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La fisonomfa de esta pob,e vieja loca, era idéntica cil de las blujas tabellera de pelo lacio, encane– cido y enrnarañado, ojos vid, iosos y vestidos haraposos

Nadie sabia cómo habia llegado al solar, ni qué edad tenfa Todo en ella era mistelÍoso y de as-pecto tétrico, sable todo, para quienes llegaban a molestarla

Sin embargo, los vecinos que la protegian aseguraban no Sel sino una pobre y humilde enagenada

que vivía en su covacho, acompañada de sus pel ros

El Samoaca, quedaba situado frente al gran muro de San Fl0l1Cisco, calle de pOI medio, y del mis–

mo con ían leyendas de apariciones y espantos, sin base

1 eal/ por supuesto, pero que en ese barrio eton admi-

tidos como ciertos Nadie supo de dónde le vino su extraño nombre

Permanecía enmantado y oscuro Con frecuencia y en las horas del dia, lo invadían los estudian tes del vecino Colegio de San Francisco Estos, se reunían ahí para jugar a las cuepas

t

O con bolas de china, pequeñas El primero, consistía en unas rodajas de cera negra y c.ruda, con LIno cruz marcada en LIno de

sus lados, y sobre las baldosas lisas de piedra, se colocaba.. boca abajo

El contrario, con otra cuapa¡ tenía que voltear la con la suya para ganalla Como en todo jltego

de muchachos ocurrían en éste, frecuentemente disputas que se solucionaban a tlompadas, sin peligro de

que los vecinos o la polido¡ interviniera en sus furibundos duelos a puño limpio

Los estudiantes mayores, sentados en el suelo del mismo solar, se dedicaban a jugar a los naipes,

con COI tas viejas y sudas Por demás estó decir l QU3 los tres solares de que hacemos antes mención, en–

mantados y abandonados por sus dueños, se prestaban para toda clase de actos, hasta los pecaminosos du– rante el día, ya que en la noche no tenían valor de entrar en ellos Siempr e estaban sucios y malolientes, a cau– sa de las inmudicias en ellos acumuladas al correr del tiempo

Cabe referir aquí ahora las otras versiones del mismo tenor¡ que corrían de boca en boca entre los

habitantes de la vieja ciudad granadina, versiones que tuvimos oportunidad de oir en nuestra niñez Se nos

contaba, que en los templos de San F¡ancisco, Jalteva y en las ruinas de la Parroquia, aparecían las almas

de algunos sacerdotes muertos hacía tiempo, que llegaban a esos lugares, prendían dI ios y rezaban misa La razón que se daba de la aparición de aquellos sacerdotes ela que éstos habían muerta sin cumplir encar– gos de familiares para rezarles misas de San Gregario a los difuntos, misas que habían sido pagadas a dichos

sacerdotes antes de morir

También oíamos cuen10s de apaJiciones de espectros de almas en pena, saliendo en las noches os–

curas a pasearse por entre las solitarias Ilúnos de la Parroquia, o pOI el pequeiio cementerio de San Francisco

A este propósito hay que advertir, que estos cuentos decíun haber ocurrido cuando no había cura

que viviese y cuidara dicho templo, pero al edificarse una casa cUlol¡ como en el de Jalteva y se demolieron to– talmente, las ruinas de la Parroquia, no se volvió a oír cuentos de misas rezadas a media noche en díchos lu–

gares Por lo que hace a San Francisca, aunque nunca ha tenido casa cUlal, la vecindad del colegio a la

Iglesia¡ sobre todo, de estudiantes que dormían en aquel centro de educación, impedía, se decían, las apa–

riciones de que antes se hablaba

Oímos contar asimismo, otra clase de apariciones a una persona serial la cual el eía también en

tales cosas El protagonista er a un veterano de la guerra nacional

Refería dicho veterano, que una noche se encontraba él acostado en una hamaca sumido en pro–

fundo sueño en el corredor de la casa de su hacienda, situada no lejos de lo población, cuando se le pr esentó

un espectro, machete en rnono aseguraba él mismo, con la in1ención de motorlo Que él, inmediatamente,

se levantó de la hamaca y logró apodelarse de una escopeta que a mano tenía, y ai regresar al corredor, la

visión había desaparecido, que se extrañó tanto de la súbito aparición del an,enazante fantasma como de su

rápida fuga, agregando el mismo veterano, que na sabía por dánde había llegada ni por dónde había salido

el fantasma, resolviendo al final¡ recostarse de nuevo en la hamaca, y c.ontinuar dutmiendo, no sin sentir, con–

fesaba él misma en aquel tétrico momento, dolor agudo producido por las heridas que

I ecíbiera en un combate

Expliquemos ahora el curioso caso, tomado como hecho real por nuestro primer informante y lo que

ohol a diremos nos lo contó otra persona con quien conversábamos, muchos años después, acerca del cuen–

to de aquella fantástica aparición

Nos informaba dicho amigo, que el autor del cuento fué un aguerrido militar, y que en una de las tantas acciones de la bataila de Granada para sacar n los filibusteros de la misma ciudad, sostuvo un en– cuentro cuerpo a cuerpo, con un fornido yankee filibustero, que los dos lucharon bastante hasta que el vete–

rano logró asestar a su enemigo un machetazo que lo dejó tendido en tierra y muerto El veterano recibió en

la refrrega, heridas graves que lo imposibilitaron moverse hasta que un compañe,o que casualmente pasó por el sitio de la pelea horas más tarde, lo encontró y lo llevó a una casa vecina, desangrado y exánime

AIIi, se le atendió y curó Agregaba nuestro amigo que él había sabido más tarde, que el veterano iuega de curado, continuó sufriendo de sus heridas y que en las noches de movimiento de luna, los dolores se le acre– centaban y lo ponían sumamente nervioso Esto, que ahora refel irnos, le debe haber pasado a ese hombre y quizó en media de sus dolores, esa misma noche del cuento se le trastornó la mente y creyó verse otra vez luchando a brazo con el yankee enemigo, el cual se le apareció como un espectro a cobrarle el terrible y cer-

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