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« Previous Page Table of Contents Next Page »Siempre deberla ¡en.r'e pr.sente que, por razón de la lucrativa economfa azucarera -Iuuativa para los pocos terratenientes- Cuba, como nación, nunc.1 pudo diver·
sificar su producción agrícola ni industlializar su econo–
mía por falta de una amplia distribución de la tierra y
por falta de un sistema de diveniificación de cosechas
Faltaban también los fondos para la industrialización, ya
que Cuba gastaba sus ganancias en dólares, provenientes
de la exportación del azúcar, en la importación de pro– dudas alimenticios básicos que se obtenían, principal–
mente, en los Estados Unidos. Una situación económica
similar a la de Cuba puede encontrarse en muchas otras de las Repúblicas Latinoamericanas, las que dependen para su mantenimiento en la exportaci6n de un monocul– tivo, tal como el banano, café, cacao, algodón, lana, caro ne o trigo, por ejemplo, o que dependen de un mineral como el cobre, estaño y petróleo, para sólo mencionar unos cuantos. Además, la mayoría de las economías de exportación de monocultivos Latinoamericanas tienen quo importar alimentos, a ,pesar del hecho de ser economías agrarias con un 50% a 80% de su fuerza laboral emplea· da en agricultura.
IV
Mientras se obtienen grandes ganancias de las ex– portaciones de monocultivos, la desigual distribución f:le
esas ganancias entre la población total puede demostrar~
se mejor anali:zando esa distribución en Panamá y Vene.. zuela, aparentemente las naciones más ricas de Latino América en una base de renta per capita. Adenlás hare~
mas comparaciones de la distribución de riquezas yen– ti adas entre Venezuela, Argentina y Uruguay Una clara indicación del desarrollo físico o real de Venezuela frente a las otras dos repúblicas, puede verse en la Tabla 111. La Tabla IV, en cambio, indica el desarrollo de Venezuela en 1936, poco antes que el sector petrolero entrara en el cuadro. Por esas tablas, no será djfiícil llegar a la con· c1usión que I.s entrad.. per capita y el desarrollo real interno no coinciden en Venezuela. La realidad es que la r:queza petrolera Venezolana va a parar a manos ex rln· jeras, las que la sacan fuera del país, dejando a éste sin beneficios visibles. En cuanto a la distribución de las en.. tradas entre los distintos grupos de venezolanos, no exis.. ten estadísticas, pero una situación similar se encuentra en la interpretación de las estadísticas panameñas. En 1952-53, las entradas per capit. en Panamá lle– gaban a U5$ 343, mientras en la Argentinél eran de IJS$ 358. Argentina h. sido siempre cOllsiderada la más desarrollada de las naciones de Latil10 América, a ,pesar clel hecho de que inversiones extranieras nunca han de– s9mpeñado, en términos d~ ,porcenta;es, el papel impor– tante que tienen en Venezuela, por ejemplo. Dadas las entradas 4e Panamá, debemos de suponer que sea tan desarrollada como la Argentina? Por supuesto que no La mayoría de las entradas de Panamá provienen del al· lamente concentrado negocio del Canal. Además, hay una marcada discrepancia entre los IJJOCOS I'icos -como en Venezuela- y los muchos pobres, y los casi económi– camente independientes campe~inos rurales cuyas entra, das anuales promedian US$ 14 y no US$ 342 como lo muestran las estadísticas de Panamá. Además, el 64% de la poblaci6n de Panamá es clasificada como rural. Es– to significa que el 64% de la población panameña está
más cerca de los US$ 14 por pérsona que los US$ 342. Un estricto análisis de las estadlstrcas venezolanas, ex– cluyendo el desarrollo petrolero, lleva a una conclusión similar. Se sostiene ,por la mayoría de los forjadores de la política Latinoamericana que una nación, como Vene– zuela, es políticamente dependiente puesto que su eco· nomía está, por necesidad, dominada por las grandes compañías extran¡eras, que no son sino extensiones de sus propias economías nacionates. Es la realización de esta situación la f:lue, por supuesto, ex.plico1 la general re– pugnancia de los Latinoamericanos para aceptélr las inver– siones extranjeras en el campo petrolero.
En lo que se refiere a la situación de Cuba y su im– pacto sobre la Amórica Latina, es importante, por lo tEln~
to, a la luz del análisis anterior, tener en cuenta los resultados económicos de las inversiones extranjeras que generalmente conducen al monocultivo. Además, no im~
Iporta cuán bien intencionados estén los Estados Unidos, Latino América en general tendrá que ser muy cuidüdosa para no caer en una trampa económica colectiva, cuando pide a voz en cuello la estabilización y mantenimiento de los precios de materias primas y exportaciones de ali– mentos. Este apoyo puede conducir solamente para per.. petuar el sistema de producción que ~s la más orave aflic– ción de las econol11ías del área. Es también contradictoria para las naciones de la América Latina ,proclamar la su– gestión -como tantos políticos y economistas latinoame– ricanos hacen --que Latino América aumente sus exportaciones y su producción de minerales y materias primas en general, mientras al mismo tiempo demandan acuerdos internacionales e hemisféricos sobre estabilh:a– ció" de precios para estas materias primas. Debe tenerse pre5"ente que planes para la estabilización de precios sólo traen alivio temporal.
v
Una conducta mejor y más positiva en lo que se re– fiere al futuro desarrollo de las posibilidades de Lotino América yace en el establecimiento del Mercado Común Latinoamericano, ahora en su etapa incipiente. Esta es una institución que, a la larga, puede llevar a ser la so– lución de muchos, ~i no ciertamente de todos, los prob!e. mas de Latino América en cuanto a su industrialización y
a la realización de sus economías en lo que se refiere a producción en masa y distribución. Sin embargo, es claro que como consecuencia del Mercado Común, al principio, surgirán dificultades entre latino América y los Estados Unidos y entre latino América y Euro.pa y aun entre las naciones Latinoanlericanas mismas. Discusiones prelimi– nares han indicado ya las tremendas dificultades y pro– blemas que habrán de solucionarse para implementar tal Mercado para toda el área. lo más probable es, que el establecimiento de mercados parciales entre ~rupos de naciones Latinoamericanas, sea el primer paso. Este será un paso similar al del Mercado Común Europeo, que in– cluye seis naciones, y el más reciente establecimiento del mercado común de los Siete Exteriores, dos áreas mercan– tiles que quizá~ lleguen a fusionarse en el futuro cercano Existe siempre la posibilidad de una fusión fructífera de pequeños mercados en una gran org&!nizaci6n, y ésta muy bien puede llegar a ser la tendencia en Latino América. Dados los acontecimientos de la politica interna de los Estados Unidos y particularmente de su política exle·
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