Page 27 - lista_historica_magistrados

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o le"ilorio conocido, lenía mi 1'1... hocho, sólo mo faltaba coger valor para recobrar mi libertad.

CerrartHt In pesada puerta y me 0ncerrlU'on de 11ue..

vo. Esla era l. primer. ,repres.lia do lo Auloridod Con· vocodor., de T.chilo, por haberlo des.fiado: prisí6n soli.

tnrin de nuevo.

Recorrr mi celda con ansiedad. Lo primero que bus– quó fuoroll las barritas de Capitán Guardia Nacional y los riflitos del uniforme. Los habi. dej.do muy mal escon· didos debajo de una de las labIas del camal ole donde clormí.:ln los ~uardias presos que acababan de sacar de allí p.ro darme lug.r o mí. Allí eslobon... envueltas en su bolsita de pl"'ico. Nadie los hobía visto ni locodo. Entré en confianza y comencé a buscar mis herramientas en sus escondites de la celda. Apareció el formón de ace· ro, luego las seis sierras de acerol'plata para cortar meta– les. Hice mi torre y busqué en el techo la tijera de coy– ,.,. lámin.s. AIIf esl.ba lambién. Tení. mi laller complelo. Arreglé mis cosas y corrí .1 hoyo del .Iboñal • Ila· mar ti Pedro. Le comuniqué que todo estaba en su lugar, que me podía ir esa misma noche, pero que no. lo haría porque me sentía muy nervioso y agitado. No sabía si el general Somoza se encontraba en su residencia y por lo tanlo había más riesgos en la fuga y además querra comulgar antes de irme, por si acaso me mataban en la

huida. El estuvo en todo de acuerdo, pero esta vez por fin mo animó a fugarme al día siguiente o cuando diera lugar. Al relirornos qued~'nos que cada media hora nos veríamos en el hoyito y nos hablaríamos para s~ber cuán..

do se llevaran .1 olro • l. lortur....

Como a las once de la noche decidimos en nuestra úl· tima enfl avista que ya habíamos esperado suficiente .. y

nos fuimos a dormir.

Al día siguiente nos llevaron uniformes a rayas Una nueva represalia por nuestra rebeldía. Nos quitaban el p:rivilegio que nos h?¡bían dado como jefes y que nunca habíamos podido. Los uniformes no nos quedaron ni remotamente, pues los números estaban completamente equivociJdos, por lo que con todo y la furia del oficial en.. cargi;do, llagamos de nuevo con nuestros pantalones de

civil y solamente con la camisa a rayas.

El jueves 1 ~ de octubre llegó a verme mi esposa a la sala de guardia de la cárcel Hablamos un rato, y luego le comuniqué que me fugaría. Ella nle suplicó que no lo hiciera, me insisti6, me argumentó que era preferible vi .. vo en la cárcel que muerto en el cementerio..- qué no lna dijo... pero yo me mantuve firme y la dije que me hra de todos modos y que me ayudara. Ella al fin accedió, y

cuando le comuniqué exactamente lo que haría y cómo lo

heuía,' lo encontr6 factible y hasta se entusiasmó con la idea. La pobrecita se estaba muriendo de miedo, pero la ví resuel1a. Sólo el verla me recon~oltaba y me daba va.. lor. Su apoyo moral ela importantísimo para mí, mucho

más que su ayuda física.

Al lerminar de explicarle todo y decirle lo que lenía

que hacer, me di ¡o confiadamente: "Realmente lo pueD

des hacer. Lo que se necesita es tener un gran valor, y

yo sé que lo tienes lt

Quedamos pues en que me fugaría el dí. que me lIe– voran lo cOlnunlón, que posiblemenle serío al día s¡guien-

Luis Caulenal y PedIo Joaquín Chnmollo, denotados y

¡llesos Al fondo, de anteojos oscuros, su vencerlOl y cap–

tOl, Anastasia Somozn Debayle.

te -primer viernes de mes- o el sábado, si acaso el sa

D

cerdote tenía mucho trabaio el viernes.

En efecto, resultó que el viernes era imposible, y el sacerdole llamó .1 Comandanle pidiendo permiso de lle– varnos l. comuniEn el día sábado en la larde. El permi. so fue concedido.

El día sábado me dirigí al Consejo y me tomé una poslilla de Ecuanil a las 8.30 •.m. Mi esposa me hobfa informado que el médico a quien había consultado "mi caso" le había recomendado que para mantenerme más cillmo debe!ría tomal' esos sedantes durante todo el día. Asistí a la sesión del Consejo y les dije El varios de mis compañeros que uno de esos días me fugaría. Le comuniqué también lo mismo a uno de los amigos civiles allí presenles, quien me informó dónde quedaban algunas de las Embajndas más favorables para asilarse.

Regresomos a la celda. Comí poco Y regalé algunas de las cosas que tenía guardadas a los custodias que ha .. hían sido más finos conmigo. A las tres de la tarde me tomé otra pastillita. A las cuatro me sacaron de la celda pal a comunicarme con el abogildo defensor de oficio que queria verme

A los 5.00 p.m llegó el P.dre Irinrte con mi espo•• a confesarme y a darme la comuni6n. En la confesión, y

bajo el sigilo del sacramenlo, le consullé si podía expo– ner mi vid. p.ra oblener lo libertad; si podía inlenl.r l. fuga aun a riesgo de perecer. Me contestó que sí, (lue

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