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latinoamericanas, era militalista y muy a tnenudo estos po~

líticos militares eran inclinados a Se!' del tipo predator. Los pODres excesos de militarismo comenzaron a desa~

parecel' de los países principales en la segunda milad del siglo XIX, y sus gobiernos se tornaron paulatinamente más civilistas F Gal'cía Calderón, influenciado por las teo,. rías de Spencer, interpretaba esta transición como una ine– vilable evolución de la ley hislórica. En vísperas de la Primera Guerra Mundial escribió: ". Invariablemente en– contramos la secuencia de dos períodos, uno militar y oho industrial o civil. Obtenida la independencia, el mando militarista se impone en las repúblicas. Después de un período de incierta duración la casta militar es arro¡ada del poder, o abdica sin violencia, y los intereses económi– cos se vuelven supremos. La política entonces se torna

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civilista"/'

Ya sea que el militarismo se haya consumido a través de sus mismos excesos, ya sea que las sUlgientes fuel'zas civiles políticas hayan desarrollado la capacidad de sobre– ponel'se, no puede afirmarse con certeza. Lo que sí es cierto, sin embargo, es que mucho de Latino América co~

menzó una nueva era en la segunda mitad del siglo pasa–

do. Las caóticas conser.uencias de las prolongadas gue–

lTas de independencia comenzaron a calmarse. Se fue acumulando experiencia política, se difundió la cultura y

Se reduio el analfabetismo Llegaron inmigranfes. Una fuerte corriente de capital extranjero financiaba la cons– trucción de líneas telegráficas y de ferrocarriles. Y con las gentes, el capital y la técnica, vinieron las ideas, mien– tras Latino América se hacía cada día más Occidental. Un hedlO concomitante era la decadencia del caudi– llismo militarista, - en Chile en la mitad del siglo, en la Argenti"a después de J 880, en Uruguay y Colombia a co– mienzos de este siglo. Aun en aquellos países donde el militarismo permanecía dominante, como en Ecuador, Pe–

y Venezuela tipos menos irresponsables tendían a e;er.. cer el control. V en México, Porfirio Díaz aplastó la anar~

fluía militarista, disciplinó -por la primera vez- a las fuerzas armadas, impuso el orden -aun a expensas de la libertad- y allanó el camino para el desarrollo económico.

Así, con el militarismo definitivamente menguante y el profesionalismo definitivamente creciente, no debe sor~

prender el que los escritores ele la generación de García Calderón creyesen que Latino América estaba al borde de terminar con la maldición del militarismo en política. Al tiempo de la Primera Guerra Mundial una fracción del área y población total estaba dominada por el militarismo

y pOI' 1928 solamente seis países latinoamericanos, conte" niendo apenas el J 5% de la población total, estaba go– bernada por presidentes milital istas. De pronto, abrupta– mente, después de la dep¡'esión mundial de J 930, la ten– dencia fue en contrario. Ocurrió una chocante recaída en el militarismo. Por J 936, más de la mitad de los países y cerca de la mitad total de la población estaban de nuevo bajo la hota de la casta militar. Tales regímenes se lUan– tuvieron en el ,tloder durante gran parte de la Segunda Guerra Mundial. Luego, hacia el fin de la guerra y en

El'a inevitable que, mienhas el militarismo declinara,

mienhas los gobiernos fuelan más estables, mientras el

desaI rollo económico progresara, las fuerzas armadas de

Latino América se tornarían en cuel,pos más profesiona a les, los oficiales concentrarían sus energías cada vez más en el desürrollo de las funciones militares -como opues. tas a las políticas,- y los ejércitos tenderían a ser el ins_ trumento y no los amos del estado.

El creciente profesionalismo en el cuerpo de oficiales en Li:ltino América recibió gran ímpetu de Europa Era parte del impacto general de occidentalización en el área, A finaJes der siglo XIX misiones francesas y alemanas co·

menzaron a introducir sus modernos métodos militares. También ayudaron a inculcar el olguJlo y el espíritu profe. sional A la vanguardia del profesionalismo estaba el

Ejército Chileno el que invitó a una misión alemana en

1885, y Argentina muy pronto siguió el e;emplo de Su

vecina. A pl'incipios del siglo XX la mayoria de las na·

ciones latinoamericanas se servían de misiones militares europeas La jnfluencia alemana era predominante en

la parte mel idional de Sur América, la francesa en el cena

ho -particularmente en el Brasil y el Perú,- y una meza

cla de ambas prevalecía en la sección septenh ional de Sur América, en el Caribe y la Améric.a Centl'al Por supueS a to, el grado de creciente profesionalismo y decadencia del militarismo estaban íntimamente lelacionados no sólo ti

la influencia de las misiones europeas 51110 también a la re. lativa !iituacián del desarrollo económico y estabilidad po· lítica del determinado país.

Con la gradual elevación de la carrera de las armas

El una respetable profesión, mejores tipos de gentes la si·

guieron. Como antes, los nuevos cadetes ¡provenían de

las clases medias pero con frecuencia cada vez más ere·

ciente las retribuciones eran ahora por expertos técnicos

y por desinteresados y patrióticos servicios en vez de opor·

tunismo político y aventura institucional Frecuentemen– te, las academias militares en los países más avanzados, se llenaban de los hijos serios y responsables de los crecien· tes grupos urbanos plofesionales y comei'ciales.

los años inmediatamente subsiguientes, el descI édito del fascismo militarista y de todas las formas de totalitarismo ayudó a provocar sus caídas en la América latina. Hacia

1947, por ejemplo, solamente siete de veinte gobiernos (pero eDn cerca de la mitad de la población tolal) estaban

dominados por presidentes militaristas. Después de la

ruptura de las hostilidades de la guerra de Corea ocurrió un nuevo resurgimiento en la dominación militarista. El

nivel más alto del siglo XX fue alcanzado en 1954 cuan· do J 3 de 20 repúblicas estaban so",etidas a gobiernos mi· litaristas, todgs excepto uno de los cuales originalmente llegaron al poder por medio de revueltas armadas. Cuál es la razón de esta súbita resurgencia del mili· tarismo en la política de la América Latina durante la gene· ración ¡pasada? Por qué tales tendencias de supresión han sido súbitamente contrariadas? La básica explicación debe buscarse en la crisis social del área en desarrollo, en

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