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VISITA
Jorge Granera A., Rigoberto Cervanies, Rafael Ch. PJUslín, (q.e.p.d.), Ernesto Krüger, Anionio
Qlú e H.., Salvador Zapaia, Vicenie Juárez, }\.tuilcar Bolaños, Armando Aguilar, Agenor Guillén, Heliodoro Fuentes, Amado López, Car– los Mejía Lorío, Bolívar Canión, Julio Tapia, Modesio Guillén, (q.e.p d ), Luis Rocha M, (q e p.d.), Ramón Javier Torres, Ramón Ernes– lo \laldez, Joaquín Argüello, Alfonso Ximénez,
Boanerges Fernández, Juan Saniamaría,
Santiago Delgado, Edmundo Delgado, Gus– lava Moniiel, Carlos E Tellería, (q e p.d ),
Juan Dionisia Castillo, Manrique Umaña,
(q e p d ), Ronaldo Bermúdez A , Luis Elizon– do (q e p d.), Alejandro H. Garay, Francisco
Bb~a, Gilberto Peralta, Lino García, Agustín Badán, Ramón Alonso J, Domingo Alonso,
Luis A. Selva, Francisco Zamora, Manuel Valle
U. Francisco Salazar, (q.e p.d ), Cairo Caldera
p~llais, Abraham Narváez, (q e.p d), César Avilés, Pablo A. Lugo, Alfredo López R., Do–
mingo Torres, Francisco Büsh±ing, Ricardo Va–
lle P, Carlos Elmer, Fernando Soiomayor, (q.e p d), Gonzalo Maius, Francisco Blandino, (q e p d ), Pedro Cabezas, Roberto Rourk, Isaac 1 Moreno, Simón Barboza, Carlos A. Cha–
varría, Francisco Salís, Emilio Alvarez. No al–
canzaron a graduarse en esta Promoción los
siguienies Cadeies: Jairo Elizondo (por Ouiro– mántico), Auxilio Prado, Boanerges Argüello, Carlos H. Ramírez y Benjamín F. Zeledón. Esie último, en la segunda eiapa de la Guardia fue reincorporado a ella, y, algún tiempo después, nuevamenie dado de baja. Vuelto a reincorpo– rar corno Oficial de Servicio Especial, Ramo de
Comunicaciones, fue ascendiendo hasta alcan–
zar el rango de Mayor. Dado de baja una vez más de la Guardia Nacional, el hoy docior Ben– jamín F Zeledón, con Bufeie de Profes,ional en la ciudad de Jinoiega, habiendo recibido nom– bramienio de un cargo departamental en el Plebiscito Liberal de 1962, con fecha 10 de Ene– ro de esie año, en Mensaje ielegráfico dirigido al Presidenie de la República, le explicó no poder acepiar nombramienio porque, siendo
tan difícil la situación econém.ica del país, no
podría distraer su iiempo en iales menesteres que bien utilizado produciríale el necesario di– nero para subsistir. (Su ielegrama fue publi– cado en el Diario "La Prensa" de esa fecha).
Cuando la inaciividad en que había permanecido la guarnición de Macue– lizo se hacía más pesada
por su duración, cierta
mañana de la segunda decena de Diciembre de 1932, Eulogio Mondragón, uno de los Miem– bros de su Servicio de Inieligencia, llegó con la nueva de que el General Juan Pablo Umanzor,
con doscientos de sus seguidores, había rnani–
festado a los residentes de los caseríos aleda– ños, el propósito firme de aparecerse por el pueblo con el exclusivo objeto de iomar para sí la "Caja de Música", Victrola Oriofónica
Portátil que, comúnmente, en sus Cuarteles, la
Guardia Nacional mantenía para distraer lan
horas de descanso de sus miembros.
Aquella noiicia no sólo íue pasada al Ca
mandanie, sino que a toda la población, que,
cautelosa prirnero y abiertamente después, por
medio de sus elementos más representativos, presentóse a la oficina de aquél para ofrecerle
su incondicional apoyo caso de producirse, en
verdad, el referido ataque. Lo que más temía la población, dijeron aquellos señores, no ela
exactamenie el choque de los miliiares, que pa–
ra eso se entrenaron y destinados estaban, sino
al hecho de no poder evitar la muerte de lTIU–
ches niños a manos de los sandinis±as, cono– cido el escaso número de sus defensores.
Individualmente preg~uniados que fueron los que de un modo u otro llegaron hasta el
Comandante a pariiciparle sus temoles, en sus
contesiaciones éstos confirITlaron la sospecha que tenía, esto es, que era cierta"la noticia del ataque que el an±eci±ado miembro del Servicio
de Inteligencia me había iraído.
Tác±ica sandini.s±a de úlfirrlo cuño, muy generalizada, sujeta a variaciones según la zo.– na en que se opere, fue la de anunciar, con
basiante antelación, ataques a poblaciones de
cierta debilidad defensiva Con ella el sandi–
nisrno lograba atemorizar de veras a aquellas personas que no simpatizaban con su causar
para fornear con ellas y las que sí esiaban a su
favor, aunque materialmente no pertenecieran a determinada colurrlna expedicionaria, un vo–
lumen ial de decires, capaz de meier miedo a Comandanies pusilánimes, por la presión que
lógicamente ejercerían sobre éstos al razonar
sus ±emores,- fingidq$ o sinceros, caso de pro– ducirse el anunciado ataque. Forrrlado así, por
expresarlo de algún modo, el alud, y echado a rodar, en fecha adelaniada o posierior a la fi–
jada para el ataque, que sólo debían conocer
los caracterizados sandinistas, jun±ábanos los simpaiizan±es o reclutados a la columna expe– dicionaria que engrosada con todos esos ele– rrlen±os, procedían a ejecutar lo que se había
propuesto. Alcanzado o no el objeiivo, la co– lumna expedicionaria designada al efecio to–
ntaba una ruta diferente en su regreso a la de
los grupos simpatizanies o recluiados que, en llegando a sus habituales lugares de residen,
cía, diseminábanse allí, sin temor a ser recono–
cidos, pues que el diario irabajo de agricultu–
ra, permitíales recorrer grandes distancias, sin
que ésio llamase en modo alguno la aiención de las genies amigas de la Guardia Nacional.
Precisanten±e, cuando preocupados los
moradores de Macuelizo por la noticia del aia– que sandinisia, Se agrupaban a las puerias de
sus respectivas casas, comentándolo, ofro he– cho, por lo sorpresivo y jacarandoso, puso la
nota de alegria y buen humor en el ánimo de iodos. Había aparecido en la plaza del pobla–
do, un armado caballero, de pantalón liso y de sobrebotas y con revólver al cinto, montan–
do en un sufrido y casi exhausio Rocinanie. Se
trataba, nada menos, que de un subteniente,
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