Page 108 - lista_historica_magistrados

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i>l. a l"endirÍe Ía pÍeltesia de su respeto y ad–

miración.

Nunca imaginé encontrarme en tierra tan distinta y tan distante de las otras tierras de Nicaragua hasta entonces por mí conocidas. Acá, los paisajes son oíros: nada de las lindas y soleadas llanuras de Jalapa; de las suaves y pintorescas colinas cubiertas de pinos de Santa Clara; del rumoroso y encantador río San f'ernando donde en sus acantilados flore– cen los arrayanes; de los caminos blancos, de herradura, de El Jícaro, de la verdiosidad aro– mática de La Jumuyca y Suscayán, del siem– pre atrayente panorama de Las Puertas, Apa–

lí, Estelí y Macaralí.

El sol, si logra verse, parece .I:ener menos

rayos] el río, miles de aventuras, historias más

extrañas El Coco, bien se deja ver, pero con el correr del tiempo sería sólo un recuerdo, Hna visi6n en el camino de la vida.

Debido a la tardanza en atravesar el río y transportar luego las provisiones de boca y municiones del tren de guerra, no pudo seguir adelante toda la fuerza destinada a asaltar el campamento sandinista "Luz y Sombra". Se tuvo que pernoctar en la ciudad en ruínas.

Al siguien.l:e día, con la misma formaci6n del anterior, esto es, llevando la responsabili– dad de la avanzadilla, confínuamos la mar– cha sin avanzar gran cosa: los continuos obs– táculos de la ruta escogida, (desde la salida de Oualilí, rumbo Nor Este), tuvieron que ser superados a golpes de machete. A ratos des– cansando y a ratos siguiendo atajos antiguos, cursos de criques, veredas de animales, repe– lentes encrucijadas; faldeando grandes mon–

tañas, encaramá.ndose en sus cim.as o atrave–

sando hondonadas, siempre consultando pla– nos del Oficial Cornandante y cumpliendo sus instrucciones, esta rufína de marcha no fué interrumpida más que por el natural paro de la noche, para comer, dormir y restaurar fuer– zas perdidas durante trece días consecutivos.

Fué al caiorceavo día que la avanzadilla habiendo llegado, al parecer, al fin del mun– do, top6 con una muralla natural de piedra y musgos que, amén de no poderse escalar,

tenía el inconveniente de no alcanzarse a ver

su cima. De acuerdo con la direcci6n de mar– cha, a la derecha de aquella muralla, un hili– llo de agua, formando caídas sucesivas de gran altura, también difíciles de vencer, pa– recía dirigirse hacia el centro de la tierra.

y a la izquierda, aunque en corio trecho se pudo avanzar en terreno más o menos plano,

ae encontró que, corno a unos 500 merros, esa

pequeña meseta, un tanto levantada hacia la Inuralla, estaba cariada a pico desde unos 50 meíros de su punto de contacto con ésta, don– de aparecía el nacimiento del crique, con san– graderas de abismos tan profundas que no se alcanzaba mirar sus fondos. La Guardia esta– ba pues, en una pequeña meseta cuyo único camino de salida era el mismo que había traí– do. Completamente infranqueable el obs– táculo de las sangraderas.

Llamado que fué a donde se encontraba la avanzadilla, esto es, frente a la mole ac¡ue lla de piedra y musgos, e informado tambié~

de todo lo que se había descubierto, el Co

mandante Biebush opin6 que 10 mejor er, regresar sobre los mismos pasos No obstan

te, quiso conocer la opinión de sus oficiales'

El Teniente Gusiavo Gutiérrez L. prop~

so entonces una soluci6n: Oue para agotar le, Inedias de seguir adelante, él se ofrecía gUSl; so a escalar, con una patrulla de voluntario, la giganiesca mole que nos cerraba el pase' Aceptada aquella, el dicho Teniente GUlió'

rrez L., con siete alistados, los más ágiles listos, equipados de mecates, machetes y gal fíos de escalamiento, y todos con armas aula máticas, exactamente, a las once y media del,

mañana co1Tl.enzaron a ascender...

Apenas unos cuanlos mínutos pudimo¡ verle esforzándose en su faena, y otros, muy

pocos, escuchar su marcha Luego, hombres y ruidos desaparecieron en aquella enormj dad de la montaña. Toda la Guardia fué in

formada de lo que Se hacia. Durante apro" madamente dos horas de espera nada pudo saberse de la patrulla escaladora. Y fué sólo cuando ya resueltos a pernoctar en el lugar se habían dado 6rdenes de preparar los ali'

mentos fue que oímos, muy lejanamenfe sin poder determinarlo con exacti:tud, el so~ido

como de una ametralladora al funcionar.

Hasta las tres de la tarde, el Teniente Gu

tiérrez y sus hombres, cay6 del cielo, por de cirlo así, ínformando que en la cúspide, a 1, que lleg6 a ratos de gateada, una miserable casucha de paja, fué 10 único que enconlró, Allí se le habían corridos unos iantos hom

bres y com.o no hicieron caso a su requerí

miento, disparó sin éxito alguno con una de las ametralladoras. Como curiosidad digno de informar dijo que había notado que al 881

ocupada la casita por la Guardia y examinado su rededor, encontró un cerdo bien cebado que yacía sin proferir ruido alguno, lo mis– mo que unas cuantas gallinas, debido a cierla preparaci6n que los montañeses utilizan para que esa clase de animales no emífan gruñí

elos ni cacareen.

Con aquella información, y considerando que, con solo piedras cualquiera podría aea bar can la Guardia allí donde se hallaba, d~

púsose avanzar hacia la ízquierda, aquella! 50 metros, hasta el borde del abismo y paso r el resto del día y la noche que se avecinaba. sín el peligro inminenie de tener sobre la ea beza una mole que, con una sola candela ¿.

dinamita podía ser la mejor arma con qué SC8

bar con la Guardia que osaba llegar hssl a aquellos lares.

Y, en la forma dicha se procedió. La n?, che, con su frío y tétrica obscuridad 10 cub11 6

todo. Y la lluvia, los "jejenes" y "papaloIl\~

yos" hicieron que todos veláramos.

Una noche más que hubo de resistirS' Si en cada sitio que se acamp6, cada noche s;

vieron cosas que se oyeron ruidos extrs ordi

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