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cha, dio vuelta en redondo y cabizbajo y des– pacio abandonó el sitio del desaguisado, di– ciendo al partir:

-No lo descuartizo para hacerlo salpic6n porque a hombres corno don José Mariya Bui– trago yo los respeto en cualquier lugar donde aparezcan y sé que viene aquí derechito a de– fender a su sirviente Y sin agregar una pa– labra más desapareció en la largura de los corredores bajo los cuales acababa de tener lugar el zafarrancho.

El respeto que el buscapleiio sentía por el señor Buiirago había nacido en su pecho

desde cuando era infante, pues don José María

le había dado albergue en su casa en la época distante de su niñez y le había ayudado a su familia mucho antes de que comenzara su te– mible y desastrosa carrera de matasiete.

Ayudado por los arrieros don Cherna lle– vó a Mayorquín donde la Chavarría, luego

mandó a buscar a un curandero y después que lo llevaron y ±enninaron la cura de emergen–

cia el patrón se fue a su hamaca suplicando

anfes a sus rn.uchachos se reiiraran a dorrrdr,

para evitar cualquiera nueva agresión del fie–

rabrás sin talmeca que andaba suelto en el lugar.

Los compañeros de Mayorquín cuando lo

vieron quieto y que dormía con tranquilidad, principiaron a vigiar a don Cherna en busca del instante propicio de escaparse sin ser vis–

tos, pues se había prometido ellos mismos

amarrar a Ta±ote de cualquier manera

Onofre Malueños fue el primero en escu– rrirse por el corralillo de la casa de la Rosa, luego lo siguió Simón Sánchez que era un gi– gante autóctono de veras por su complexi6n y estatura, cotoniándolo casi desfiló en la tinie– bla tras sus pasos Eusebio Suazo que había silianado bastante y por último cogió el ca– m.ino el chayolepense Gregario García; cada uno de estos hombres llevaba en la mano su cutacha envainada y al cinto bien seguro el respectivo puñal de cacha negra de hierro ter–

minada en cruz que una casa comercial de

Granada, la de Salvador Chamorro había pues– to en boga en aquellos lugares

En la calle se juntaron, dialogaron y des– pués de resolver el modo de cómo iban a ter– minar con El Corre Escolias, se fueron a apos– lar tres del cuaterno descrito en un senderito que pasaba tras de la vivienda en donde se celebraba la chichada, lugar por el que sin duda habían supuesto el malandrín buscado tendría que escupirse el pecho para su posada y el otro compañero fue a ver si El Grandote había vuelto para lener sobre aviso al terno asombrado al vástago de un jícaro que en el lugar escogido para el combate había.

En el interín el hombre que había en– sangrentado la parranda tan luego vio de le– jos que don José María y sus peones se ha-

bían llevado a Mayorquín y que el murm.ullc que había levantado el güirrazo eslaba ya

concluído, recogió los pasos andados y Se re~

gresó al lugar del tacón.

El retroceso de la fiera no fue captado Por nadie y ésta sin hacer bulla ni llamar la aten_ ción se fue a sentar al lado de una fueranita que vecina a la puería de la calle y a la som_ bra de la m.edia obscuridad de una esquina descansaba y capeaba los pies de los bailado_ res que concluído el tumulto habían vuelto a

la carga aunque con el enlusiaslTIo bas±aníe

restringido

A pesar del dantazo al bailarín, de la he– rida al caporal y de que la chichada había

decaído por tales sucesos, Zenón Treminio no

había podido arrancar del quicio de la puerta a su sobrino Tigüilote; el pobre hombre le su– plicaba y le resuplicaba que se fueran; y le de–

cía compungido:

-Arnonós, hijó, amon6s, que este demo~

nio va a concluir con iodos nosotros

-No se aflija iiyo y si tiene ianto mieda, pues panereyese para la posada que yo quiera ver en qué para todo ésto.

-v que lo vas a ver gran bobo, si ni Uge– nio que es tan pencón pudo aguantarle la

arrancada conii menos vos que casi estás pe–

lando el ajo.

-Pues yo no lo estoy diciendo que va

a topar conInigo; 10 digo que quiero ver en que va a parar iodo esto, pues yo quiero mu–

cho a ñor Ugenio y me duele, me duele aquí adentro del pecho que le hayan mal jodido tan de choña.

-Pues si te duele sabate, pero atnonós

ya, que aquí estalnOS corriendo peligro.

-Espere el medio vuelto, tiyo, que los com.pañeros de ñor Ugenio no han de tardar por ay.

-No han de tardar de estar roncando

los :muy sarnosos, pero de que vuelvan aquí

eso que nones y 10 vas a ver si tu cabeza

de tenamaste no haca caso de lo que te digo.

-:&or Ugenio es muy bueno y aunque no

lo creya van a venir los compañeros.

Zenón no replicó y se quedó viendo al so– brino con una rabia tal que el muchacho adi· vinándolo le dijo entre serio y entre broma:

-Pionneniecito, ± i y i ± o, piorrneníeciíot

porque tendrá dos trabajos; el uno por haberse disgustado con yo y después por volverse a

contentar con yo.

Eugenio había fenido fama de valiente,

lo era de verdad, pero corno no tenía nada de

pendenciero y no vivía a caza de pendencias

no se imaginó nUnca que un bochinchero co

mo El Grandote que decían que no conocía el

n1.Íedo y que combatía hasta con las escolfaS

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