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« Previous Page Table of Contents Next Page »que haya, por ~upuesto, censura de las noticias relativls
a España, si bien nada suele decirse .I!II respedo. El con· servador español se encuentra al día de lo que está su– cediendo en el mundo, y estudia los regímenes de fuera tanto como el de España a la luz de lo que sabe. El sabe, por ejemplo, que el sistema bipartidista sólo parece dar resultado en los países anglosaiones, mientras el sistema parlamentariio sólo funciona bien en unos cuantos más, especialmente en aquellos del norte de Europa donde ha estado asociado con la institución de la realeza.
La experiencia española, a través de las dos Repú .. blicas y las revoluciones y del fracaso de los partidos po· Iíl!kos y de las elecciones que nunca han logrado fun· cionar en orden, sugiere que un restablecimiento dodri· nario del parlamentarismo sería como invitar a un nuc– va desastre polftico. Mientras los falangistas han decla· rada que los partidos deben desaparece.· del mismo mo· do que sus programas iamás cumplidos, los conservado· res han sostenlido que nada hay permanente en la expe· riencia española, como tBmpoco hay nada que no pueda curarse por medio de una adecuada evolución hacia el arde.. y la libertad. Algunos de los republicanos exila· dos, como Indalecio Prieto, han dicho que los monarquis... fas quieren únicamente una monarquía absoluta ~onde
las CarIes no tengan ~utoridad, y el régimen de comple. ta centralización característico de los grandes días del po· derío español. Pero nada de lo que dicen o escriben los conservadores Se puede interpretar como confirmaci6n de lo afirm~do por los exilados, ni siquiela en el campo de la chismo9r~fia que suele ;ser muy abundante en un ré¡f;men de pode. pe.'sonal. Lo mismo hoy día que en el pasado, sigue siendo un asunto de absorbente interés para los españoles el éxito de las instituciones polfticas inglesas y I~s r8:z:ones a que se debe. Pero también el éxito del si!;tema republicano de los Estados Unidos so. licita la mnyor atención de los conservadores españoles que anticipan un tiempo en que habrá mayor libertad en u..a España de orden y de estabilidad. A mediados del siglo pasado el gran conservador español Donoso Cortés miraba con asombro y envidia el éxito político de Ingla. terra, y a veces no sin rencor porque por ese mismo éxi. to político doméstico es que la Gran Bretaña había obte. nido su gran influencia en el continente. En cambio era debido a la inestabilidad política y la lucha intesti ..a qu<> la ¡influencia de Españll se había visto reducida hasta la nulidad en la generación inmediatamente posterior a Na, poleón. Del mismo modo que los liberales y los socialis. tas no revolucionarios creían que el parlamentarismo era un medio apropiado para alcan:z:ar la terminadj6n de la propiedad privada, los conservadores de entonces eran plutidarios, como lo son los de ahora, de la monarquía y
del parlalnento y de la operación relativamente normal de dos partidos tal como se da en las elecciones inglesas. A la admiración por las instituciones de Inglaterra ha venido a sumarse la admiración que hoy sienten los conservadores por las instituciones norteamericanas, pa. recida a la que sentían en el pasado ciel fos ingleses, co. mo Sír Henry 5ummer Maine, quien consideraba la bien equilib.ada y bien garantizada Constitución de los Esta. dos Unidos nuostra mayor contribución al progreso hu– mano. Uno de los más influyentes intelectuales conser. vadores del momento español, el Profesor Rafael Calvo
Serar, ha sostenido que así como las 90Z." fos norteam. rica nos bajo su propia constli'tución republicanl, los es... pañales deben también gozar, a la española y en armo. nfa con su tradició.. hispánica, de las libertades democrá. ticas que le serán garantizadas por una monarquía trae dicional y social. U..o de nuestros Padres de la Patria de– cía que nuestra meta debía ser una República lo m's pa. recida que se pudiera a una monarquia. Hoy podrla de. cirse que los conservadores españoles abogan por Una monarquía tradicional que se parezca lo más posible a la República Norteamericana. Hablan en favor de una mo. narquía social y popular, como lo hacía en sus escritos Ramiro de Maeltu, quien veía en la monarquía la defen. sa del pueblo. La monarquía así concebida procuraría la desaparición de barreras clasistas y de la lucha de cla. ses entre el proletariado y los dueños de las grandes ca.
pit~les. Posibifitaría fa restauraci6n de una cfase media regenerada que sostendrla la igualdad de oportunidades y e"tendería la prop'Jedad familiar.
Los españoles ven más claro que nosotros, los norte. americanos, que vivimos en una era de experimentación política y que resulta necesario ensayar métodos, aun a
riesgo de cometer errores en cuanto a nuevas formas de
gobierno. El tiempo impone la necesidad de probar la democracia y la creación de nuevas formas de 'libertad polftica y econ6mica. En Nort&américa olvidamos, por ejemplo, que los ingleses han exportado más de un sis– tema de gobierno, mientras nosotros no hemos sido ca. paces de exportar el nuestro con éxito (como nos ha ocu. rrido con la América Latina), o b'ian no hemos tratado, p9rque al Japó.. i..trodujimos el sistema inglés. Y es in. dudable que en el actual mare magnum político de Asia
y Africa ni la teoría ni la práctica de la democracia eu. ropea parecen viables. Debe advertirse, sin embargo, que las Filipini:ls son una excepción y que la monarquía constitucional alemana (con sus semejanzas al sistema pre· sidencial norteamericano) había servido con éxito de mo· delo en el Japón antes de la última guerra. Suele decir. se que Inglaterra puede exportar tres clases de gobier· nos. Primero está el sistema parlamentario de Westmins. ter que ha funcionado bien en fas Dominios, en la India y en ciertas áreas coloniales. Segundo, el sistema univer. sitario de los preparados para el servicio civil que pue· den gobernar una región pacífica con no poca eficiencia pero con prescindencia de los métodos parlamentarios y democráticos. Tercero, el sistema Sandhurst o militar usa· do e .. otro tiempo en el Sudán y Egipto. Hasta el "Times" de Londres se ha referido a la actualidad como propicia a los generales, que aún no graduados de Sandhurst, ni pertenecientes al eje Pentágono-West Point, son vistos como un dechado por quienes piensan que es necesario Un hombre para el mantenimiento del orden en ciertos lugares. Innecesario decir, por supuesto, que algunas re~
9iones del mundo donde la democracia no parece viable, será imitado al sistema Sandhurst, mientras que el siste· ma Pentágono será considerado como una especie de re· medo colonial. Cuando un español conservador no cree que sea inevitable un. democracia extremista o iacobi. na, piensa que en realidad existen alternatlivas que ha· .ion posible la libertad y la seguridad de los derechos in· dividuales. E.. el proceso de la evolución política habrá seguramente etapas de transición entre algo semejante
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