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« Previous Page Table of Contents Next Page »un orden de cosas sobre la base democrática de la más cabal libertad política, fuente ge– neratriz de todas las otras libertades públicas. No se puede vivir libre de lemores en un país en donde se ahoga la libertad política. No se pueden llamar ciudadanos a los hombres a quienes se les arrebatan sus derechos políticos, ora por la fuerza bruta, ora por componen–
das en los cuales se renuncian los sagrados
derechos que nos son inherentes en virtud de
nuestra condición humana.
y es una consecuencia natural observada
en la historia de los pueblos que la base de la tranquilidad interior de los Estados, depende del respeto a esas libertades políticas de que estoy hablando, y también es una consecuen– cia lógica y natural que la respetabilidad y la
confianza exteriores se afianzan Inás cuando
dentro de las delimitaciones del país brillan las libertades públicas e irradian el mismo ca– lor para todos sin discriminaciones de ningu– na clase.
Entronizada la violencia sobre las ruinas de las liberiades políticas Nicaragua irá fatal– mente al despeñadero. No podrá resolver sus problemas económicos porque los regímenes de Dictadura no pueden obtener la confianza del capital extranjero, ya que vienen y se asientan sobre un volcán, porque los pueblos oprimidos están siempre predispuestos a las
reacciones violentas que desembocan necesa
riamente en la revolución social del Comunis– mo
El Partido Conservador contempla estas cuestiones desde las alturas del más elevado
patriotismo e invita a los nicaragüenses a
cooperar con todas las fuerzas espirituales con que cuentan los pueblos en el sentido de en trar al cauce civilizado y decente de una posi–
tiva Democracia continental".
En aras, sin ernbargo, de la conciliación nacional y para evitar caer en la encrucijada
de la violencia en la que necesariamente hu–
biéramos tenido que desembocar, accedí a
concurrir, el 28 de marzo de 1950, a casa del doctor Alejandro Stadthagen para sostener una conferencia con el General Somoza. En la
entrevista estuvo únicalTIenie presente el doc~
tor Emilio Alvarez Lejarza, quien había servi– do de intermediario.
Primero llegó al lugar de la cita el Gene– ral Somoza e inmediatamente después entré
yo. Las pláticas cornenzaron con una conver–
sación afable durante la cual Somoza llavó la palabra diciendo chistes y bromas con su es– píritu campechano que le era natural. Yo mantuve una aclitud de cortesía comedida.
Después nos refiramos a una pieza contigua
donde conversamos a solas sobre los proble– mas nacionales Allí estuvimos por un largo rato, uniéndose después a nosotros el Dr. Alva– rez Lejarza No fue sino ya entrada la noche que resolvimos continuar las pláticas el si– guiente día, pues habiendo comenzado a las cinco de la tarde ya estábamos cansados y ha– bía mucho que tratar.
Al día siguiente, 29 de marzo, el Gener;"l Somoza llegó poco después de las 3 de la tar– de a casa dél doctor Stadthagen Llegó vis– tiendo pantalón de gabardina kaky y camisa deportiva amarilla, llevando al cuello un vis– toso pañuelo de seda Yo llegué poco después
y entré mientras en la acera permanecía la
Guardia personal del General al mando de los entonces Capitanes José Somoza, Emilio Cana– les y Samuel Somarriba.
Nos sen±amos y conversamos en el corre–
dor mientras esperábamos la llegada de mis consejeros, los doctores Emilio Alvarez Lejar– za y Horacio Argüello Bolaños y don Raúl Arana Montalván Una vez qUE> hubieron lle–
gado COnlenzamos a discufir las bases. esen–
ciales de un arreglo, al que llegamos después de prolongadas discusiones en un ambiente de cordialidad
Aunque extenso he preferido que el arre– glo celebrado con el General Somoza quede
ÍInpreso en estas mis Mem.orias, por conside~
rarlo un docu:mento histórico de mucha i:mpor– tancia y que pudo ser benéfico para Nicaragua si el General Somoza no hubiera tratado de
m.ix±ificar su contenido y usarlo únicamente em su propio provecho aun pasando con acfos viola±orios de su mismo arliculado, C01UO por
ejemplo, el de pretE>nder reelegirse, no obstan– te que la reelección estaba absolutamente pro– hibida
Al firznar este Convenio nunca tuve en
meníe, colaborar con el Gobierno del General Somoza, sino dar al Partido Conservador la oportunidad de influir con su presencia en los principales organismos del Estado. Por eso en repetidas ocasiones hice saber al mismo Ge–
neral SOInoza que nuestra posición en el Con~
greso, por ejemplo, cuando una vez se me
quejaba de la oposición a cierta medida de"
parte de los Representantes conservadores, era no de colaboración sino de oposición y de controL
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