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« Previous Page Table of Contents Next Page »Corno a eso de las ocho y media de la no. che, un nuevo mensaje telegráfico ordenaba
que, a la mañana siguiente, Guardia y Oficia~
les de Ocotal, procedieran de regreso a su eSla. ción de servicio. Conocedor de esta orden, el
Tenienie Stanko, atento y servicial en gra.do sumo, para mejor cuntplir con ella y quedar bien con los favorecidos, noS facilitó dos bes. tias mulares al Tenienie Cabrera y a mí para que las usáramos hasta Ocotal, sitio al qUe arribamos iemprano de la tarde del mismo día de salida
Llamado al Despacho del'Comandante del Area para ser felicitado personalmente por su arrojo en el combate de "Las Nubes", porme. norizando los hechos no callé lo que realmenle había acontecido. Bastante sorprendido al im– ponerse de iales hechos, el Coronel Waison di– jo que inmediatamente tornaba acción sobre el caso, y, para terminar agregó: "Ya que de
nuevo eslá aquí en Cco±al, Tenien±e, prOCure descansar lo que pueda, que ya le designaré su nuevo servicio "
Aquel "nuevo servicio" no se hizo esperar.
Al otro día el Coronel Watson, corno siempre, personalmente, me anunciaba: "Por la rnaña~
na del día de mañana y en gira de propagan– da política. arribará a esta ciudad de Ocotal, donde permanecerá todo el día, el General Emiliano Chamarra acompañado de don Gabry Rivas, periodista, del Presbítero Azadas H.
Pallais, Dr Odavio Pasos Montiel y dos o tres personas más Corno la Guardia está en la obli–
gación de proteger a éstas personas y en for–
ma especial la vida del General Chamarra en todas sus actividades en la ciudad, yo he dis– puesto que Ud. sea el oficial responsable de
esa protección. Para llenar su cometido, desde ahora puede Ud escoger de entre los miembros de la guarnición a aquellos alistados que, por conocimiento que de ellos tenga, merezcan su
confianza Podrá vestirlas, si quiere, de civil o utilizarlos uniformados; queda en completa libertad de acción Recuerde que Ud. y solo Ud. es responsable de todo lo que pase en la ciudad mientras el General Chamarra perma– nezca en ella. Toda función policíaca queda supeditada a sus órdenes o recomendaciones".
Dispuesto a llenar mi cometido a cabali– dad, pese a la preocupación que me embargaba por la actitud nada amistosa, casi hostil, que los más exaltados elemntos liberales de la ciu– dad habían asumido desde el día anteri.or por Ja anunciada llegada del General Chamarra, temprano de 1", mañana de aquél último dq-
definitivamente a la Guardia, gracias al valor de ésta, y en especial de sus Jefes.
A las siete de la noche de aquel mislY\o día corno era cosiun-tbre, del Guartel.General de Managua llegaron sendos mensajes pa.ra los Tenientes Stanko y Cuadra en el que se les felicitaba por su encomiástico comportamiell!o en dirigir el combate de "Las Nubes", hacien. do posible el triunfo de la Guardia Nacional sobre fuerzas sandinistas, sin experimentar bao
jas
Corno transcurriclos algunos nlinu±os, en
voz de noticias del grupo principal de la pairu Ha se escuchaban los continuos disparos de un
bien clelinliiado bando, pensando en los an±e–
ceclenÍes del caso, dispuesto a enfreniar solo
con Inis guardias cualquier situación sobrevi– nien±e, me apresté a tomal cuantas lTIedidas defensivas fueran necesarias. Al efecto, lo– grando la continuidad del aparente combate que se escenificaba adelante y que iodos los guardias escuchaban con aiención, disiribuí a rnis honl.bres en posiciones de lucha y esperé con ellos que aquél ienninase. Pasaron aproxi– madamente unos veinie TI'linufos ...
11.1i silencio absoluto, durante el que bien podía oírse el palpitar de cada corazón, devino luego Y después sobre la arboleda se oyó el ronco zumbar de aviones, de la Marina norieaInericana, que, casi conjuntamen±e, con un nuevo reventar de bombas, disparos de ri– fles y tabletear de ametralladoras, comenza– ron a lanzar su mortífera carga de bOITlbas ex–
plosivas haciendo le±emblar la moniaña con todo lo que en ella había. Las balas de las trazadores aéreas, con estruendo se empotra–
ban en .troncos y ramas de los árboles, en las piedras, en el lodo yaguas del río
Si iodo aquello no fue previamenie pla– neado, qué Taras coincidencias pelmifían que
10 pareciera!
Cuando los aviones ya se habían refirado de su objetivo, el Tenien±e Stanko hizo su apa– djción para decirtne: "Y bien, Cuadra, qué le pasa?". A lo que contesté con aparente calma:
"A mí? Nada! corno sólo escucham.os que Ud. disparaba, y nadie más, creí de mi de– her quedarlTIe doude estoy, esperando darle la
protección que como Conlandante me ordena– ra, si reabnenie la necesitaba".
El Teniente Stanko, por algunos segundos quedóselne mirando a los ojos fijamente, y
luego de preguntar por qué los guardias se hallaban en posición de combate y recibir de
inlTIedia±o la adecuada explicación, rascándo– se la cabeza, para hablar consigo mismo, más
que a los que le rodeaban, expresó: "La ver– dad es que los "bandoleros" se me corrie-ron Pero, no crean, les hice varios rouer-los 'Hasia los aviones rne ayudaron. Re-gresenlOs a las casas y luego de dejar alli a las mujeres, que sólo han servido de estorbo, vol–
vamos de inTIlediato a Palacagüina"
Nada más grato que cumplir con aquella
orden. La patrulla, íntegraITlente, arribó de regreso a Palacagüina a las dos de la tarde. Desde aquí el Teniente S±anko cursó un men– saje telegráfico al Cuartel General del Area, cuyo contenido no pude conocer, ni jamás conocí.
Cuando ya solo con mi compañero Te– nienle Cabrera, le informé a éste que, real– mente, ningún combate se había librado, Ca Dl el R mostró asorn.bro pues según. le había di– "ha Stanko la pelea había estado reñida, bas– lanle indecisa primero pero htego favorable
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