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dula que creio en ellos, como cosos realmente sucedidos. Esto modalidad es característica de todas las pe– queños ciudades, y debió originarse en Granada, como en otras partes ocurre, en antiguas supersticiones in– dias Deducimos esto de lo que hemos leído en la obra de Alonso Fernóndez de Oviedo, cronista esporlol que asegura haber visitado Granado el óño de 1528, cuatro años después de fundado ésto por Hernández de Córdoba, lo cual nos cuento este autor en sus Décadas osi "que en esto gobernación de Nicaragua hoy mu– chos brujos o brujos que cuando quieren se hocen tigres o leones o pavos o gallinos o lagartos ", aludien– do o lo que oyá personalmente de boca de los indios, o quienes los autoridades españolas interrogaban acer– ca de sus creencias y religión Dedico este histori.ador, interesante y largo capitulo en sus Décadas, o es–

tas raras superticiones de los aborígenes nicaragüenses

Es indudable, asimismo, como antes decíamos, que tales creencias fueron transmitidas a sus des–

cendientes por los primitivos indios, y que éstos o su vez, los repitiesen a las otros gentes de lo ciudad y osi, en interminable cadena, se forjaron esos absurdos versiones que alcanzaron o nuestra generación

Otra causa, a nuestro juícío, de la formación de esos cuentos fantásticos, y ésta si tiene su funda–

mento lógico es, lo que se refiere o lo trágico historio de Granado Es aquí donde debe tener su origen

No hoy lugar de ello, calles, templos, edificios públicos y alguno que otra coso de habit¡¡ción, que no hubiera sido teatro de escenas sangrientos, fuero de los incendios que ello ha sufrido o lo largo de su vida, sobre todo, el último, de carácter total, dejando lo ciudad en ruinas

No sería remoto suponer que esos siniestros con los relatos espeluznantes de luchas armados y de crímenes, influyeron en lo mente de sus pobladores hasta hacerlos llegar o creer, como realidades, los cuen-

tos de fantasmas, ruidos sobrenaturales y visiones extrañas antes mencionadas .

En lo época a que venimos refiriéndonos, o seo la del año de J 880, hubo en 'a ciudad tres gran– des solares vacíos, cercadas por tapias de adobes, su interior, enmantado con espesa yerba y aún árboles frondosos, osi como ruinas de edificación antigua, indicios todos de que en dichos lugares se levantaron an-taño cosos de habitación de personas ricos .,

El primero de estos sitios, se conoció en Gr~modo con el nombre del "Solar de los Francos", ubi– cado en el propio centro de la ciudad, calle del Consulado a media cuadra de la Atravesada, muy cerca del

templo de La Merced Se decía entonces que el salOl perteneció o uno familia de apellido Franco, que

I e– sidió allí mucho antes del incendio de J 856 De ahí le vino su nombre

Lo que indudablemente indicaban sus ruinas era, que ellos debieron ser restos de uno gran casa de habitación, por los vestigios existentes en lo tapia que daba frente a la calle del Consulado, donde se veian, todavía en esa época, marcos de puertas y ventanas y un ancho portón con puertos de madero sin aldabo– nes, lo que permitio a los transeúntes entrar alli con facilidad

Mucha gente consideraba 01 "Soiar de los Francos" como sitio público y mós de algunos al pasar por allí de día, entraba a satisfacer necesidades urgentes

Grupos de muchachos vagabundos solían enirar frecuentemente a dicho solar, entregándose a to– da clase de juegos, sin que nadie se lo impidiera Algunos de éstos, no dejaban de tener miedo 01 entrar en aquel inmenso y solitario recinto pues conoelan lo leyendo de oirse ahí ruidos extraños y verse fantasmas durante el día

No era remoto, por otra parte, ver a los chicos en más de una ocasión, salir huyendo del solar a to– da prisa, por haber oído, decían ellos, voces amenazantes que salían de lo espesa malesa Y en las noches

de luna, era corriente la versión de verse, o esas horas, fantasmas dentro del mismo sitio Por esta último

rozón, nadie se atrevía entrar a esas horas al "Solar de los Francos", y los que posaban por la calle en altas haros de la noche, lo hacían apresurando el paso, temerosos, aseguraban algunos, de los espectros o de oír las amenazantes voces que del solar salían

Todo eso de voces, ruidos, y apariciones en el "Solar de los Francos", no era sino producto de lo imaginación de las gentes Los ruidos, según nuestro entender, eran producidos por el viento que agitaba los ramas de los órboles unas contra otras, y los fantasmas, que alguíen refería haber visto en su interíor o dentro de los oquedades del terreno, se formaban por las sombras que proyectaban en la espesura del aban. donado y enmantado lugar, los argentados royos de lo luna No encontramos otra explicaCión de esos

fenómenos.

Pela la gente sencilla y crédulo y, por su porte, los muchachos, sostenían que de ese lugar y de otros, solían olmos del otro mundo, yesos absurdas versiones las repetían viejos cuentistas o gente nerviosa hasta llegar a c. eer en ellos, y creencias que se infiltraban mós en gente de mente débil, cabalmente, creemo~

nosotros, por la historia trógica que había vivido Granada en los siglos pasados, así como también por la facilidad con que corren esos cuentas de viejas en pequeños e ignorantes poblados.

Iguales y fantásticas visiones se contaban de otros dos solares vacios el de La Pía y el de Samoaca

en el barrio de Son Francisco, los dos, cercanos a lo igiesia de este nombre '

En el primero vivia una pobre vieja loca, de nombre Pía, mantenida por la caridad pública Los mu– chachos vagos, que posaban por su predio y pretendian introducirse a él, eran rechazados por la "Pía Loca" lanzándoles ésta, piedras o azuzando unos perros sarnosos que con ella vivían en la humilde choza de pa~

jos del interior del solar

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