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« Previous Page Table of Contents Next Page »(UrSO de esto Ieloli6n no olvidaremos onotar los otlOS hechos salientes de Sil historia desde 1880 en adelante
Las calles granadinos, tal como las conocimos nosotros en aquella fecha, eran estrechas y 01 eno–
sos Sólo tres de ellos eran rectos lo Calle Real que nace al Poniente de la ciudad y termina, con pe– queña desviación, en la costa del Lago, la otla, que atlaviesa la población de Norte a SU!, conocida con el nombre de Calle Atravesada, y una de menor extensión, la cual naciendo en el extremo Norte de la Pla–
za Principal, termina, en línea recta, en el Fuertecito en el Lago, conocida ésta con el nombre de Calle
de Guadolupe, siendo la más ancho de todas las de la c'ludad Las atlas calles son todos irregularidades,
algunas, forman enc..rucijadas) mientras otras, topan a su final con casas de habitoción Todas, como de– cimos, son menasas, y en muchas de ellas hay rampas de piedra que sirven pata dot fácil salida a las co– rrientes de las aguas en las épocas lluviosas
Los casas de habitación fueron, antes del incendio de 1856, de estilo colonial, con pOledes eJe adobes y techos de teja de bono, cómodas y amplios en su interiOl, provistas, la maYOlia de ellas, de jardines
en los patios La construcción de estas casas se llevó a cabo, teniendo en cuenta el clima sofocante del tI ó–
pico¡ con puertas anchas y conedOJes interiOl€s, a fin de que sus mOJadO/es pudieran evitm los calores so–
focantes que experimenta la ciudad dUl ante el dio y la noche
Gnri osi d ades AnÜgnas
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bradas Una de éstas se conocía con el
nombre de Piedra Bocana, empotrada en el suelo, fren– te a la esquina de la casa de doña Pilar Marenco, otra, en la Plaza Principal, frente de la casa de la familia Arana
Estas dos no tenían más que una especie de
boca labrada en uno de sus lados y su forma era oblon–
ga La última citada, era de menor tamaño que lo
primera, por lo cual la gente llamaba a la calle donde
se encontraba, de la Piedto Bocana, osi como la casa
frente a donde estaba empotlada
No se sabe a qué se debio esa forma de boca humana Hay la creencia en la ciudad, que dichos piedras fuelon fabricadas por los aborígenes antes de la lIegaCla de los españoles
Hubo otra piedla, pOi lo menos existía en 1849, según lo atestigua Mr George E Squier que visitó
Granada en aquel año Esta piedra estaba construída también con un hueco en su pOI te superiO/ en forma
de boca humana '
Cuando el viento soplaba sobre la apertura, producía un agudo silbido POI esta eil cunstaneia, se
le llamó El Chiflador Se encontraba en el atrio del' templo de Son Francisco, en una esquina del mismo, frente a lu calle Ya hoy no existe No sabemos a rlónde ha ido o pOl ar Es probable fuesen transpoda–
da con otros ídolos de piedra, a algún país extranjelo rampoco sabemos qué significado tenía, sí sabemos fué fabricada por los indios, aunque no conocemos lo fecha de su construcción
A propósito de estas cu. iosidades, hay que Iepetir lo que ontes hemos dicho No existe en la ciu-
dad, ningLm archivo donde poder investigar los sucesOs de la época colonial, menos los OCUI t idos antes de
la fundación de la misma, lo único que quedo son fragmentarias leyendas, no muy dignas de crédito Se
sabe que en (as 01 illas del Lago hubo en épocas lemotas¡ lino ciudad india De ésta no quedaton S¡(10 ves~
tigios, ídolos y artefactos de piedra y barro, descubiertos entre las ruinas
Cuando lleguemos a hablar del Convento de San Francisco, nos extenderemos un poco más sobl e eso~
descubrimientos indios
En la esquina del atrio del templo de La Melced, que da a lo Calle Real, existía otla piedla labra–
do, que los granadinos llamaron La Perilla de la Merced Tenía como metro y medio de alto en forma de
un peón de ajedréz
r
figura igual a numerosos adornos que en su frontal tiene el templo, pero éstos
f
más pe–
queños que lo del atrio Esta piedra fué indudablemente labrada pOI opelarios españoles al levantar el tem–
plo, y su curiosa formal servía en épocas pasadas
r
a un escritor gtanadino, célebre por sus producciones lite~
rarias, para firmar desde La Perilla de la Merced, sus chispeantes OItículos, manjar delicioso pOlo el vecinda– rio de aquellos tiempos
CUENTOS DE FANTASMAS Y APARICIONES EN VARIOS SOLARES DESIERTOS
OTRAS LEYENDAS DE LA MISMA CIUDAD
Ahora nos toca hablar de algo raro de aquella gente cuentos de fontósticas visiones, de luidos extraños y de OpOl iciones de dimos en pena
Todo esto ocurría desde épocas remotos en la ciudad y aún había en nuestlo tiempo, gente cré-
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