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en el manejo de los fondos públicos cuando estuve en el Gobierno de la Nación.

He querido JUencionar esía circunsfancia,

ni siquiera con afán de crítica al Partido Libe– ral, pues no me corresponde hacerlo en esta Autobiografía, sino más bien para explicar cual fue uno de los motivos que me indujeron a escoger a Emilio Chamorro Benard como candidato a la Presidencia de la República. Porque yo estaba seguro, como 10 estaba se– guro todo el pueblo nicaragüense, aún los del mismo Partido Liberal, que Emilio Chamorro Benard era incapaz de una deshonestidad ad– ministrativa. Esta era la bandera que enarbo– laba el Partido Conservador para enfrentarse ,,1 Partido Liberal.

Emilio Chamorro Benard fue a León en su propaganda candidatural y a pesar de que to– dos nosotros los Conservadores creíamos que León iba a otorgar un recibimiento frío, por tratarse de un Conservador, es lo cierto que es– tando todos los automóviles listos en la Esta– ción para trasladar a los amigos que iban con él a esa ciudad, por cierío llevaba tan poco acompañantes que pudieron caber en un carro especial del ferrocarril -eran como 30 perso– nas en total- encontraron al pueblo de León entusiasmado en su recibimiento y lo recibie– ron en hpmbros y se hizo una manifestaoión en las calles de León como nunca se había visto

anteriormente. Era una dosa extraña que en

las calles de León se vivara ,,1 Partido Conser– vador; pero esto representaba nada más que el entusiasmo que despertaba un candidato limpio y una oposición ~l n'igimen dictatorial de Somoza.

Don Emilio Chamorro Benard pudo decir, como lo dijo con toda verdad en León, que tan– to él como muchos otros Granadinos habían llegado a plantar en los Departamentos de León y Chinandega sus propiedades, como una manifestación de que aquellas rencillas y lu– chas intestinas del pasado habían sido supe–

radas en esta generación.

Después de León vino la manifestación de Masaya. Se había enfermado gravemente el Presidente de entonces docior Vícior Manuel Román y Reyes, quien se había ido a los Esta– dos Unidos a procurar la recuperación de su salud. Pero vinieron noticias a Nicaragua de que el docior Román y Rey,"s estaba desahu– ciado, es decir, a pocos días de fallecer y en– tonces se planteó un grave conflicto en el pro– blema político nicaragüense. Nosotros los con– servadores estábamos en una lucha franca y cívica, en una lucha electoral, para la cual ha– bía yo firmado un Acuerdo con el General So– moza. Deseaba que el General Somoza pudie– se medir por sí mismo las fuerzas del Partido Conservador en Nicaragua; y por eSO me había lanzado a esta aventura tan arriesgada como peligrosa. Sabíamos que él iba a ser el candi– dato, pero yo estaba muy confiado de que el candidato del Partido Conservador le excedía en muchísimos codos en todas sus cualidades al candidato del Partido Liberal. Y allí es don-

de yo cifraba todas mis esperanzas. En que el pueblo nicaragüense pudiese escoger entre una u otra persona que encarnaban y simbo– lizaban uno y otro Partido.

Cuando yo firmé el Acuerdo FC?litico de 1950 con el General Somoza no supuse, ni po– día preveerlo, porque esto era una cuestión de la Providencia, que el Presidente Román y Re–

yes muriese antes de llegar la fecha de la elec– ción Presidencial.

Recuerdo perfeciamente bien algunas cir– cunstancias que pasaron al respecto y una de ellas era la prisa que tenía el General Somoza para firmar ese Acuerdo Político como para fi– jar de antemano la fecha para las elecciones que él quería que se verificaran cuanto antes. Yo atribuí esta circunstancia á que el General Somoza tenía cierto temor a que una propa– ganda extensa y dilatada en cuanto al tiempo favorecía al Partido Conservador y pud~era lle– gar a ser fatal y perjudicial al Partido Liberal. Pero él estaba sabido de un secreto que yo no conocía entonc:es. Que el docior Román y Re– yes .estaba hend,? de muerte y que era caSi im– p.oslbl<;> que pudlera terminar su período pre– sldenClal. Cuando nos vino la lloticia de la muerte inminente del doctor Roml..", y Reyes en Filadelfia, en .medio del fragor de la cam– paña presidencial de Emilio Chamorro Benard

nos reunimos una y .muchas veces los princi–

pales dirigentes del Partido Conservador l?ara poder tomar una decisión al respedo. El Ge–

neral Somoza estaba indeciso entre tomar ·la Presidencia inmediatamente después de la mueríe del doctor Román y Reye\!, como Se– nador que era en su carácter de ex-Presidente de la República, o bien si dej<¡.ba que otra per– sona terminara el período presidencial del doc– tor Román y Reyes, que no falfaban má$ que pocos meses o un poco más de un año, para

ese evento.

Los dirigentes del Partido Conservador creímos conveniente que tanto Emilio Chamo– rro Benard como yo hiciéramos un" d,eclara– ción expresa en la manifestación de Masaya que se avecinaba para proclamar que en ca– so de que el Gel).eral Somoza asumiese la Pre– sidencia de la República, el Partido Conserva– dor se retiraría de la lucha electoral. Recuer– do bien que esto se prestó a muchas discusio– nes y comentarios, Fuimos a ~¡fasaya y tanto don Emilio Chamorro Benard como yo dijimos

al pueblo nicaragüense esa afirmación.

Mucho se ha vilipendiado y calumniado

El Emilio Chamorro Benard como a mí por ha– ber hecho esa declaración de Masaya. Y por eso quiero explicar detalladamente todos los antecedentes y todo lo que le sucedió a esa de– claración. Era la intención de los dirigentes del Partido Conservador poner un breque al General Somoza para que no asumiera la Pre– sidencia de la República mediante la amenaza de la abstención y de retirarnos de la lucha electoral. Yo creí sinceramente que una ame– naza de esta magnifud podía detener al Gene– ral Somoza de dar un paso de es~ naturaleza. -195-

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