada que buscar en el delo con los herejes o con los locos. Este Dios, que se deja sujetar por cuatro clavos, es bastante para mí.

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