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El cuerpo cae, es verdad, y el alma al mismo tiempo ha consentido.

Salvadnos, Señor, de la Segunda Caída que se hace voluntariamente, por fastidio.

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OCTAVA ESTA'CION

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NOVENA ESTACION

Antes de subir por última vez a la montaña,

Jesús levanta su dedo y se vuelve hacia el pueblo que lo acompaña, (Algunas mujeres pobres, deshechas en lcígrimas, con los hijos en brazos). V nosotros, no solamente miremos, escuchemos C1 Jesús, porque El está allí No es un hombre quien levanta su dedo en el centro de esta pobre estampa

(iluminada,

Dios mismo es, que por nuestra salvación ha sufrido no solamente en pintura. Así que este Hombre era el Dios Todopoderoso, era, pues, cierto! V, en efecto, este es un día en que Dios ha sufrido esto por nosotros! Cuál es, pues, el pelígro del cual hemos sido rescatados a tal precio? La salvación del hombre, ¿es un negocio ?an complicado, que el Hijo Para realizarlo está obligado a arrancarse a Sí Mismo del seno del Padre? V si esto pasa en el Paraíso, que sucede, pues, en el Infierno? Qué se hará con el leño seco, si esto se hace con el Verde?

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DECIMA EsTAGION

"He caído una vez más, y esta vez es el fin.

Quisiera levantarme de nuevo, pero ya no hay medio.

Porque he sido estrujado corrio un fruto, y el hombre que tengo sobre las espaldas

es demasiado pesado.

Muramos, pues, porque es más fácil estar tumbado sobre el vientre que de pie, V menos fácil vivir que morir, y sobre la cruz que debajo de ella" Salvadnos del Tercer pecado que es la desesperación!

Nada se ha perdido aún, mientras quede por beber la muerte!

V yo ya he terminado con este madero, pero aun me falta el hierro! Jesús cae por tercera vez, pero ahora es en la cima del Calvario.

He aquí la era en donde el grano de trigo celestial ha sido pulverizado. Está desnudo el Padre, ha sido arrancado el velo del Tabernáculo. Hemos puesto la mano sobre Dios, la Carne de la Carne se estremece, El Universo en su fuente alcanzada por el golpe, tiembla en el fondo mismo

(de sus entrañas!

Nosotros, puesto que ellos han tomado la única y el manto inconsútil, Levantemos los ojos y atrevámonos a mirar al todo pureza Jesús. Nada os han dejado, Señor, todo lo han cogido.

Las vestiduras que se pegan a la carne; de la misma manera que en el día de hoy Se arranca su cogulla al monje y su velo a la virgen consagrada.

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