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POl 6upu6sfe, la edad moderna ha uido una. de

crepúsculo y bancarrofa de ufopías. Se ha conside– rado como un reproche que las gentes de An1.érica y

Europa esfén menos interesadas que sus padres y

abuelos en rampantes esquemas de mejoramiento so–

cial Sin duda que una era de preocupación por el bienestar maiarial tiene pecados de pereza inielectual

y moral por los que responder

Mas una razón por la falta de interés en iales esquemas es que muchos de ellos han fracasado y sir– ven hoy principalmente para desempeñar el papel de faniasmas acusadores Y es por este motivo que el Conservatismo fiene un verdadero e importante men–

saje para el hombre contemporáneo, disipando ilu– siones, poniendo de manifiesto las veredas que inva_ riablemente desembocan en callejones sin salida, :['[losfrando que la buena sociedad nunca es la crea–

ción de teorizantes, por muy articulados que sean, o de leyes y constituciones, por muy persuasivas que seBn Es, más bien, un proceso lento, orgánico, en el que la experiencia, la intuición, así como el razona· miento, tienen su lugar

El Conservaiismo puede enseñaI a los hombres a

ver con ojo precavido y escéptico esos fantásticos pla– nes qua sustituirían el pairiojismo nacional con una forma vaga de gobierno universal, que habría de crear un peligroso sentido de falsa seguridad al pac. far, con un enemigo de probada astucia e inescrupu– losidad, que alnbos habrán de desarmarse pero sin disponer de efectivos medios de control y vetifica–

ción.

Desconfiado, por experiencia histórica, de la va–

lide:.>:: universal de ideas generales, el Conservafismo puede desempeñar un papel importante en señalar la falacia de tales fantasías bien iníendonadas, como por ejemplo, el establecimiento de un sistema de "le– yes mundiales", cuando no existe el menor acuerdo enila los mundos comunistas y no-comunistas con

respecto El lo que "leyes :mundiales" significan.

Es un conocido axioma de la filosofía comun.ista qua la única prueba de lo que es moral y bueno es el adelanto de la consolidación del régimen comu~

nisfa donde existe y su extensión a las áreas donde

no exis1e La idea de alguna agencia de imparcial derecho y justicia que ha de dirimir lag contiendas entre los países comunistas y no-comunistas simple– mente no tiene sentido y validez dehás de la Codi– na de Hierro, y no eS un. mero accideme que el Go– bierno del Soviet no haya firmado nunca un trata– do en el que se estipule cláusula alguna para un ar– biln:l.je neuiral e imparcial

Así, es tan fantásticamente im.probable que el león comunista se sieme pacíficamente con el corde– ro no-comunista, si no es con la condición de que el cordero se encuentre, a la hora menos pensada. den– fro del león. Tanto el gobierno univelsal como las leyes mun.diales, son frases de caj6n irreales en una era en que la hUll\snidad está dividida por profundas escisiones, f basta pensar en el choque fundamental entre las concepciones comunisias y no-comunistas

Con Iespecio al derecho y la moral y el conflicto si_ milar entre los puntos de vista de los colonizadores

y los insurgentes nacionalistas) para comprender que el desarme universal sin oira seguridad que la pala– bra del l\rem1in, palabra que se ha distinguido más

POi' su falta qUe por su cumplimieni6, é9 una pel~~

grasa ilusión,

Esta es una era de crepúsculos, del cementerio de las utopías. Trelnendas adquisiciones humana.s en las ciencias y la invención han estado, irónicamente, acompañadas por espantosas fallas en el campo de la moral Las utopías están usualmente enraizadas en las exageradas corlcepciones de la capacidad mo– ral del honlbre La convicción. de la falibilidad del hombre es un elemento importante ~n el credo con– servador. Por razón de esfa convicción, el conserva– dor nunca favorecerá el colocar a un solo homble, o a un grupo de hombres, o a un gobierno o a una bu– rocracia en completo dominio de las forfunas eco– nómicas de los ciuda.danos El siempre insistirá en cheques y balances. Como dice John Adams, uno de.

los más auténticos y distinguidos pensadores con– servadores norteameric~nos:

"Egoísmo, avidez. amhici6n y avaricia existirá.n en fados los esfratos de la sociedad y bajo cualquier forma de gobierno Esperar abnegación de hom– bres cuando tienen la mayoría en su favor y por !o

tanto el poder para darse gusto, es ignorar la hisforia

y la experiencia universal, es ignorar la Revelación y la Palabra de Dios que nos dice que el corazón es engañoso en iodo y desesperadamente perverso" Partiendo de que un régimen d:e santos no es posible (una ilusión utópica muy común entre los Puriianos del sigló XVII, los Jacobinos franceses. el Soviet y otros comunistas 1 Adems llega a la conclu– sión que "la esencia de un gobierno libre consiste en un efectivo control .de rivalidades", un concepfo que halló expresión en la Constitución de los Esiados Uni-dos, con su cuidadosa distribución de poderes deli–

mitados enire las ires ramas coordinadas del Gobier– no Federal con la reserva en los Estados y el Pueblo de aquellos poderes no específicamente acordados a la autoridad federal

Es verdad, aunque no se ha reconocido tan am– pliamente como se debiera, que el Conservatismo en la época actual es el escudo finne de la libertad y el individualismo La siguiente cita del padre intelec– tual del Conservatismo, Edmundo Burke, ilustra esfa identificación del COr\servafismo con el individualis– mo y la desconfianza conservadoIR de la eficacia de la 101al iniervención gubernamental en los asuntos económicos:

"Lo que cada uno puede separadameme hacer, sin trasgredir el derecho de afros, puede hacerlo por sí mismo

"El proveer a nuesiras necesidades no está en las: obligaciones del gobierno Sería vana presunción de los estadistas el pensar que lo pueden hacer." "Sería difícil señalar un error más verdadela– menie subversivo de todo orden y belleza, de toda paz y felicidad de la sociedad humana que la creen– cia que cualquier gI upo de individuos puede emifil las leyes que les plazca."

La ayuda estatal no puede reemplazar a la ayu– da personal, y esl0 es igualmepJe cierlo y válido pa– ra las exiravagantes ayudas exieriol-es y los subsidios a los grupos locales de los que el programa de ayu– da a los agricultores es el mejor ejemplo. Cuan fácil, y casi inevitablemente, puede la ayuda gubernamen~

tal volverse iiranía gubernamenfal, ha sido ví– vidamen:i:e ilustrado por el caeo de Stanley Yankus,

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