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« Previous Page Table of Contents Next Page »(q ~ p.d.), a quien yo llegué a relevar, a la manana del otro día pariió de regreso a Oco– tal. Quedaba en Macuelízo, corno nuevo Co– mandante.
MACUELIZO
Corno una especialídad entre . los más pequeños poblados s<;go.vlanos d<; muy bellas perspectívas pano–
1anl1cas, semI recostado al cerro de Arna±illo
en la ITlargen derecha del río de su nombre,
MACUELIZO, cuando es mirado a la distancia por ;,1 viajero que de Ocotal se dirija a Santa
Mana, --oiro pueblo nicaragüense fronterizo
con Honduras-, parece un "nacimiento" de
esos que por Navidad alegran el ambiente de las grandes casas del interior de la nepúblíca.
Su ubicación, clima y alrededores de lo–
mas redondeadas, cubiertas de silvan±es pina–
res; la estruciura de sus pequeititas casas de
"albardeadas" paredes muUicolormente pinta–
da~, <?on fejados de barro crudo, producen en
e~. anImo de quien llegue hasta allí, la sensa–
c~on de h:,ber encontrado por fin, tras el con– ±1nuo tra]lnar por la vida, el sitio ideal donde
descansar, hacer un alto, poder quedarse a
co?temp~ar su esplendoroso cielo y con frui–
Clan aspIrar a toda hora el aire ambalsamado
con el aroma de los pinos que entre éstos se deslíza puro, fresco
C?n la entrega del mando que el Tenien– te JaCInto Montenegro me hizo la noche de mi arribo a Macuelízo, aquél también puso en mis
manos el necesario dinero con qué satisfacer, durante el lTIes de Noviembre recién iniciado,
el pago de la alimentación de la Guardia del arriendo de locales que la misma ocupaba; del alquiler de bestias y vehículos de tracción ani–
mal para operaciones; alquiler de potreros y
compra de forrajes; servicios de agua, alum– brado e Intelígencia, eventuales empleados ci–
clles y co~pra de ciertos artículos que la Guar– dla no tUVIera en su depósito de la capital de la República.
Si biell el control administrativo de la ins–
titución mientras ésta fue comandada por nor–
teamericanos correspondió siempre a su Cuar–
tel General de Managua, tal control, por de–
legación, lo ejercieron los Comandantes de ca– da pueslo de servicio en la República, quienes
a ~ás tardar el día. 25.de cada mes, para cu–
brIr los gastos del slgulente, tenían que remi–
tir a su Superior jerárquico la respectiva RE–
QUISICION DE DINERO que, generalmente, era
aprobada sin modificación alguna
Desde que los Oficiales Yost y Montenegro
desocuparan la plaza, el nuevo Comandante de Macuelizo se dió a la tarea de cerciorarse
p~r.sí mismo de sus defensas y vulnerabilidad milliares; de sus entradas y salidas; de los usos y costumbres de sus habitantes; del estado sa–
njta~io de la población; del progreso o estan– camIento de la instrucción elemental de los
niños de edad escolar, comúnmente a cargo de
la Guardia en sitios tan distantes de la cabece– ra deparlamental, y más particularmente de
las relaciones, -oficiales y personales- si
ceras y cordiales que debían existir ent~e
r..
autoridad civil ejercida por el Alcalde y la rn!'–
litar, del nuevo Comandante . 1-
Junto a la iglesia que, imponenie, con su
paredes de piedra cantera y amplio atrio enlaS drillado, con su magn~fico Altar Mayor brind~
refugIO esplT1tual a qUIen lo busca, el señor P.l–
calde, don Gabino Bustamante, asiduo lector de libros de estudios y farnosas novelas, segun el decir de muchos, tiene su casa de habita_
CIón donde, en plá.tica con sus visitantes, regU
1armenie rnenciona sus lecturas con el objef~
de mostrar su erudición.
El Cuartel de la Guardia, otro inmueble propiedad del señor Alcalde, resulta ser la ca– sa de mayores dimensiones del poblado, cuyo corredor, totalmente atrincherado, da frente a la plaza que transversalmente es atravesada por el camino que conduce a Santa María. Su
interior se subdivide en Dormitorio, Comedor y Cocina para los guardias¡ y, camino de por
medio, ésta última deJ,Oendencia del cuartel lInda con la esquina izquierda de la habita_ ción del Alcalde
Entre el cuartel ya descrito y una linda casita que sirve de habitación y oficina al Co– mandante, un torreón de adobes, de cuatro
varas de ancho, con cinco pil30s de altura, sin
lograrlo intenta dominar la que tiene el cerro Amatillo a su espalda.
La guarnición, compuesta por quince alis–
tados, tiene su Sargento y su Cabo. El primero de éstos, un viejo Guardia lleno de mañas y re– tovos; un redomado halagán e "igualado" que no atiende su persona y menos a la tropa. El
segundo, un hombracHo Iechoncho con cara de
fiesta, todo nervioso, nativo de La Concepción ele Carazo, servicial pero torpe, bien infencia:
nado :eero inoportuno Del resto, tres son hijos
del senor Alcalde; dos ITlás, sobrinos¡ otro, nie– io, y el "aguador", el "leñatero". el llmarida~
dero" y dos miembros del servicio de Inteli–
gencia, familiares BustaITlanies.
Las arInas nacionales que aquellos alista– dos portaban, advertíanse descuidadas sin en~
grase¡ su disciplina en ejercicios de o;den ce–
rrado sin ninguna uniformidad, y, completa–
mente olvidada la Cortesía Militar. Las armas automáticas pesadas no estaban todo lo bien
q~e debían estar .en sus respectivos emplaza–
mIentos, . y, en hn, fodas las dependencias cuartelanas en un desorden que, de inmedia–
to, hubo de concluir.
Corno desde hacía algunos meSes según Informes de Operaciones, éste sector s'egovia–
no gozaba de relativa quietud, sólo tuvo mi–
siones de policía a corias distancias. Patrullas
de coml;Jate, ni por aSOInO; por tanto, ninguna
oportunidad para los guardias de entrenarse
como es debido, diligente, sistemáticamente.
A la tercera noche de estar en Macuelizo, como Comandante, preocupado por el estado en que había hallado a mis subalternos,
El éso de las 11 me levanté sin previo aviso, luego de haberme retirado ostensiblemente a dormir
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