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« Previous Page Table of Contents Next Page »dro Gutiénez, Jefe Militar, y de parte de los vecinos, pOI el plesbítero José Joaquín González, comisiona– do de la CorpOlación Municipal de Granada
Por este convenio la ciudad reconocía las autoridades españolas, prometía mantenerse tranquila,
y Gutiérrez, por su pOI te, conservaba en sus funciones al nuevo ayuntamiento, las autoridades restablecidas se comprometían también a no molestar en sus personas o bienes, a los que hubieran tomado porte en ese movimiento político
El Capitán General Bustamente, no aprobó este convenio de paz, y ordenó que se formase causa a los que dilecta o indi,ectamenle, habían cooperado el 21 de abril, a la resistencia hecha a las tropas reales
Juzgados los iniciados y de las 200 persollas procesadas, fueron condenadas a diferentes penas, los cabecillas, a muerte, otros, o des1ierros perpetuos y los demós, o prisión en las cárceles de Nicaragua
Otras ciudades como León, Masaya, y Rivos, siguieron el movimiento libertador de Granada, y en olgunas de ellas se cambiaron las outoridades, pero al ser debe lado el movimiento de Granada, aquellas po– blaciones resolviet on qucuOI se quietas
A los leos condenodos o muerte, se 10s llevó a Guatemala, y de allí, les fue conmutada la pena pOI destierro, enviándoseles o las pI isiones españolas, donde permacieron hasta el 25 de julio de 1817, en que por Real Orden, se les puso en libertad
Algunos de Jos pt isioneros murieron en España, y otros, en los confinamientos de Guatemala La llegada de estos presos a Guatemala la describe el cronista guatemalteco Manuel Valladares Rubio de quien antes hicimos referencia, en sentidas frases, y el cuadro que nos presenta de su relación tiene vivos mat ices
"Su llegada", Cl/enla Vallodares Rubio", hIzo caer sobre la ciudad un velo de tristeza, en la ma– ñana del 15 de agosto de 1813 La larga fila de granadinos al pasar por las calles de Marticorema, en me– dio de un silencio angustioso, conmovía a los que la miraban
"Los p,esos iban lentos y cansados, con grillos en los pies y sumamente abatidos por la larga ca–
Illinato, montados en escuálidos locines, mal aperados éstos y custodiados por veinticinco caribes armados
"En" e los deportados llamaban la atencián la figura encorvada y senil del Adelantado de Costa Rica, don Diego de Monti"l, a quien no valieron sus setenla años y los doscientos mil pesos de su caudal pOI
(1 eludir la suerte que les cupo a los otros compañeros de destierro Tampoco valió al Padre Benito Soto, su dignidad sacerdotal, su magnClnimidad y sus santas obrus leligiosas, y su buen comportamiento en lu re– vuelta, ni su carácter de comisionaclo del intendente paro firnlOr el conveñio de paz Este buen sacetdote, que había prestado útiles servicios a su patria y er el un buen religioso, fue confinado a las mortíferas regio– nes del nOlte de Guatemala, y alli muriá a poco de haber llegado" (1)
El 15 de agoslo de 1813, llegaron o Guatemala doce plesos o saber Pb,o don Benito Soto, Al– caide dOil Juan ArgLiello, Regidor don Manuel Antonio de la Cerda El Adelantado de Costa Rico, don Die· go de Montiel, el Capitán don Telésfolo AlgLiello y su hijo el Teniente don Pio, don Joaquín Chamorro, don León Molino, don Narciso Helllández, don Juan Cerda y don FlOncisco Vargas
El 21 del mismo mes llegó la segunda par1ída de presos el Licenciado don José de la Cerda, el Te· nente Cleto Bendaña, Subteniente Vicente Callillo, los sargentos José Cruz Meza, Leandro Cuadra, Felicia no Bendaña, y Juan Pío Núñez, los caballeros don MOIiano y don José Marenco, don Eduardo Montiel y los paisanos Ignacio Ugar1e y José Manuel Solórzano o sean doce prisioneros más
Todos estos 24 9' anadillos patl iotas, obligados POI las autoridades coloniales hicieron la larga ca· minata pOI tierra, desde Glonada hasta Guatemala, engrillados
El esc.ritor guotemalteco, de donde como onies dijimos, tomamos esta lelación aglega ésto "el 21 de agosto llego ron los presos engl illados pero en Guatemala, se les quitaron esos instrumentos de tortu· 'ro y se les consignó en las cá,celos de la misma" (2)
El año de 1814 los destell odas fueron despachados de Guatemala a lo Habano y de aquí a España l.o sangre oecromada por los glanadinos en las ~Qlles de la ciudad el 21 y el 22 de abril de 1812, los suflimientos que padecielon en su viaje a Gua1emala y dUlante su permanencia en las cárceles de la Pe– nínsula, constittlyen los ptimetas ofrendas de esos pcl1tiotos en aras de lo libertad de su patria Pero esos sO<..lificios no fueron en vano Pocos años después, quedaría lible su país, cUllque algunos de esos pJisio~
nelos no regresoron yo mós al suelo natal
El historiador norleamericono Bancroft, comentando este primer movimiento libeltador de Nicu– ragua considera, de acuel do con In fuente de donde t ama él sus datos, que lo conducta obsel vado en di– cha ocasión por los leoneses que también habían tornado parte en el movimiento de liberación, dejando caer todo el peso de las responsabilidades y el castigo solo sobre los glanadinos, produjo mal efeclo en éstos úl· timos, y ese, afirma Bancroft, fue el origen del sentimiento antagónico que surgió entre las dos ciudades,
ti) En su lH.lo don Soronffl'S Snlvatiella COlltlibudón n la Hi'>lorin de e
A, sostiene; que el IlRdle Soto C'i>t.,"o ple>lO en el Castillo de San Se loustifin, ESl'ai"ul y (lHe )\01 lo tRnto 110 njlll:Ó en GlmlclIlala
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