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« Previous Page Table of Contents Next Page »'Y para remacharle el cíevo Se le errlm6 paso a paso el mandador Zacarías Bello y le ensambló este orquetazo:
-Te conocía corno atnansador, pero de que eras ganador de jocicos no sabía nada;
anoche de un bergazo le ganaste el jocico a
tu mula; qué hotllbrecito más güevón sos vos!
Caniíllano amoscado y cabizbajo no dijo nada ante la puyadera, se fue derechito a co– ger el cubo y se enfiló para el chiquero a sa–
car el primel lernero que encontró para en–
rejarlo.
Cuando ya había ordeñado unas diez va–
cas se le empez6 a lin'1.piar la cabeza, comen·
zó el desfile de las evocaciones y por fin en una de ellas vio pasar una bastante derren– gada y con detalles difíciles de precisar que lo llevó a la cuenta de los dantazos que le Iuelió a la Florencia.
El hecho lo molestó mucho, no por ha– berlo cometido que él sabía bien que la mu– chacha se 10 perdonaría, si no por la remoja– dera burlona de toda la campistada.
Pasó el ordeño, se le dio pueda al parido,
se desayunaron, fueron a lraer las bestias para
el sabaneo y hasta que ya estaba ensillando El Medias Blancas, Julián desatarcó la singüe–
SO para decirle a Mayorquín:
-Ayer me dijiste que iba ir a Las Cañas a traer La Tigra, eso voy hacer agora? -Eso, precisamente, pero tené entendido
que no vas ir a hacer tu casa, pues vas ayu–
darle a Gabino e echar el mamento cuando volvás.
-Entonces Iue voy ya?
-Qué años que debías de haber vuelio. Sin decir más ..1 ayudante brincó para
montarse y una vez bien afia11zado, se alejó sin ITl.qsíicar, rumbo a Las Cañas
Cuando Cantillano partió las mujeres se
pusieron a sacar cuentas, obteniendo el resul–
tado de que debían de lograr la oportunidad de la ausencia del querido para irse al Muñe– co a pactar con la Prudenciona
Nadie se dio cuenta de que la Anselma y la Florencia habían cogido el canüno para tal sitio, pues salieron cuadriliando grandes motetes de ropa sucia con destino a La Que–
brada para hacer creer a los meseros que se encaIlÚnahan a lavar.
En el bajo del encierro de La Virgen en– matorraron los peleros y por atajos ignorados de la generalidad trotearon en busca de la
zajurina, la que las recibió con los brazos abiertos, pues era buena amiga desde antiguo
de la Anselma.
En cuairo socollones hicieron saber a La Prudenciona el motivo de la visHa y después
de pedir rebaja por eí pt'éc1O dei trabajó '1 asunio se arregló en pocos minutos. • El
La Bruja respondía al nombre de Prude cia, pero como tenía un tamaño desmedido
r–
jincheria de todos los puntos cardinales de la
vecindad le encaramó Prudenciona, aument &
tivo que al criterio naiucho le parecía justa. para compaginar la vastedad de su estatu~'
con un sustanfivo aproximado a su iamaño&
al viajar de los años su nombre de pila l' p<;rdió por completo. y la posteridad la pepe~
no por e.l aumenta:hvo que la natuchada le
encaramo.
La Anselma hizo ver a la Prudencia qUe no podían tardar y en tal vidud le encareció que si algo tenía que aconsejarles que lo hi.
ciera cuanto antes, pues iban a penerear en
el regreso para evitar la sospecha de los me. seros y chacalines.
La hechicerarue no se hizo repeiir la so' licitud, y para dar fin a la consulia habló así:
-Desde hoy queda el asunto de nü cuen. ta; perdé cuidado que yo te voy a cabrestiar a Iu muleto y luego le ganaré el jocico, por de pronto llevate estas contras y regá bajo tu
camastro esta agua que le va a ablandar los ñervos y le aumentará el tabardillo cuando yo en el camino del Cuero me le aparezca hecha cegua.
y sin decir más le dio un manojo de ver. bas explicándole que las debía de poner a re– mojar desde las once de la noche a la una ds la madrugada y muy a la albita 10marse el
agu~ y guard:>r el chingaste de yerbas para pas:harse con el en La Quebrada al medio día en punto y en una media botella le entregó el
líqtüdo que iba a regar en cuanto llegara de– bajo de su tapesco
Las mujeres envolvieron los chechereques, se abrazaron, se despidieron y pusieron patas a todo irote para La Trinidad.
Una que oira palabra saliaron en el cami– no y en menos de lo que un malpensado gas–
ia para inventar una calumnia, se tragaron el camino que ±enian que recorrer en el regreso.
!3acaron los m?ieies de los maiones y de– rech,io se fueron a La Quebrada, la primera en soliar la singüeso fue la Anselma, diciendo:
-Ya lo vas a 'ver, desde el día que Ju– lián veya la cegua se acabaron sus compaña–
nas y sus güevonadas.
-Será, ña Anselmá?
-De aquí a ocho días a lo más, vas a quedar completamente clara como el ojo del piche como dice Ugenio que dice el maistro Pardo, de Boaco.
-Ojalá, señá, porque si no me lleva el diablo con el pendejo, pues nos tenernos que, -12-
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