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REVIS'fA CONSERVADORA da cabida en sus páginas a una carta dirigida (lesde Washington por el Doctor Edual'do Montealegl'e, en Noviembl'e de 1950, al Doctor",León De– bayle. Este último ocupaba en esa época el cargo de Gerente General del Banco Nacional de Nicaragua.

La carta, que fué inspirada en un trabajo del Doctor Debayle, "La Experiencia Ni– carag'iiense en Materia de Control de Cambios", pone de manifiesto el deseo de su autor de aconsejar desde su posición de ciudadano al dirigente de la más importante institución eco– nómica del país, algunas medidas que su visión de economista indica como necesarias para colocar la economía nacional en un plano propicio de desarrollo. El Doctor Montealegre sub– l'aya la necesidad de abandonal' la superficialidad é improvisación al planifical', la política, económica nacional; aboga por la erradicación de privilegios y abusos; ofrece soluciones a las dificultades cambiarias de Nicaragua; aconseja y recomienda el asesoramiento de orga-nismos internacionales. ,

El documento cobra mayor interés en 1961, once años más tal'de, por las conclusio– nes que pueden sacarse. Durante ese tiempo el Gobierno de Nicaragua apenas ha empeza· do a abandonar "la improvisación". Sin embargo, no se han log'l'ado todos los resultados esperados, porque principalmente el buen consejo de "erradicar privilegios y abusos" perma– nece esperando ser acogido por las nuevas generaciones.

Al finalizar la década de 1940 a 1950 Nicaragua había entrado de lleno a un período de auge algodonero, el café, por otra parte, en el mercado internacional de la post-guerra alcanzaba precios satisfactorios para el productor. Fué ese un momento de nuestra historia en que sobreestimamos la capacidad y estabilidad de la producción nacional. El país equi– vocadamente se creyó rico, error de apreciación colectivo que trajo como consecuencia un alza exagerada en los honorarios de profesionales, alquileres, precio de la propiedad, etc. En realidad lo que sucedía era que la etapa de la producción agrícola mecanizada había gol– peado a las puertas de nuestro país en forma l'epentina. Nos equivocábamos l'especto a nues– tra situación porque no había orientación que nos mostrara en forma clara que se imponía la necesidad de "pensar más y abandonar la superficialidad".

Un repaso de las recomendaciones sugeridas por el Doctor Montealegl'e, hace resal· tal' el hecho de que el Gobiel'llo ha puesto en ejecución alg unas de ellas. Indudablemente las misiones técnicas del exterior deben haber coincidido en varios puntos con el criterio del eco– mista nicaragiiense. Igualmente los poco satisfactorios l'esultados contenidos reflejan la in– capacidad del prolongado régimen de los Somoza para conducir al país en una marcha de po– sitivo prog reso.

La sUllresión de los controles directos de cambios no ha sido posible, después de tan– tos años, porque éstos son aplicados de manera tan torpe que no pueden remediar los males pam que fueron creados. El país vive en un eterno estado de emergencia económica.

El Gobiel'llo cuando da "ejemplos de limitaciones y sacrificios" los hace a expensas de los maestros.

En vez de obtenerse mejores salarios y prestaciones para el trabajador de las mi· nas, se le dej:a morir de silicosis.

; Los que gozan del favQ.l' oficial continúan disfrutando de la excensión de derechos en las impOl'taciones de automóviles.

La inestabilidad política y económica sigue siendo causa del drenaje del capitallla– cional que huye al extel'ior, debilitando nuestra economía y haciendo más aguda la falta de poder de compra.

El poco progreso que henios tenido ha sido obsequio de la marcha del tiempo y fru– to del esfuerzo realizado por los sectores privados.

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