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\Talo, al General Juan Rodriguez (dominica– no), al Doctor Rosendo Argüello hijo, y a mí, ocasión esla en que el Presidente Arévalo y

Ilosolros no escatimamos esfuerzos para pres– larle pronia y efectiva ayuda hasia llevarlo

al iriun.co.

El Presidente Arévalo queriendo extender el movirrlienio revolucionario a oiros países

del Carib(~1 convocaba, de vez en cuando, rell– niones Gn Casa Presidencial para oír la opi–

nión dG algunos de nosotros y para discutir

eDIl él los problernas políticos de nues!ros res– püc±l vos países y al n1isrno lielnpo para infor– nlarlJ0 ele la capacidad económica de los emi– gradoS misn1.os que estábamos

1 esidiendo en

GU1:.1ÍGlnala.

A c1f'lCir verdad, no había enrre n080.1r09

nt6.~1 que HU emjgrado con suficiente capaci– dad económIca/ y ésle era el General Juan Ro–

dríguez/ quien podía aportar fondos en canti–

dad considc1 ablo para cualquier movimiento

qne gozara de sus sin1.patías

En una de las reuniones en Casa Presi–

denci.al, el Presidenie Arévalo, impuesto de la slltlaóón poEiica ianÍo de la República Domi–

nica na corno ele Nicaragua, orreció darnos el apoyo necesario a condición de que ambos,

el General Rodríguez y yo, apodáramos de– ierrrlinada suma de dinero, com.prometiéndo–

se él a suplir el resio necesario.

Avisé a mis alTIigos de Nica!agua mis ge8– !.iones y la necesidad del envío de la suma de dinero a que lue había comprometido, lTIas

corno ese dinero tardara en llegar, el Pre– sidenie Arévalo nos lla:rnó nueva:rnen±e, al Gral. Rodríguez y a mí, para saber lo que ieuíamos resuelio. El Gral. Rodríguez, millo– nalío corno era, se presentó con la cuota esti–

pulada para él, mientras yo me preseniaba

con las manos vacías, pues el dinero no llegaba El Dr. Arévalo declaró enionces que él supliría el resio, y puesio que no había

tiem.po que perder, decidiérarnos allí mism.o dónde iría la invasión prirnero

El Gral. Rodríguez pidió, naturalmenie, que se fuera primero a la República Domi– nicana dando rnás que razones estratégicas, razones de índole seniimenial y nacionalista. ConsuHada mi opinión por el Dr. Arévalo, arguí que convenía rrtejor ir prill1.ero a Nica–

1 agua pues aquí teníal11.os costas y tierra fir– me por donde llevar a cabo la invasión, que Nicaragua quedaba 500 kilómeiros más cerca de Guaiemala que de Sanio Domingo, disian– cia apreciable para un puente aéreo, y que

llna vez en ±erriiorio nicaragüense después del primer combate con la Guardia Nacional

J

se

aleniarían nuesiros amigos del inierior y ien– dríamos víveres, dinero y cooperación de iodo

género, con lo que venceríarnos irrernisible– menie al Diciador, mieniras que en República Dominicana sólo se nos presentaba el ancho clelo y el inmenso rnar. Después de varias

observaciones sobre las conveniencias de ambas iesis, el Dr. Arévalo se decidió por la

El Genclal Chamollo con el DI José Antonio 'Artiles.

República Dominicana, quedando postergada

la invasión de Nicaragua.

No dejó de descorazonarme un poco este fracaso, porque la falia de la suma pedida a Nicaragua hizo, naturalmenie, que bajaran mis acciones en Casa Presidencial y fue lo que deierminó, como digo, que la expedición que debió haber salido de Guaiemala para Puerio Cabezas, en Nicaragua, haya salido en cambio para Luperón, en la República Dominicana.

También no dejaba de decepcionarme que el esfuerzo de varios años y la colabora– ción presiada para el movimienio de Costa Rica no habían servido de nada para inclinar la balanza en favor de la expedición a Nica– ragua.

Todo esto me hizo decirle al General Ro– dríguez al despedirme de él en su propio apariamenio: "Usiedes salen por un lado pa– ra la República Dominicana y yo saldré por otro para Nicaragua, no COlnO miliiar en son

de guerra, sino como hombre civil en son de paz, a incorporarme al seno de la Patria."

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