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DUODECIMA ESTACION Sufrió lo indecible, es cierto, pero ahora va a morir.

La Gran Cruz en la noche, se mueve débilmente por las respiraciones de Dios. Todo está consumado. No hay más que dejar obrar al Instrumento Que, inagotablemente, de la unión de la doble naturaleza,

De la fuente del cuerpo y del alma y de la hipóstasis, extrae y saca Toda la posibilidad que hay en El de sufrir.

Está solo, como Adán cuando estaba solo en el i::dén, Está p:;!' tres horas solitario y saborea el Vino,

Ya ignorancia invencible del hombre el' el retiro de Dios.

Nuestro Huésped se ha adorme~ido y su frente se inclina poco a poco. Ya no ve a Su Madre y Su Padre le abrmdona.

Saborea el cáliz y la muerte que lentamente le emponzoña. No Os parece bastante, pues, este vino agrio y aguado, Y os enderezáis de súbito gritando: Sitio? ¿Vos sediento, Señor? ¿Y me habláis a mí? ¿Tenéis necesidad de mí todavía y de mis pecados? ¿Os hago falta yo, antes que todo esté consumado?

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DECIMOCUARTA ESTACION

Aquí termina la Pasión y continúa la Compasión.

Cristo ya no está sobre la Cruz, sino con María que lo ha recibido.

Así como Ella lo aceptó, cuando fue prometido, ahora lo recibe, consumado. Cristo que ha sufrido a los ojos de todos, de nUGlVO está escondido en el seno

(de su Madre.

La Iglesia entre sus brazos, para siempre toma el cargo de su bien amado. Lo que es de Dios, y lo que es de la Madre y lo que ha hecho el hombre, Todo esto, bajo su manto, está con Ella para siempre. Lo ha tomado, lo ve, lo toca, ora, llora, admira;

Ella es el sudario y el ungüento, es la sepultura y la mirra. Es el sacerdote y el altar, el vaso sagrado y el Cenáculo. Aquí termina la Cruz y comienza el Tabernáculo.

La tumba en donde ha sido puesto Jesucristo muerto, después de haber sufrido, El agujero cuyos sellos han sido quitados a la carrera para que duerma su sueño, Antes que el destrozado resucite y suba al Padre, ~

No es solamente ese sepulcro nuevo, es mi carne,

Es el hombre, vuestra criatura, que es más profundo que la tierra.

Ahora que Su Corazón está abierto y ahora que Sus Manos han sido taladradas, Ya no tendremos más cruces entre nosotros en que no yazca Su Cuerpo, Ya no cometeremos más pecados que no correspondan a una llaga de El. Venid, pues, del altar en que estáis escondido hacia nosotros, Salvador del Mundol Señor, vuestra criatura está abierta y es profunda!

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