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« Previous Page Table of Contents Next Page »G. H. Williams, oficial egresado de West
poin~, muy pagado, de su persona y rango en el Eje. Clto de su pms, fue excelente soldado de la Guardia Nacional en toda la acepción del ,",ocablo Recio y ecuánime, poco inclinado a
sonreír, e,on su ,bigofito "mosca" y penehan±e rnirada, lmponla respeto. En verdad, nunca dio rnuestras de odiar al nicaragüense, pero sus ojillos azules y su atildado porte militar, con su escasa estatura, si bien lo hacían des–
iacarne entre civiles y 1"nilitares, del campesina–
do de Nicaragua no gozó de simpatías por cuau:fo siempre consideró a éste sandinista Y, tratándose del sandinismo, el Capitán Wi–
lliaH1S fue en loda circunstancia intransigente
Vesl1a pulcrarnenie, con esmero; meficuloso
en lodo, no permitía falta alguTl8 en el vestir
y en los servicios, regular o circunstancial, de
los hombres a su mando. Yo le conocí y traté
muy de cerca en ocasión de haber arribado a
Somoto, unos diez Inesas antes, vía El Espino,
de regreso a Nicaragua procedente de la Re– pública de Honduras, a donde había ido en misión especial m.ilitar, vestido de civil
"No necesito más de m.i grado", recalcó aquel Coronel sandinista, "porque sabiendo que la Guardia Nacional se halla en manos de
sólu Jefes nicaragüenses, no exisíe razón al–
guna para continuar una lucha enfre herma–
nos,"
"Para resolverme a visitar a usted influ·
yeron en n:ti ánin1.o: el propósito de enmendar desde hoy, cualquier mala acci6n que antes
COlue±í, así corno el convencitniento de que si
perdiera la vida combatiendo ahora en las fi– las sandinistas, éso no serviría de nada a Nica–
ragna, que tan10 quiero."
"Como sea que 1118 he comunicado por es–
cliio con los Generales José León J:)íaz y Simón
GOlJzález, quienes :me han asegurado que a las
diez de esta noche del 30 de Diciembre se acer–
calán lo más posible a Somoto, a un sifio al
que he de llevarles lo que haya conseguido pa–
ra ellos, por cariño a mis am.igos y Jefes de la
Guardia, propóngole a usted el siguiente
plan" :
"Que Ud., Teniente, corno Comandante que es de Somoto, me supla de tres o cuatro ri– fle" r"rags; de quinientos cartuchos para tales rifles; de dos o hes botellas de aguardien te
¡ de un"s cuantos paquetes de cigarrillos y puros
"chilcagres" y de unos treinta o cuarenta cór–
dobas a fin de llevar eso a los Generales Díaz
y Uonzález y su gente, y quedar así muy bien Con ellos El obsequio tendrá la virtud de ha– cerles comprender que, co:rno en años anterio– res, pueden contar con :mi entusiasta y decidi– da cooperación, y, además, hablarles sobre la
conveniencia ele una rendición a la Guardia
Si mis razonaIllieníos no fueren atendidos, que
es ]0 que puede acontecer, conocida como es por luí la intransigencia de dichos Generales, yo no lendda más renl.edio que quedarme con ellos aunque con ellos peredera. Pero si re– suolven lo contrario, ésto es, rendirse, compro~
rrléiorne a hacérselo saber inxnedia±arnenie ba–
jo palabra de honor"
A pesar de que la anterior propuesta re–
DuItaba ser extrernadarnenie curiosa y hasta si
se quiere cOlTlplicada en su ejecución, (dejar ir a un Coronel sandinista que a mano se fenía
seguro por coger a unos Generales que podían
no concurrir a su cita, si ésta fuera reahnen±e
cierta), le aseguré a Guliérrez aceptar la pro– puesta y darle todo lo que le había solicitado. Pero precisaba una explicación lTIás amplía so– bre lo que Gutiérrez haría después de entregar su obsequio Y la explicación no se hizo espe– rar. Gu:tiérrez Ine dijo:
"Mire, Teniente, yo salgo de aquí, tem– prano de la noche hacia el convenido sitio lle– vando conmigo los obsl"quios que, desde luego iré mosJrando a quienes yo sé que debo mos– trar en el camino que de acá conduce al lugar dI" la cija Llegados que hubieren Díaz y Gon– zález, tras recibir mi obsequio y tratar de la :rendición, de no aceptarla, con algún motivo que invente les instaré a trasladarnos a airo si– tio cercano, lugar en el que Ud. puede colocar la Guard;a que quiera para trabar com.bate con ellos y desbaratarlos totalmente. Si acep–
tan. rendirse yo regreso donde usted a avisár–
selo Si no, pues con una lámpara de mano que le ruego prestarme, cuando vayamos mar– chando, indicaré donde están los Jefes con el objeto de que Ud. concentre sus fuegos sobre
ellos "
Corno observara que, a la hora de iniciar– se el cQn1bate, las balas no podrían hacer dis– linciones entre personas amigas y enemigas, Gutiérrez agregó en tono solemne: "Teniente, si yo muero, no importa. Mi rnuerie habrá
servido de algo para la pacificación del país que es lo que más quiero."
Tan pronto Guti.érrez se retiró de la oficina reuní a la oficialidad, y, luego de narrarles lo ocurrido, expliqué el plan que, a su vez, se me había ocurrido, calcado en el de GuJiét"rez, pe–
TO con substanciales variaciones. Así, ires ri– Hes que le serían entregados al Coronel, irían sin agujas del percutor; sin pólvora yen su lu– gar con arena, un millar de cartuchos Rrags
preparados de antemano; el aguardiente con
,al poquito de soporífero, y los cuarenta córd0– bas eIl- billetes de uno, con numeración regis– trada, para su identificación posteri.or. Cigarri– llos y puros en cantidad suficiente.
Como se dispuso, todo fue ejecutado A los cuatro de aquella -larde del 30 de Diciembre, Guti6rrez con toda clase de precauciones, por propia seguridad, retiró de la oficina del Co–
ITlandante el obsequio a sus generales
A las siete y media de la noche, el Tenien– te Fernando Sotomayor, al mando de una pa– trulla ele combate compuesta de quince alista– dos bien armados, fue ordenado situarBe, dan– do cierto rodeo a la ciudad, para despistar, cerca del Jugar de la cita, a media legua de Sornoto.
A las nueve de aquella misma noche, ho– ra en que la mayoría de la población de 50-
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