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« Previous Page Table of Contents Next Page »plato, los radios lumínicos, mientras la fragancia de las flores y el huma del incienso, inundaban el ambien-te del barrio de San Francisco '
En cado una de las co1orce estaciones, cuando se rezaban las preces rituales, lo concurrencia se
rodillaba sobre el suelo de la calle cubierto éste de pétalos de roSas y de maíz y trigo tostados, formando
~~a especie de vistosa alfombra tendida a lo largo de la calle y la humilde orquesta, deja oír, suavemente,
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El Viacrucis salido de San Francisco, después de recorrer varias calles entlabo a la iglesio de Nuestra Señora de Guadalupe cuondo el sol vo trasmontando el horizant- rimeros samb. as de lo noche empezaban a caer sobre la ciudad
LA HORA DE LAS TINIEBLAS. EL D~SCENDIMIENTO DE L
LA PROCESION OH SANTO ENTIERRO.
A las tres de la tarde del Viernes Santa se celebra en Son Francisco con \CuO solemnidad, primero, la "Hala de las Tinieblas" y seguida a ésto lo del Descendimiento de la Cruz
A la horo dicho, en día que generalmente cae en'Morzo o en Abril, los meses más calulosos del año, se cerraban herméticamente todas las puertas del templo y se apogoban las drios que ardían en las 01–
tOtes, quedando el recinto obscuro y silenciosa En el Presbiterio Se armaba un escenario donde se encon– traba la imagen del Crucificado, cubriéndola con un telón que servía de veJo y a esa misma hora -.las tres de la tarde- se rasgaba el velo, en medio de la obscuridad del templo, produciéndose de súbito, gran ruido fenomenal de matracas, resonando por todo el recinto, así como otros ciaSes de instrumentos para hacer ruido, llevados por los muchachos al templo en esa tarde Algunos de éstos, que no tenían ni matracas ni otro instrumento, se valían de piedras para golpear con ellas los portones del templo, a fin de hacer más es– truendoso el ruído A eSa misma hora, subía el sacristán al campanario a tocar la matraca grande que allí
se conserva
Terminado el descomunal ruído y roto el velo, se procedía a descolgar de la cruz la imagen del crucificado, imogen que se colocaba en una hel masa urna de vidrio Enseguid o ', subía el sacerdote al púlpí– to a rezar el Rosario en alta voz, acompañado de los fieles allí reunidos Concluído el Rosario, el mismo sa– celdole u otro plelodo, pronunciaba el sermón llamado del Descendimiento'
Después de 1880, no tuvo Granado lo que propiamente hablando, pudiese llamarse orador sagra– do Antes de esta fecha, hubo dos el Padre Ag",stín Viiil, granadino y el sacerdote español doctor don Pe– diO Sóenz Liaría Los dos fueron leconocidos en la ciudad, ccimo verdaderos oradores sagrados El Podre Vijil, predicaba en la antigua Panoquia, en La Merced y en San Francisco El Podre S6enz Liaría, sólo pre– dicó en esta última iglesia
El sermón del Descendimiento terminaba poco más o menos, o 105 cuatro de la tarde, hora en que se iniciaba la célebre procesión del Santo Entietra, procesión que én años pasados fue la más solemne, rum-bosa y concurrida de todas las otras de Semana Santa -
A esta procesión asistía Gasi todo el vecindalio acompañando al Sepulcro en su recorrido por las calles hasta su regreso a la misma iglesia de San Francisco
El Alcalde de la ciudad, entonces autoridad de importancia comunal, asistía acompañado de otros funcionarios municipales Este funcionario era en aquella época, vecina de importancia en la ciudad y para asistir a la procesión del Santa Entierro vestía de etiqueta, portando el bastán can borlas rojas, insignias de su cOlgo
Al grupo del Alcalde Se agregaban los empleados de los atlas poderes de la república y los mili– tales, estos vestidos de uniforme de galo
En las esquinas de las casas por donde posaba la procesión se fot maban grupos de gente, así como en los pueltos de las casas, y en algunas aceras se colocaban sillas poro la familia' de la misma y a las vi– sitas que llegaban allí a presenciarla
Al pasOt la imagen del Cristo yacente dentro de lo urna de vidrio, todo el m",nda se arrodillaba. Los granadinos de aquella época, eran, por la general, respetuosos durante esas ceremonias religiosas
Por otra porte, se veía en la concurrencia masculina, despliegue de levitones negros y sombreros de copa, y mucha de esta indumentario pasada de moda, pero todos los osi trajeados, 'autoridades y particu– lares, caminaban en las filas de la procesión muy serios y respetuosos
Era costumbre que las autoridades civiles y militares, se colocasen en las primeras filas delante del Santo Sepulcro y detrás del misma, la Banda Marcial, acompañada de una compañia de' tropa, con el pabellón nacional y al mas a la funerala A la cabeza del¡ primer gr"'pa iba el Guian qe· ",lata
Frente a la urna, iban tres jovencitas, vestidas de blanco y caronadas de azghares, representando a los tres Modas Uno, llevaba en un paño blanco, la corona de espinas, y las otras db~, los clavos
Los acólitos con sobrepellices lajas, movían los incensarios y la nube blanquecina del incienso, f/otoba sobre la urna, envolviéndola en sutíles velos coruscontes, y al elevarse éstos, suavemente por el aire, fOll11ob0l1 glaciosos arabescos a los lados del. Santo Sepukro
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condu<,ido éste lentamente por las calles rega-
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