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ANTECED ENTES

Cuando ,l~ Guardia Nacio-

nal, el UlllCO cuerpo arma–

do y de Policía de Nicaragua, estuvo siendo enlrenada Y comandada por soldados de ocu– pación, -Infantes de la Marina estadouniden– se 11929-1932)-, sus actividades se desenvol–

Y'i~ron con cierta comprensión hacia nuestros

connacionales. Ello no fué por virtud de los

miembros de esa ocupación, sino por el em–

peño y mejor voluntad que como nicaragüen–

ses siempre pusieron los elementos del perso– nal comisionado y alistado que en ella consti– !tÚan mayoría, en cumplir la obligaci6n de obedecer 6rdenes de acuerdo con sus Regla– menlos, previamente difundidos y amplia ex– plicados en todos sus alcances.

Si por cualquier motivo, cualquier dispo– sición tomada por el Ejército, para su vigen–

cia en el mismo dañó intereses ciudadanos,

el reclamo de éstos, máxime si se hizo público por la prensa del país, hasta llegar a formar un buen volumen de opini6n, las más veces impulsó a sus Jefes, aunque el parecer perso– nal de ellos fuera distinto, a satisfacer la opi– nión pública, Inandando a reparar los daños en la femna y medida prescritas para cada ca– so, en los respectivos reglamentos u orde–

nanzas.

La Gxlricta observancia de los Reglamen– los de la Guardia, de consumo obligaba, como es lógico, a extranjeros y nicaragüenses. Para

éstos, por supuesto, su rigor era externado, por

aquello de la nacionalidad, ya que, los senti– mientos personales de afinidad o repulsa, de bondad o rigor hacia conterráneos, al momen– lo de producirse toda acción, no podía ser igual en aquéllos que en éstos.

Lo preceptuado para cada caso, tenía un sólo fin: atender como se merece al ciudada–

no, respetar su vida, bienes y opiniones, sin

alropellar jamás su derecho.

Por lo dicho eS bien fácil comprender que, de acuerdo con las estipulaciones de los Re– glamentos, cualquier queja desatendida o ru– mor público deses±in~ado por oficiala alistado de la Guardia, constituyera motivo suficiente

P~ra tomar acci6n disciplinaria contra el Guar– dIa que hubiere incurrido en tal delito, capaz de fruncar definitivamente su carrera Inilitar. Dando fiel cumplirniendo al Convenio de la Guardia Nacional, legalizado ya por el Con– greso nicaragüense en el año 1929, oficial– rnenie, a fines de 1930, fué insialada e inau– gUarada en Managua, capital de la Repúbli– ca, la Academia Militar de Nicaragua, a la

que fueron enviados a estudiar, como cadetes,

~alro oficialese de servicio regular de monia– liá

hasia entonces, señores Gabriel Castillo, Ju– D n Torres, José Esteban Cáceres y Lizandro 1 elgadillo¡ catorce alistados escogidos de en– re sargentos, cabos y cabos profesores, seño–

~e. GUillermo Luna W., Ernesto A. Portillo, p,u an César Prado, Alejandro Centeno, Carlos i ~uiiérez, Salvador Rizo G., Blás Rodríguez,

.?S Antonio López, Abelardo Cuadra V., Jo– e ESCobar, Federico Davidson B., Carlos Re-

ves R., Gustavo Mendoza y Julio Adrián So–

marriba; y diecisiete j6venes civiles, en su m.a–

yoría de Managua, José León Sandino, Sebas– tián Uriza, Isidro Sandino, Carlos Alfonso Cas– tillo, Antonio Castro Frixione, Alfredo Cua.– dra G., Manuel Antonio Briones, Federico Ca– brera, Justo Pastor Palacios, Guillermo E. Cua– dra G, Gustavo A. Zavala, Jacinto Montene– gro, Alejandro Zamora, Arturo Moreira G6mez, José María Castrillo, Ernesto Rourk, Félix Pe– dro Zepeda y Antonio Tercero. Los citados

señores constituyeron la Prinlera Promoción

Tru~le que, al egresar de la Escuela Mili– tar serían, con el devenir de los años, los altos Jefes de la Guardia, según lo estipulado en el correspondiente Convenio. Dieciocho de los treinta y seis mencionados cadetes perte– necían al Partido Liberal y dieciocho al Parti– do Conservador.

A! clausurar su curso académico de 1931, de la Academia Militar egresaron veintiocho 'Sub-Tenientes, quienes, según el Juramento rendido entonces, hoy llamado Promesa, no debían pensar siquiera en el Partido político de sus simpatías al que antes perlenecieron.

No lograron graduarse los señores: Ernes– to A. Portllo, Sargento de Abastos G N., Juan César Prado, Sargenio Mayor G.N., Carlos A. Gutiérrez, Cabo G.N., y los civiles Alfredo J. Cuadra, Manuel Antonio Briones, Carlos Al– fonso Castillo y An±onio Castro Frixione. El señor subteniente José Esteban Cáceres no s6– lo fué separado de la Academia sino que, da– do de baja de la Guardia Nacional.

Sin ánimos de molestar a persona algu– na, pero sí con el de establecer la verdad his– iórica sobre el proceder de la Guardia en las dos etapas de su vida, la primera, 1929-1932, y la segunda, 1933-1962, conviene señalar que, en cumplimiento de sus regulaciones, en 1931, fueron retirados de la Academia los

señores citados en el párrafo anterior, y en

la segunda etapa, cuando ya la Guardia se ha– bía convertido en instrumento político y Guar– dia Personal, por la sola voluntad de su Jefe– Director, los señores Juan César Prado, Ernes– to A. Portillo, Manuel An±onio Briones y José Esieban Cáceres fueron reincorporados a ella. Briones, no pas6 de Subieniente y ostentando ese rango fué dado de baja¡ Cáceres se suici– dó siendo apenas T",niente, y Juan César Pra– do y Ernes±o A. Portillo, con el correr de los años, por méritos especiales, llegaron a al– canzar, por sobre los oficiales egresados de la Academia de muchas promociones, los rangos de Coronel el primero, o sea Juan César Pra– do que acaba de causar retiro, y de Mayor el segundo o sea Ernesto A. Portillo, rango que ostentó hasta el momento de su muerte natural.

En las Ceremonias de Graduación de la Primera Promoción Trumble, efectuadas en Junio de 1931 en el Salón de Acros Públicos del Instiuto Pedagógico de Managua, donde como acto principal el señor Presidente de la República, General José María Mancada hizo

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