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« Previous Page Table of Contents Next Page »ataviada, con su reboso echado al desgaire sobre la c~be
¡8 y un puro encendido en la bociJ, el qUG, al paSiJr noso– tros al galope se quitaban para gritar con albolozo ¡al mar, al mar.. !, y asi incesantemente hasta suhir II un alto– zano desde donde divisamos una legua de selv¡) lIan;] co–
lindante con la vasta extensión del Pacífic:o.
El sol ha caído ya, las esf¡ ellas vespetHnas parp~deiln
en el horizonte y, allá en 10 alto, la Ifmpida luna nueva' lucha con el crepúsculo Uno milla más v va estamos
en una cañada en cuyo fondo discurre un- ri~chueto de
donde surge un confuso murmullo de: voces, lobusias ¡j–
sotadas y el eco da alegres candones . Invoiuntariamen– te detenemos nuestl'os cabalgi"dul as y contemplamos una turbllmulta de hombres y bestias que beben agua del ria– chuelo o pugnan por acerC¡]lse a él: ulla masa oscilante e incoherente, a,p0nas visible entre la rojiza luz de grandes fogatas cuyos destellos flamean entro éÍl bo!es y tOCilS y
p~r entre los cambiantes grupos, en fue¡ te contraste con los claros macizos de luna que se filhan, diáfanos v telsOs,
a través de las aberluras del follaie. Es1e sos el principal
aguadero del campamento, al que -dos veces por día–
llevan a abrevar a los caballos; v éstos son los mozos
.:l
cuyo cargo están los animales -Las lumbraradas provie– nen de rústicos hornos de cocción en los Que el nlfarero
indígena cuece su mercancía; '! de pies ¡unto a un n'fmtJlo
de vasijas recién cocidas está su muier lanzando €51e
pregón:
"Cántaros, cántaros nuevos,
¿quiere accmplar?U
Con dificultad pudimos pasa¡ entre los grutJ05 cle hombres y Clnimales, y tras un corto viaje dsntro de la ne– grura de la selva G!I)]eSa, llegZlmos a Las Salinas, ex1ensa
planicie cubierta de agua dur¡mfe el invielllo pero dhora seca, dura y blanca, y toda cubierta de sal. Bajo la luz de la luna parada un campo de nieve rcyado por el neglo
y bien apisonado camino. Entre las Saiinas y el mar hüY
una amplia y seca ondulación de arena pobleda de éÍiholes
que parece haber sido fOI mada por las marejad.t:s Enira la iH boleda pudimos distiTltluir las luces de muchos fue .. gos; y mientras nos acercáb~mos al IU9l':r oímos las explo– siones de alegres car.ca;adas, v, a inter'/alos, los acordes de instrumentos musicales Espoleamos nuestras beslias
y ,pionto nos encontramos en el vórtice de un escenario para nosotros tan nuevo como excitante Vemos amnlios avenidas de entl'madas, cnguirnaldilrloas con hamacCls' col·
9udas en el frente, en las Clue se cohrml)ian seiíoritas en animada conversación con sus !.-taJantes (orte:jJclol es de banda roja con borla ceñida a la cintur?, tlal"mes que pau–
sadamente rasguean la guitcwla, en tanto qm~ 1&5 pelso– nas mayore6 de anlbos sexos -sentadas allá en el fon~
do- fuman sus puros y cigarrito!i, on cuadlo!i que son vívida represenlación del ocio y del sosiego. A' lado de las enramadas están las cartetas enfoldadas; denho y de~
bajo de ellas la chiquillería retoz~ en ¡'aptos de albolozO. Detrás, los mansos bueves calreterc.s Vllcen atadas a les árboles; y aquí también- hay fuegos para fines culimB ios,
alrededor de los cUlles las codnerC!s, chi'lrl~ndo que ni lo– ras, preparan la taza de chocolate para la nothe Luego paSilmos frente a una enramada -abiertCl V brHlanfemen· te iluminada- en la que se ven dukes, vinos y cigarros en estantes adornodos con !:4ajÓ:i de ram~s ve-¡des, Al frente, un diestro ,prestidigitadol realit:a ~us proezas ilnta la admiración de los parroquianos de la cantina de quje-
nes percibe uno que otro real Cel ca de Ahí una indita sentada sobre un petatra Hene fHmte a sí una batea de fru– tas, mient¡!Is que otra oxhibe un confuso m()n~ón de cintas
de colores expuestas po?ra iei1t~r la coquetería 'femenina. En el cenlro de la ranchería, y bajo la somura de un fron– doso cl1¡lamate que esparce su ramaje cual si fuera el te– cha de lmil ca~i), Q~tá e! I esguerclo de poHcía¡ éste es un
destll:cumen~o d<t fa guarnlción de León El deber de estos
hombres consiste no s610 en mantener el orden entre 105 vClai,cantes sino que también en eie\ccr una rí!jida vigi–
lancia sobre el contrab~ndo de aguardiente
l
cuya venta, salvo Gn los elOt~llc(t5 del gobierno, está estrictamente pro–
hibida Esh'J prohihiciól1 no ~c extiende a la chicha fer–
mentnclfl que indios do ilspecto orgitistico -mostrando en
5U propia person., las más _patentes ef3etos de su potel1~
cin- venden en calabazas abiertas a un cUMtillo la ¡ícara El oficial de ~uerd¡a reconoció nuestro grupo, y an~
tes dc que yo me pcr~.7ltara de III ln¡,'Jniohr3 los soldados
se hahian alineado presentando ñi'mi:5. Esta fue la se– ñal pala an10nTonatSe todo;; los odc~os. Elevé una inme–
diata y serniindignadil piotesta contra toda manifestación
dI] td génClo, y l1lanifG5té al comandante que yo había
dej;¡do al Ministl·o estadounidense en mi ca511 de León¡ así
COl"110 tambi6n que me encon~raba en el, mar como simple pllisano la expli<:ación ~ue ot')ortuna; divirtió a los tU–
ri0505 v me ahorró futul as incomodidades Sin embargo,
antes de termillar mi p!:rlamento caímos Iprisioneros de
mi viajo amigo el Doctor Juarros, quien noS llevó en triun– fo hASh'l su enraniadü iillá en el otro extremo de la r.1nche–
r¡il Am encontramos a la nlayor parte do nuestras bellas
amiguitM de ios b&Ir.~ne5, tomando chocolate y rGlbosan– tos de alegría L., lll~tar.¡¡n;¡ del paseo estaba dilramente
Gi1 su El['loaeo, y el contagio era tan fuerte que al instante
110S seiltimos presas del vértigo de la corriente popular. Al momento se nos puso ~I tanto de lo que para esa noche
se I'framabo" en los dr.culcs e'e9~ntes. Se había acorda– do bail~r en la pluya a la luz cle la luna, y para cuandol el baile dcc<:lyese ,e tenkm en mante otras diversiones,–
m
plc9t'Q.m~ ccmemzalÍa a cle!oarrollarse (\ las nueve de la
noche¡ y como eran t~n sólo las ocho neciicamos el tiempOl '(ue fBltaba a r31:0n el' las enramadas se~uidos Ipor una turba da odosos qU0 t"aredan go-zar da lo lindo al ver ct
interés que mostr~bamos por todo aquello (!ue era no– vel.lad para noso~ros. Descubrinms qrJe Chinandega, El:
Viejn, Chichigalp" y PueblD Nuevo, a!ií como Telica y los demás pueblos do la planicie de Le6n, estaban repre–
sfmtr.dos .:::IH, Los silct-::rdoles también habían Cilcudido en buen número, 'J pOI edan tan calltenlos como el qu: más
de Ic~ ficstm OSi eH] eviclen\e que h1 más c.cmplefli sImpa.l
tía y üdmisión tácitA de igualdad htlbía impregn.do de ex-, celente buen humor toclas Ií!s capas !Jodales, y las gantcs
se mezclaban con entura libelfad, sin empellones, permi~
tiendo a c:.;¡da cual diveltil se COIn<> meior te pareciese, des– terrando del lugal toda rivslidad y envidia. Menudea– ban la!i bromas, -ll1l1Ch~5 de I~s cuales plesenr.iamos antes eJe te~mjl1ar nuestro 10conido.
~n seguido regres~mos al otro extremo de la réalche– ría a tiempo de acompsñar a las señora!! en una caminata
pOl lJi1~ 3iltha velada que, entle al bustos, corre al margen de la seba, fuera d-e la espados¡'j y hClmosa ¡playa Junto
?I monte 1<;1 aren,:; es suelta, fina y Manca, paro dura y
lisa hacia el mal', Veíanse 9IUpoS dG paseantes disper–
sos por la ,playa; OCluí una pareia bailando, Allá un corro
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