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« Previous Page Table of Contents Next Page »Elena, <1ue nadie quizo aventurarse o un país leiano, des.. eonocido y peligroso. Entonces tuvo noticias de la meis.. tencia de la institución de las Sefim'itas Francesas, forma .. da por maestras seglares, de alto espí~jtu cristiano, que opel'aban con móviles misionelOs en la formación de la
mujm' católica, cmtl e las hostilidades del laicismo en fré'm.. da. Pi ocuró ponerse on contacto con esas Señoritas. Su–
po que ellas estaban establecidas en la República hei'ma .. na de ~I Salvador. Andariega lincansable como Santa 1e" \'-esas de Jesús, sin pérdida de tiempo fue al Salvador pa.. l'a conocer de cerca a las Señol itas Pl'ancesas y visitar sus establecimientos. Aquí cedo la palabra a la Señol'ita Eu·
genia Angevin, de gratísimo recueido en Granada, que relata el episotUo de sus tratos con doña l:lena con in– genuidad y frescura de estilo.
JJ~n 1900 se puso en camÍilo pm'a esa tlepública,
COI1 el deseo de conocernos y de visitar nuestros estable· cimientos. La educación y la enseñanza que impartirnos la sitisficieron e inmediatamente pidió que le procuráD ramos UI1 personal para su tan deseado Colegio en Gra~
nada. PeiO este personal no lo teníamos entonces. Se
regresó algo apenada, pero confiando en Dios. Durante tres años escribió de cuando en cuando reiterando su pe~
tición con más instancias. Por fin, al princlipio de 1903
ine propusieron venir a Granada a estudiar los proyectos de doña Elena. Pasé con ella los 20 plimeros días de Ahril. Con una alma tan humildemente inteligente y rec~
ta, era fácil entendelse. Además, su espíritu de fe, de
despl'endimiento, practicando la pobreza voluntaria con heroísmo, su acendrado amO( a Dios, a las almas y a los desheredados de la fortuna, su comprensión de la nece~
siclad de la educación cristiana y en particular de la fOl"
mación del corazón de la mujer, me dejaron admirada de su alma tan hermosa. (:ra más que suficiente para il1~
fundir confianza en una obra así patrocinada. Por tanto,
se le dio esperanzas, de que vería cumplir sus deseos. En efecto, llegábamos a Granada en Agosto de 1903,
la víspel a de la fiesta de Nuesfl a Señora de la Asunción. Habiéndonos faciliti'ldo todo doña I::leno1, pudimos abrir las clases el 12 de Octubre sigujienfe".
¡"h,bía cOI'onado doña Elena uno de sus firmes y te~
soneros propósitos. Cmnple en este afio de 1961, más de
medio siglo de funcionar con método, rindiendo muchos f'Ulos, el Colegio de Nuesh'a Señora de Guadalure de las Señoritas francesas Numerosas son las damas que han flalido de ese meritorio plantel lneparadas para regir COIl
prudencia cristiana hogares nicaragüenses. Pero no des.. cansó sobre el éxito de esta fundación la caridad de dOD ña ~Iena. Su vida tiene afinidades con las de Santa 1ere· sa de Jesús. La audacia para sus empresas fundadoras y
reformadoras. Su constancia para lealizar SUQ propósitos Su incansable movimiento nlisionara. Sus tratos con emi.. nenles personajes del Orden Religioso. Su influencia po. derosa en los tneclios on que obraba. Su sencillez para proceder y su viveza para la defensa de sus obras. Le faltaron las letras de la gran Santa española. No fue Ele. na l/letrera" como deda relesa de una de sus monjas. A mí me I,arece que ella luvo la aptitud en cuanto al pensamiento y a la palabra, pero le faltó el ambiente, como le ha faltado a la mayoría de nuestros ingenios. Era nuestra Santa amena y lista en el platicar como la Espa.
ñola. Con grande facilidad pasaba en la eonversa<ió" de las cosas triviales a ocupal'se de las divinas, domina"" do a sus oyentes aunque fuel'all jóvenes que traían la
mente Irastornada pOI' la falsa filosofía del siglo. D. esto fuí testigo presencial e interesado muchas veces. Muestra de la sencillez teresealla de doña mena es esta anécdota, sucedida en uno de sus viajes a Roma. ~n
una de sus visHas al Sumo Pontífice León XIII le dijo que estaba enferma con reumatismo en los pies, y le pidió
eon ingenuidad un par de medias de su uso para -sanar–
se. León XIII sOlU'iente y afectuoso le contestó: ~liia mía
no te curas con ese remedio. Yo también padezco de
l eumatismo y mis medias no me sanan. Pero el sabio Papa, simpatizando con aquella alma sencilla, cuya pro. fundidad podía calar le obseq~¡ó como recuerdo el so. lideo que llevaba puesto. Doña Elena lo recibió y gua,. dó como una reliquia. Cuando murió León XIII un perió~
dico Francés escribió <Iue el Papa de las encíclicas sabias, no acostumbraba dar prendas personales, y que solo una vez había hecho e)(cepción por tratarse de una dama la– tinoamericana, muy apreciada por sus trabajos y mé~itos
religiosos.
Cuando viajaba 1'01 Europa procul'ando la difícil fun– dación de un Colegio de Señoritas, con disciplina y mé. todos religiosos, empresa que le costó tantos años y tanta fatiga, no se CI ea que hacía de ella un objettivo exclusi.
va. Marchaba resuelta hacia la realización de un ideal, pero su caridad inagotable se derramaba a uno y a otro lado. Llevaba pOi' su cuenta, pai'a educarlos en Semina" rios italianos y españoles, a ióvenes con vocación sacer.. dotal; conseguía becas en los Colegios Salesianos para muchachos nical agüenses que querían aprender industrias
y alltes en esos afamados planteles; ayudaba a su l-Jer." mana Luz, otra alma solecta, en el trabaio de conseguir la venida de los hijos de don lIosco a Nicaragua.
Su caridad no se enfriaba con la edad; seguía obran~
do en pelmanente actividad. Necesitaría de un libro do buen volumen para relata¡' los hechos de esta muier in– signe; pero he elegido hes anécdotas, 'tue son sufitlien– tes para concretar en tres aspectos la acción caritativa de doña Elena, realizada en forma heroica, COI1 la mayor na– IUI·alidad.
~n 1893 azoló a G. allada la peste de la vil'Uela con· fluellle. rue Ull flajelo ter"ible para el pueblo. La MUlli· cipalidad :instaló un lazareto, en donde se recogía a los apestados desvalidos. ~ra U" cuadro horrible el de aquel hospital poblado de gemidos, de llantos y de malos 010'
res. No podía encontrar el Municipio una persona res– ponsable y con autoridad suficiente para que rigiera el cuido de los enfermos. Se ¡ponía avisos en los periódi~
cos ofreciendo un buen salario, pero era muy grande el miedo al contagio. Un día con sorpresa de todos, se pre– sentó doña élena para ofrecerse como directora gratuita– mente Se encerl'ó en aquella casa y bajo su dirección mejoró la cOlldicióll de los pobres apestados; ella les lIe· vaba consuelo espil·itual y esmerados servicios matel'1ja– les. Contrajo la peste, pOi' protección de Dios le dio be– nigna, y con la enfermedad no interrumpió el cuido de los otros enfermos, trabajando día y noche. Hasta que terminó la peste y fue cerrado el lazareto regresó a su
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